Yo no soy de Barcelona SERGI P?MIES
Jo no s¨®c de Barcelona; as¨ª se titula el libro que acaba de publicar Planeta y que incluye las reflexiones de siete ponentes sobre las relaciones entre la capital y el resto del pa¨ªs. El subt¨ªtulo es expl¨ªcito: Set visions, de bon rotllo, de la pugna Catalunya-Barcelona. Lo de "bon rotllo" ya huele, la verdad. Se utiliza con tanta frecuencia que uno empieza a sospechar que el truco consiste en poder llamarte hijo de perra y que cuando est¨¦s a punto de asesinar a tu agresor verbal, ¨¦ste, de bon rotllo, haga que la sangre no llegue al r¨ªo. Lo de pugna, en cambio, est¨¢ por ver: me temo que la relaci¨®n de muchos capitalinos con el resto del pa¨ªs es m¨¢s de indiferencia que de pugna. Los encargados de opinar en este debate a 14 manos sobre capitalidad y localismos vistos desde otro mirador que el del ombligo de dise?o son: Rosa M. Bosch, periodista de La Vanguardia en Tarragona; Pau Echaux, corresponsal del mismo peri¨®dico en Lleida; Josep Maria Fonolleras, escritor gerundense y colaborador de El Peri¨®dico; Jordi Molet, director de El 9 Nou; Toni Orensanz, del ej¨¦rcito de liberaci¨®n medi¨¢tica de El Terrat e hijo de las tierras del Ebro; Josep Anton Rosell, director de El Peri¨°dic d'Andorra, y Albert Vilar¨®, colaborador de Segre con residencia en La Seu d'Urgell.A lo largo de 144 p¨¢ginas, la conducta de Barcelona con el pa¨ªs que dice capitalizar es criticada, bien con argumentos que tener en cuenta, bien a rebufo del t¨®pico que caricaturiza a los barceloneses como engre¨ªdos colonizadores de fin de semana, timados por los ind¨ªgenas a los que, con amanerado paternalismo o simple groser¨ªa, los imperialistas creen deslumbrar con su aureola de todoterreno y Masia Restaurada's Way of Life. La diversidad de puntos de vista del libro aporta material interesante, que, de un modo algo ca¨®tico y con cierta ligereza, pone de manifiesto una realidad sobre la que, por conveniencia o pereza, no se suele reflexionar. Si en un pa¨ªs con s¨®lidas estructuras ya es peligroso prescindir de lo que ocurre m¨¢s all¨¢ de la capital, imag¨ªnense lo que puede llegar a ocurrir si, en una tierra en la que casi todo est¨¢ por hacer, se ningunea al 90% del territorio para regocijo de una Barcelona que, de tanto mirarse al espejo, ha perdido hasta tal punto el sentido cr¨ªtico que ni siquiera se toma la molestia de conocer a su p¨²blico.
Por eso resulta instructivo enfrentarse a estos testimonios que, con desigual sarcasmo, nos muestran los defectos que nos negamos a ver y nos cuentan qu¨¦ se cuece en otros horizontes. La denominaci¨®n que recibe el barcelon¨¦s no siempre es amable, cuidado. Hace tiempo que el sobado Can Fanga, el pixapins y el xava son ep¨ªtetos que ofenden casi tanto a quien los recibe como a quien los usa. El camaco, en cambio, basado en la pronunciaci¨®n local de una exclamaci¨®n t¨ªpicamente colonizadora -"que maco!"- tiene, por lo menos, una iron¨ªa fon¨¦tica que se agradece.
Quedarse en eso, sin embargo, ser¨ªa est¨¦ril. Y es saludable ver escrito que algunos tenderos de pueblos suben los precios de sus productos los fines de semana para aprovecharse del masivo ¨¦xodo barcelon¨¢utico. ?C¨®mo si no lo supi¨¦ramos! Pero, m¨¢s all¨¢ de necedades, la informaci¨®n gotea de los siete grifos de este libro. Y resulta edificante descubrir hasta qu¨¦ punto Port Aventura ha transformado el ecosistema econ¨®mico de la zona o qu¨¦ repercusiones ha tenido el crecimiento de una universidad tan activa como la de Lleida. ?Vic? Seg¨²n algunos, es la capital de la Catalu?a catalana, un concepto que, de entrada, le lleva a uno a preguntarse si es necesario acumular tanta catalanidad en un solo municipio. Pero, tras lo superficial, est¨¢ la visi¨®n, m¨¢s certera, de c¨®mo el Eix Transversal dinamita las peores inercias y modifica el dinamismo de un entorno o c¨®mo, con humor, se puede afirmar que no s¨®lo hay miles de personas que no son de Barcelona, sino que, adem¨¢s, no tienen ningunas ganas de serlo (si sirve de consuelo, aqu¨ª tambi¨¦n los hay que maldita la gracia que les hace), o cu¨¢l es la percepci¨®n de la capital desde el privilegiado punto de vista de una monta?a andorrana con oso pirenaico.
Con los desniveles propios de una f¨®rmula coral y sin ambici¨®n de profundizar demasiado, Jo no s¨®c de Barcelona esboza, con algunos trazos de sal gorda, el contorno de un posible retrato m¨¢s fiel a la realidad de lo que suele ser habitual. Nos da la oportunidad de ver qu¨¦ ocurre m¨¢s all¨¢ de la muralla, romana o tecnol¨®gica, deshacer malentendidos y qui¨¦n sabe si auspiciar una correcci¨®n de los defectos de enfoque. Defectos de ida, (de Barcelona hacia afuera), pero tambi¨¦n de vuelta (de fuera hacia Barcelona).
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