'Napsterizar' la econom¨ªa
La semana pasada, Napster, el advenedizo servicio que permite el trueque electr¨®nico de m¨²sica, anunci¨® que se ha unido a Bertelsmann, una de las principales compa?¨ªas de m¨²sica y ocio del mundo, para crear un enorme "servicio por suscripci¨®n" para descargar m¨²sica. Bertelsmann, a su vez, ha aceptado retirar la demanda en la que acusa a Napster de distribuir ilegalmente m¨²sica con derechos de reproducci¨®n, a trav¨¦s de Internet, a su legi¨®n de seguidores en todo el mundo. Es probable que otras empresas musicales participantes en el hist¨®rico litigio contra Napster se retiren del mismo como consecuencia de este asombroso acontecimiento.La decisi¨®n de Napster representa un punto de inflexi¨®n hist¨®rico para el comercio de las punto.com, o empresas electr¨®nicas. Asistimos al comienzo de un hito en la lucha entre dos grandes sistemas econ¨®micos. A un lado de la l¨ªnea divisoria se encuentra el antiguo mercado, basado en una econom¨ªa compuesta por vendedores y compradores; al otro, la nueva red, basada en una econom¨ªa compuesta por servidores y clientes. En los mercados, las partes intercambian propiedades; en las redes, comparten el acceso a servicios y experiencias.
Las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de telecomunicaciones, el comercio electr¨®nico y la globalizaci¨®n est¨¢n posibilitando una nueva era econ¨®mica tan diferente del capitalismo de mercado como ¨¦ste lo es del mercantilismo. En el nuevo siglo, los mercados est¨¢n cediendo terreno lentamente ante las formas de hacer negocios en red, algo que tendr¨¢ profundas consecuencias para la sociedad futura. A mediados del siglo XXI, los mercados, que constituyen el sello distintivo del capitalismo convencional, habr¨¢n desaparecido en gran medida, sustituidos por un nuevo tipo de sistema econ¨®mico basado en las relaciones de red, acuerdos contractuales de 24x7 (24 horas, siete d¨ªas a la semana) y derechos de acceso.
Napster, lejos de ser una anomal¨ªa, es el primero de un nuevo g¨¦nero de negocios que funcionan m¨¢s con mentalidad de red que seg¨²n la l¨®gica del mercado. Las nuevas tecnolog¨ªas inform¨¢ticas hacen posible la existencia de empresas como Napster, y con ello revolucionan la naturaleza del comercio. ?stas son algunas de las razones por las que es probable que el modelo Napster abra la v¨ªa a la nueva forma de hacer negocios de empresas de todos los campos.
En primer lugar, la vertiginosa velocidad de distribuci¨®n e intercambio de la red hace que las transacciones propias del mercado resulten demasiado lentas. Con un simple clic es posible distribuir m¨²sica a clientes de todo el mundo e intercambiar fonotecas completas antes de que una registradora pueda marcar la venta de un solo CD. Segundo, la distribuci¨®n por Internet reduce los costes de la transacci¨®n casi a cero, eliminando pr¨¢cticamente los tradicionales m¨¢rgenes de beneficios sobre la actividad de ventas. Comparemos los costes de producir, empaquetar, inventariar, transportar y comercializar un CD en un mercado con el coste de producir una sola pista de m¨²sica y distribuirla instant¨¢neamente a millones de personas, con un coste adicional inapreciable, en una red electr¨®nica. En tercer lugar, en los mercados, el ¨¦nfasis se pone en la maximizaci¨®n de la producci¨®n -en este caso, el fabricante de CD- y el beneficio se obtiene seg¨²n el volumen de ventas, o sea, el n¨²mero de CD vendidos. En cambio, en las redes, el ¨¦nfasis se pone en minimizar la producci¨®n -un solo CD- y el beneficio se obtiene poniendo en com¨²n los riesgos y compartiendo los ahorros. En la red de Napster, todos comparten su m¨²sica. Se llama inform¨¢tica entre iguales. Pero, dado que la m¨²sica ha sido reconfigurada digitalmente como pura informaci¨®n, se puede compartir con un n¨²mero infinito de personas sin p¨¦rdida para el poseedor.
?C¨®mo ganan dinero las empresas como Napster? En primer lugar, crean su red de usuarios proporcionando servicio gratuito. Esto es lo que Napster ha hecho. Despu¨¦s, transforman su principal activo, su red de millones de usuarios, en socios que pagan una suscripci¨®n. ?se es el acuerdo entre Napster y Bertelsmann. Napster propone cobrar una tarifa mensual de 4,95 d¨®lares por acceder sin limitaciones al cat¨¢logo de m¨²sica de Bertelsmann. EMI Recorded Music, The Universal Music Group y Sony Music Entertainment ya han anunciado planes similares para introducir su m¨²sica en Internet, como servicio de suscripci¨®n, a finales de a?o. Un estudio de Jupiter Communications prev¨¦ que, en 2005, las suscripciones de m¨²sica en Internet supondr¨¢n unos ingresos de 980 millones de d¨®lares, mientras que las transacciones de discos concretos por Internet supondr¨¢n menos de 531 millones de d¨®lares. En las redes es m¨¢s probable que todos sean suscriptores, socios o beneficiarios de una licencia.
La noci¨®n de sustituir la venta de CD individuales por suscripciones y acceso ilimitado a la m¨²sica nos lleva a otra diferencia clave entre una econom¨ªa de mercado y una econom¨ªa de red. En los mercados, comprador y vendedor intercambian mercanc¨ªas f¨ªsicas. En la red se compra el acceso a "experiencias" durante un tiempo convenido. Cuando los socios pagan una suscripci¨®n para tener acceso a m¨²sica en Internet, pagan por tener un acceso inmediato a la experiencia de escuchar su m¨²sica favorita, en lugar de obtenerla en forma de adquisici¨®n de mercanc¨ªas. En las redes, la propiedad de cosas se transforma en acceso a experiencias.
En la nueva econom¨ªa del comercio electr¨®nico, la hipervelocidad y el cambio continuo son la norma. El resultado es que la compra y propiedad de un CD, o ya puestos, cualquier otro producto establecido, tiene cada vez menos sentido. Por qu¨¦ iba uno a querer adquirir o poseer cualquier cosa cuando todo es inmediatamente accesible y actualizable en enormes redes comerciales, exactamente en el momento en que lo necesitas y con un acceso m¨¢s barato de lo que resultar¨ªa comprarlo. Por eso Napster tiene tanto ¨¦xito. Proporciona acceso instant¨¢neo a la m¨²sica a un coste casi nulo.
Por ¨²ltimo, la avanzada tecnolog¨ªa inform¨¢tica y las nuevas tecnolog¨ªas de las telecomunicaciones permiten un flujo perpetuo de respuesta, con lo que la econom¨ªa ya no son "discretas" transacciones de mercado para ser un acceso permanente a las redes. Uno paga por estar siempre conectado a una corriente continua de m¨²sica en lugar de comprar un CD de vez en cuando. La vida comercial es ahora de 24x7.
Napster es s¨®lo la punta del iceberg comercial. La industria cinematogr¨¢fica est¨¢ ahora enzarzada en una batalla judicial similar con piratas que han creado un c¨®digo que rompe el formato de disco v¨ªdeo digital (DVD), lo que permite a cualquiera que tenga acceso al c¨®digo hacer copias de las pel¨ªculas en DVD e intercambiarlas de manera gratuita, de la misma forma que los usuarios de Napster hac¨ªan con la descarga de m¨²sica. El nuevo c¨®digo se llama DeCSS, siglas que corresponden a Descramble Content
(Sistema de Descodificaci¨®n del Contenido Codificado).
Un juez federal de la ciudad de Nueva York dict¨® una sentencia el 17 de agosto por la que se establec¨ªa que la empresa de Internet 2.600 Enterprises no puede distribuir el programa de ordenador utilizado para romper el c¨®digo del DVD. La demandada ha apelado, y ambas partes prev¨¦n una prolongada batalla judicial.
Mientras tanto, a diario se descargan ya m¨¢s de 300.000 pel¨ªculas con la tecnolog¨ªa DeCSS y los observadores esperan que el n¨²mero de descargas alcance el mill¨®n o m¨¢s de copias a finales de a?o. Aunque Jack Valenti, presidente de la Motion Picture Association of America, advierte que "a los piratas no se les deber¨ªa permitir poner el c¨®digo en Internet, y por lo tanto, compartir las pel¨ªculas de la misma forma que Napster ha hecho con la m¨²sica", poco pueden hacer ¨¦l o la industria cinematogr¨¢fica para frenar la avalancha. A largo plazo, es posible que las empresas cinematogr¨¢ficas sigan el ejemplo de la industria musical y hagan las paces con la red estableciendo sus propios sitios y proporcionando acceso continuo a las pel¨ªculas, mediante la conversi¨®n de los usuarios en suscriptores y socios que pagan una cuota.
Aunque la protecci¨®n de los derechos de reproducci¨®n y la garant¨ªa de que los m¨²sicos y las empresas discogr¨¢ficas reciban una recompensa por su contribuci¨®n han sido causa de mucha ansiedad, apenas se ha prestado atenci¨®n, si es que se le ha prestado alguna, a la direcci¨®n en que todo el proceso de la red y las relaciones de acceso est¨¢ llevando a la sociedad. Napster nos habla de un cambio mucho m¨¢s profundo que se est¨¢ produciendo en la econom¨ªa, un cambio con consecuencias de amplio alcance para la mism¨ªsima forma en que organizamos el comercio. Las empresas y los consumidores est¨¢n empezando a abandonar la realidad central de la vida econ¨®mica moderna: el intercambio de bienes entre vendedores y compradores en el mercado. En el siglo entrante, el acceso a corto plazo entre servidores y clientes que se mueven en redes va a redefinir nuestra din¨¢mica social de una manera tan poderosa como lo hizo el intercambio de bienes en los mercados durante el pasado siglo. Hoy, la forma de hacer negocios de Napster y Bertelsmann es una excepci¨®n. En el futuro ser¨¢ la regla.
Jeremy Rifkin es el autor de The age of access: how the shift from ownership to access is transforming capitalism. Penguin Books, 2000.
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