Detenciones y concertaci¨®n
La idea de una ETA invulnerable es un prejuicio difundido por quienes quisieran que fuera cierto. La realidad es que casi todos sus activistas son detenidos. Ayer lo fueron en Madrid cuatro de ellos, y otras personas cuya vinculaci¨®n con la organizaci¨®n investiga la polic¨ªa. Es veros¨ªmil la hip¨®tesis de que se trataba del relevo del comando que ha venido actuando en la capital de Espa?a durante el ¨²ltimo a?o. Las edades y biograf¨ªas de algunos de los detenidos parecen confirmar la conjetura de la entrada en liza de una ETA renovada, formada por activistas forjados en la escuela de la violencia callejera, a la que alud¨ªa el informe interno del PNV de Vizcaya conocido la semana pasada y en el que se hablaba de "ocho o diez a?os" m¨¢s de violencia antes de una nueva tregua.La perspectiva de una ETA dirigida por pistoleros reci¨¦n salidos de la adolescencia, sin apenas formaci¨®n pol¨ªtica e integrada por j¨®venes fan¨¢ticos sin criterio alguno de inhibici¨®n moral, es espantosa, pero veros¨ªmil. Hay indicios en el comportamiento de al menos uno de los detenidos en Sevilla que apuntan en esa direcci¨®n. Al mismo tiempo, la autonom¨ªa del brazo pol¨ªtico -que se limita a constatar esa situaci¨®n, como si no les afectase- parece haberse reducido a cero. Pero si tales datos son indicativos de la posibilidad de una continuidad de la ciega ofensiva actual, tambi¨¦n lo son de una acusada debilidad pol¨ªtica, y de una gran vulnerabilidad, porque hasta una organizaci¨®n terrorista necesita ideas. Y apoyos externos: las circunstancias de la detenci¨®n de las dos activistas que trataban de refugiarse en la Embajada de Cuba ilustran la soledad en la que se encuentran.
La eficacia policial es condici¨®n esencial para acabar con ETA, pero una estrategia antiterrorista inteligente requiere tambi¨¦n otras iniciativas, y una de ellas es el entendimiento entre las fuerzas democr¨¢ticas: para contener el deterioro de las instituciones vascas, objetivo central de la estrategia de desestabilizaci¨®n del terrorismo, y para que desaparezca toda esperanza de ETA de aprovechar la rivalidad entre partidos para obtener beneficios pol¨ªticos de la violencia. La reuni¨®n que ayer mantuvieron los socialistas con responsables del Gobierno obedece a esa doble necesidad.
De las declaraciones anteriores y posteriores a la reuni¨®n de ayer se deduce que ambos partidos est¨¢n de acuerdo en concertar la pol¨ªtica penitenciaria y de solidaridad con las v¨ªctimas, y tambi¨¦n en consultarse sus iniciativas en esas materias a fin de evitar malentendidos. Incluso est¨¢n de acuerdo en la importancia de que los nacionalistas rompan definitivamente con la estrategia plasmada en Lizarra. Pero divergen en la forma de alcanzar ese objetivo. Los socialistas consideran un error que se aplique al PNV el mismo tratamiento que a ETA-HB, y temen un deslizamiento sectario, del que ya ha habido alg¨²n indicio, que comprometa el acuerdo entre las fuerzas constitucionalistas y acabe favoreciendo, parad¨®jicamente, a los sectores m¨¢s fundamentalistas del nacionalismo.
La esperanza de rectificaci¨®n del PNV, apuntada antes del verano, no acaba de concretarse y, mientras tanto, prosigue la huida hacia adelante de quienes est¨¢n m¨¢s comprometidos en la embarcada soberanista. El planteamiento de Arzalluz, ligando paz con autodeterminaci¨®n, puede a?adirse a la larga serie de condicionantes que el nacionalismo ha ido planteando durante 20 a?os para obtener ventajas: un estatuto m¨¢s amplio, la negociaci¨®n del Concierto, las competencias de la Ertzaintza, el ¨¢mbito vasco de decisi¨®n. Sin embargo, es so?ar despierto imaginar que una ETA reforzada por esa concesi¨®n renunciara a seguir coaccionando hasta alcanzar su objetivo m¨¢ximo: el poder.
Hay motivos para pensar que la rectificaci¨®n del PNV s¨®lo se producir¨¢ tras unas elecciones que le obliguen a optar entre pactar con el PSOE, lo que implicar¨ªa romper con Lizarra, desmontar Udalbiltza y volver a la pol¨ªtica autonomista tradicional, o irse a la oposici¨®n, lo que seguramente favorecer¨ªa un debate y la exigencia de responsabilidades internas. El PP tiene derecho a pensar que en realidad s¨®lo esta segunda opci¨®n ser¨¢ eficaz, pero no a imponerla al PSOE.En primer lugar, porque no existe una alternativa del PP al nacionalismo, sino una alternativa PP-PSOE. Una vez que Aznar ha hecho de su pol¨ªtica vasca el eje de su pol¨ªtica nacional, no ser¨ªa justo considerar que la lealtad al Gobierno en su lucha contra ETA implica el deber de secundar su pol¨ªtica vasca. No, al menos, sin concertaci¨®n. La idea de que los socialistas se comprometan por adelantado a pactar con el PP tras las elecciones no es realista, y puede ser contraproducente.
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