La primera edici¨®n del certamen Periferias logra imponer con imaginaci¨®n el riesgo
El encuentro art¨ªstico de Huesca re¨²ne durante dos noches las propuestas de m¨²sica de vanguardia
Dos noches para tomar el pulso al mundo, a lo que ¨¦ste ofrece de diferente en el marasmo de la m¨²sica. Dos noches para situarse en la frontera que delimita los espacios ya conocidos de los desconocidos. Dos noches con seis actuaciones que escenificaron sonidos m¨¢s all¨¢ de lo convencional y consabido. Dos noches en Huesca, en ese marco que sus organizadores han tenido el acierto de denominar Periferias queriendo decir que muchas realidades crecen en las afueras del centro. Algunas de estas realidades tuvieron nombres propios, y ¨¦stos fueron los de DJ Assault, Arto Lindsay, Anti Pop Consortium y DJ Spooky.
Fronteras de intercambio
La primera edici¨®n de Periferias (un certamen de m¨²sica y otras artes que reh¨²ye el t¨¦rmino festival) se clausur¨® ayer despu¨¦s de 12 d¨ªas de actividades y un fin de semana que concret¨® lo m¨¢s sugestivo del programa.Pero Periferias no ha sido un certamen fato (como llaman con malicia los zaragozanos a los habitantes de Huesca), es decir, un festival de provincianos con ¨ªnfulas, significado atribuido a esta palabra fruto de las rivalidades provinciales. M¨¢s bien al contrario, el certamen ha sido una muestra de imaginaci¨®n orquestada con planteamientos tan humildes como l¨²cidos, y su resultado ha sido que el p¨²blico asistente ha tenido la oportunidad de ver por vez primera en Espa?a a artistas que son punta de lanza de nuevas sonoridades.
Fue el caso de DJ Assault, representante de eso que se llama ghetto-bass. Esta nueva aportaci¨®n de Detroit a la electr¨®nica podr¨ªa definirse como la aplicaci¨®n al tecno de una forma de pinchar heredada del hip-hop. En un caldo de cultivo en el que florec¨ªan en los platos electro, hip-hop y tecno, DJ Assault mezcl¨® sus discos recurriendo al scrach y al retroceso manual de los vinilos para que las agujas los leyeran al rev¨¦s. El resultado era algo imbailable, entrecortado y anguloso que, por novedoso y arriesgado, llamaba poderosamente la atenci¨®n. Sesi¨®n dura de verdad la de DJ Assault, tanto que ocasionalmente arranc¨® silbidos de una pista incomodada por la dificultad formal de lo que le llegaba de la cabina. Eso ocurri¨® el viernes en el Palacio Municipal de los Deportes, lugar en el que luego actuar¨ªan Random Noise Generation y Jeff Mills.
Fue este ¨²ltimo quien acab¨® llev¨¢ndose el gato al agua, a pesar de que su sesi¨®n no result¨® brillante y s¨ª, por contra, algo consabida. Y es que Mills, un verdadero malabarista de los platos, pinch¨® sin autoexigencia, soltando maquinalmente todos sus recursos en una demostraci¨®n de simple oficio. Como que pinchaba tecno reconocible y result¨®n, consigui¨® que la pista bailara, aunque, todo sea dicho, sin la continuidad que Mills acostumbra a conseguir en sesiones m¨¢s inspiradas. Y eso que pinch¨® tras Random Noise Generation, un d¨²o tambi¨¦n de Detroit que estructur¨® su set como si fuese un grupo de rock que separaba cada tema con segundos de silencio.
Tecno, par¨®n, house, par¨®n, otra vez tecno, par¨®n, y de vuelta al house. Un verdadero coitus interruptus totalmente inocuo que s¨®lo tomaba algo de altura cuando el house reclamaba protagonismo. Sin duda RNG fueron lo m¨¢s flojo del viernes, a pesar de que al p¨²blico le resultaron llevaderos tras el fenomenal bofet¨®n sonoro propiciado por DJ Assault.
Para el s¨¢bado Periferias reserv¨® algunas de sus propuestas m¨¢s arriesgadas. Se desplegaron en el Matadero, equipamiento cultural convertido en club por una noche. All¨ª actuaron Anti Pop Consortium, un grupo de hip hop que no habla del barrio y de lo racistas que son los blancos. Pero, a¨²n m¨¢s, este tr¨ªo neoyorquino mostr¨® en directo una sonoridad nada convencional en el hip-hop. Sus arreglos, sus bases y sus variados patrones r¨ªtmicos descolocaron al p¨²blico por su marcada distancia con los esquemas propios del g¨¦nero.
Sonaron as¨ª distintos, transgresores y osados, sonaron como m¨²sicos que, al igual que el festival que los acog¨ªa, viven en las fronteras que favorecen los intercambios. Ese mismo paisaje es el entorno de Arto Lindsay, otro de los protagonistas de la noche del s¨¢bado. Afincado en la vanguardia neoyorquina, este brasile?o sin apego a las etiquetas era la estrella de la jornada.Actu¨® en el auditorio del Matadero junto a su ¨²ltimo grupo, en el que incorpora bater¨ªa, bajo, teclista-sampleador y la guitarra sensual de Vinicius Cantuaria. Todo ello, junto a la voz y a la lacerante guitarra de Arto, fue puesto al servicio del encuentro entre vanguardia y Brasil. Sonoridades c¨¢lidas y sensuales se fundieron con estructuras comedidamente arriesgadas que se saltaban los patrones. Fue el de Arto un concierto de apariencia bondadosa y factura traviesa y juguetona, una ojeada distinta a la tradici¨®n musical de un Brasil que con Arto no suena tradicional.
M¨¢s tarde ech¨® el cierre DJ Spooky, un alquimista sin fronteras que sac¨® de su chistera un apabullante repertorio de sonidos mayormente descuajeringados. Su propuesta, agresiva, ruidista y angustiosa fue el perfecto colof¨®n para un fin de semana que ha ense?ado en Huesca c¨®mo un festival puede abrir nuevos caminos ofreciendo a su p¨²blico todo un repertorio de nuevas propuestas fundamentadas en el riesgo y la curiosidad.
Dos se?ores y una mesa
Atendiendo a su declaraci¨®n de principios, esa que define a Periferias como "una exploraci¨®n de los nuevos espacios de creaci¨®n", en Huesca no ha habido s¨®lo m¨²sica. Para sorpresa del p¨²blico, las performances han sido uno de los apartados no musicales m¨¢s llamativos. Acercando el arte a la vida, y viceversa, el s¨¢bado por la noche el alem¨¢n Boris Nieslony y el irland¨¦s Alastair MacLennan pudieron decir la suya en el exterior del Matadero, al aire libre. La cosa fue como sigue: en un espacio delimitado por vallas, se encontraba una solitaria mesa cubierta con una especie de mantel blanco. En el otro extremo hab¨ªa unas bolsas semiocultas que Alastair iba acercando con parsimonia a la mesa para luego depositar sobre ellas su contenido. De las bolsas surg¨ªan cubiertos, tazas, huellas humanas silueteadas en cart¨®n, dibujos, flores blancas, tiras de papel y unos globos negros que, tras hincharlos, Alastair anud¨® en las tazas. Tambi¨¦n dispuso piedras que recog¨ªa del suelo sobre la mesa. A todo esto, el irland¨¦s iba vestido de negro y usaba gafas de sol pese a que ya era oscuro.
Todo este ceremonial ya ten¨ªa en s¨ª mismo el germen de la provocaci¨®n, ya que en una sociedad veloz como la nuestra en la que adem¨¢s prima el espect¨¢culo por el espect¨¢culo, Alastair dedic¨® casi 45 minutos al simple hecho de preparar una mesa. Los comentarios del p¨²blico se cruzaban: "Jam¨¢s le contratar¨ªa como camarero", "Este t¨ªo est¨¢ colgao", "Se le van a quedar helados los pies", "?Y en encima le pagan por esto?", "?Pero que demonios significa todo esto?", se preguntaban. Ajeno al mundo, lento como un budista durmiendo la siesta, Alastair segu¨ªa en su tarea, que coron¨® quemando unas cartulinas que deposit¨® en la mesa. ?Qu¨¦ quiso decir? Lius Lles, codirector de Periferias, nos sac¨® de dudas: "No lo s¨¦". "Los performances", a?adi¨®, "nuncan dan las claves para interpretar sus acciones, que son de libre entendimiento". Y es que las performances explican mejor que nada lo que pretende ser este Periferias.
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