La fragilidad del euro
En su ca¨ªda respecto al d¨®lar, pese a los breves per¨ªodos de recuperaci¨®n, el euro no acaba de tocar fondo. Parece incre¨ªble que poco antes de comenzar su marcha, el temor que se respiraba en el mundo econ¨®mico era m¨¢s bien que la moneda unida arrancara con demasiada fuerza y una valoraci¨®n en alza dificultara las exportaciones. De ah¨ª que el acoplamiento a la baja se recibiera al comienzo con tranquilidad, en algunos pa¨ªses, como Alemania, hasta con alborozo. Una vez controlada la inflaci¨®n, el mayor problema de la Uni¨®n Europea es el desempleo y la exportaci¨®n es uno de los motores de creaci¨®n de empleo. La inquietud se extiende cuando este acomodo a la baja supone ya una despreciaci¨®n de un 30%, y no se sabe cu¨¢ndo cesar¨¢ el descenso. Algunos pa¨ªses, como Alemania, no estaban acostumbrados a desvalorizaciones tan cuantiosas de su moneda, como s¨ª, en cambio, lo est¨¢bamos con la peseta o la lira. Para los alemanes ha sido una nueva experiencia dolorosa y para la Europa del Sur la desagradable sorpresa de que haber adoptado una moneda fuerte no garantiza, como esper¨¢bamos todos, la estabilidad frente al d¨®lar.Lo m¨¢s grave de la ca¨ªda del euro no son sus aspectos econ¨®micos y monetarios, que lo son indudablemente, pero que los economistas interpretan de manera muy diversa, con pron¨®sticos m¨¢s bien positivos si est¨¢n a este lado del Atl¨¢ntico y m¨¢s negativos si se hallan del otro. Lo m¨¢s delicado, en v¨ªsperas de la ampliaci¨®n al Este, sin duda el mayor reto al que hasta ahora nos hemos enfrentado en la edificaci¨®n de una Europa unida, es el desprestigio que la ca¨ªda del euro, justamente uno de los mayores logros, acarrea a las instituciones comunitarias. Pese a la opini¨®n oficial en sentido contrario, la construcci¨®n de Europa no es una empresa que haya entusiasmado a los pueblos. En el fondo, cada cual quisiera vivir s¨®lo en su casa, sin tomar en consideraci¨®n a los vecinos contra los que suelen acumularse los prejuicios. Al no existir una sociedad europea con una conciencia propia, la idea de una Europa unida s¨®lo se vende insistiendo en las ventajas que el ir juntos reporta a cada uno. La desvalorizaci¨®n del euro parece no encajar en este tipo de argumentaci¨®n: el marco, el franco, la peseta o la lira eran m¨¢s fuertes que lo que son ahora que van juntas. S¨¦ que la conclusi¨®n no es v¨¢lida: ?qu¨¦ hubiera sido de nuestras monedas de no haber existido el euro? Pero, la gente, lo intuye as¨ª, y en la sociedad es verdad el principio de Berkeley, esse percipi: las cosas son tal como se perciben.
Si ha sufrido el prestigio de las instituciones comunitarias en un momento en que, despu¨¦s de una d¨¦cada asombrosa, la Europa unida da la sensaci¨®n de haber perdido el rumbo, por otro lado, la depreciaci¨®n del euro nos ha llevado a redescubrir la primac¨ªa de lo pol¨ªtico-institucional sobre lo meramente econ¨®mico. El diferente dinamismo de las econom¨ªas norteamericana y europea no explica sin m¨¢s el descenso en tama?a proporci¨®n. Tampoco bastan, aunque contribuyan en mayor manera, los flujos financieros enormes que exportan los europeos a Estados Unidos o las inversiones europeas en d¨®lares en Am¨¦rica Latina y otros continentes. No cabe la menor duda de que un mercado ¨²nico necesita de una moneda ¨²nica, pero no puede funcionar con tan s¨®lo un banco central, sin instituciones que integren las pol¨ªticas fiscales y econ¨®micas de los Estados miembros. Es un esc¨¢ndalo que ya en tiempos del euro, Espa?a, Francia, Alemania, hayan llevado a cabo sus reformas fiscales, sin preocuparles lo m¨¢s m¨ªnimo lo que hac¨ªan los dem¨¢s socios comunitarios. Pero el mayor de todos se ha producido recientemente en Luxemburgo. Estados Unidos ha conseguido romper el secreto bancario para conocer sus evasores de impuestos, lo que hasta ahora no han logrado los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea. Toleramos en el coraz¨®n de Europa un para¨ªso fiscal, sin que el grado de integraci¨®n econ¨®mica y monetaria alcanzado sirviera para impedirlo. Estados Unidos, en cambio, al menos para sus ciudadanos ha sabido c¨®mo terminar con ¨¦l. Ante estos hechos a algunos nos extra?a que el euro no se haya debilitado a¨²n m¨¢s.
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