Jard¨ªn del Ed¨¦n
Tengo unos amigos, con los cuales mantengo una profunda amistad, que han dedicado gran esfuerzo a construir un arca. Se le puede llamar jard¨ªn del Ed¨¦n. En ella han decidido transportar a los animales hacia el futuro, lo mismo que har¨ªa una tripulaci¨®n de intr¨¦pidos marineros.No les voy a contar nada de este parque zool¨®gico. No s¨¦ d¨®nde est¨¢, pues a¨²n no me ha llegado la informaci¨®n, y tal vez eso sea mejor, para que no se vea invadido de gente poco interesante. Solamente les dir¨¦ que no es un zool¨®gico. Se trata de un proyecto que trata de hacer la tierra m¨¢s habitable para los animales en su estado semisalvaje.
No solamente conserva los animales m¨¢s graciosos, sino tambi¨¦n las ara?as, y los insectos, y las larvas, y todas aquellas bestias que viven en comuni¨®n en plena naturaleza. Todo forma parte de un ecosistema, aunque eso ya lo he dicho y no me importa repetirlo. En lugar de rejas, las cadenas de estos animales proceden de su propia naturaleza.
El tigre seguir¨¢ siendo tigre, y el b¨²ho ser¨¢ un ave con las alas puestas para volar. Todas aquellas limitaciones que la naturaleza les otorga, son al mismo tiempo las que rompen sus cadenas. Sus ojos nos miran. Ojos valientes, ojos orgullosos, ?ojos humanos? Nuestro propio espejo, por c¨®mico que parezca.
La lista de los animales residentes no la tengo, as¨ª que ser¨¢ una sorpresa. De los animales de paso podemos decir que ser¨¢n aquellos que viven en esta zona del mundo y que han decidido quedarse en el parque en absoluta libertad. Digamos que la tierra, en este caso, se convierte en un jard¨ªn bot¨¢nico tambi¨¦n. As¨ª que no solo las especies animales, sino tambi¨¦n el reino vegetal est¨¢ cuidadosamente seleccionado. Lo mismo har¨ªa un jardinero que no puede separar las flores de las mariposas.
Me resulta dif¨ªcil no revelarles la localizaci¨®n de este parque, as¨ª que les hablar¨¦ de una experiencia personal. En mi casa tengo adoptado un conejo enano. Se trata de un h¨ªbrido prefabricado supuestamente para vivir en las casas. No obstante, a veces lo evoco en absoluta libertad, pero s¨¦ que aquello no podr¨ªa ser, as¨ª que lo conservo conmigo, le alimento, le doy su hierba y su pienso, y le saco de paseo por casa. El conejo ya ha aprendido a comportarse de una forma dom¨¦stica, y a pesar de que sigue conmigo, esto me hace reflexionar.
En casa decimos que tenemos un hijo que se parece a un conejo. Tal vez alg¨²n d¨ªa, cuando nuestro conejo cumpla su mayor¨ªa de edad, seamos capaces de enviarlo, cumpliendo nuestro sue?o, a una granja celestial, donde escapar¨¢ entre los matorrales no sin antes mirarnos por ¨²ltima vez. En ese instante, durante esa ¨²ltima y r¨¢pida mirada hacia lo que fue su anterior vida, se habr¨¢ unido a nosotros. Comprendan esta met¨¢fora m¨ªstica o religiosa. Es dif¨ªcil escribir columnas costumbristas sin ser costumbrista.
Les aseguro que en el nuevo parque no encontrar¨¢n la pobreza agridulce que yo les transmito, sino la alegr¨ªa de recobrar su ni?ez. Disfrutar¨¢n con sus familias y con sus amigos. Aunque esto ya es publicidad, algo que me hab¨ªa prometido no hacer.
El parque, el jard¨ªn del Ed¨¦n, o como se le quiera llamar, se halla en plena selva, pero a dos pasos de las casas de ustedes. Lo ¨²nico que le falta al jard¨ªn del Ed¨¦n son seres humanos, comprometidos con la naturaleza, que acudan a fusionarse con su entorno y a contemplar la fauna, como los hijos de Ad¨¢n y Eva si lo desean, mientras pasean por el lindero de sus or¨ªgenes.
A este parque, o jard¨ªn del Ed¨¦n, se puede acudir y nadie nos va a echar.
Actualmente, se trata de la mejor alternativa, en esta parte del mundo, para la conservaci¨®n de la naturaleza cerca de nosotros, los humanos. No estamos tan lejos. No insistan. No les voy a decir d¨®nde est¨¢.
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