Cumplir la palabra
El valor de la palabra en Espa?a ha bajado junto con el euro. D¨¦jenme aclararlo: digo "en Espa?a" cuando quiero decir "en Telef¨®nica" pero como los dos son sin¨®nimos hoy en d¨ªa, qu¨¦ m¨¢s da. Mi vecina y yo llevamos cinco d¨ªas esperando que se cumplan "las veinticuatro horas Telef¨®nicas"; ser¨¢ una suerte de time-warp a la Cort¨¢zar, este plazo m¨ªnimo que te contratan para ofrecerte mejor servicio. Yo esperaba m¨¢s de la mejor empresa espa?ola porque el taxista que me trajo desde Manises me dijo que Espa?a iba bien. Ahora me doy cuenta de que estaba hablando de f¨²tbol.Aunque no soy espa?ola, llevo cuatro a?os acostumbr¨¢ndome al horario relajado de los funcionarios aqu¨ª. Pero lo que no puedo consentir es que una empresa nacional pretenda ofrecer un servicio competente sin cumplir con su palabra. El t¨¦cnico no me llama; la telefonista vuelve a apuntar mis datos como si no los hubiera dejado 20 veces ya; y, m¨¢s fuerte todav¨ªa, mi vecina recibe mis mensajes del contestador. A ella le han quitado la l¨ªnea pero le han regalado mi servicio del contestador. ?Qu¨¦ ser¨¢ el obsequio que me ofrecen a m¨ª? Por lo menos, me env¨ªa mis mensajes a trav¨¦s del patio cuando coincidimos las dos en la cocina.
Espero que se arregle pronto (me dar¨¦ de baja para apuntarme con la competici¨®n). Y ahora utilizo el ¨²nico recurso que me queda (la palabra escrita) para comunicarme con el mundo. No pretendo alterar nada ni espero quitarle el almuerzo, la comida, ni la hora del caf¨¦ del t¨¦cnico. Pero por favor, se?ores Telef¨®nicos, cumplan con su palabra y con su responsabilidad. La apariencia de Telef¨®nica es muy bonita y me llamaron la atenci¨®n los colores de los anuncios de la televisi¨®n, pero no hay nada detr¨¢s de la fachada. Supongo que me pondr¨¦ en la cola para esperar a Mr. Marshall. ?Es usted la ¨²ltima?- Martha Howard.
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