Tras el aguacero, desconfianza
Cualquier t¨®pico servir¨ªa. De hecho, para eso est¨¢n los t¨®picos: un paisaje de posguerra nuclear, un escenario de la pel¨ªcula futurista Mad-Max, pero sin Mel Gibson; muebles en la calle, enfangados, sin due?o; un cerdo superviviente que, raqu¨ªtico, no sabe de la desaparici¨®n de sus 600 compa?eros de granja; almacenes quebrados como una fila de fichas de domin¨® derrumbadas fuera de lugar; hect¨¢reas de cultivo arrasadas; paisajes lunares en el Montsi¨¤. Casi 15 d¨ªas despu¨¦s de las inundaciones que tambi¨¦n asolaron zonas de Arag¨®n y Valencia, las comarcas del Ebro se reponen, poco a poco, del fenomenal diluvio que tuvieron que soportar.Las gentes de las comarcas sure?as de Tarragona trabajan para recuperar la normalidad lo antes posible, pero lo hacen con un sentimiento de desconfianza: desconf¨ªan de las administraciones.
Que las inundaciones hayan afectado a m¨¢s de una comunidad aut¨®noma beneficia a Catalu?a, seg¨²n explican las mentes m¨¢s proclives a desconfiar de las bondades del Gobierno presidido por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, porque la Administraci¨®n central se ha comprometido a invertir el 50% de las cantidades que cada comunidad aut¨®noma destine a la reparaci¨®n de los da?os causados por las aguas embravecidas. "Promesa que hay que cumplir", reclama el presidente del Consejo Comarcal de la Ribera d'Ebre y alcalde convergente de M¨®ra d'Ebre, Santiago Campos, con un deje de duda en sus palabras.
S¨®lo en la Ribera d'Ebre se cifran en unos 1.500 millones de pesetas los da?os causados por las lluvias de hace 15 d¨ªas. Una cantidad relativamente peque?a si se compara con los 20.000 millones de da?os que acumula la comarca del Montsi¨¤, la m¨¢s da?ada por las barrancadas. "Los barrancos hicieron un efecto domin¨®, las aguas se agolparon, invadieron zonas nunca holladas, una situaci¨®n que se produce cada 500 a?os", se?alan los vecinos que padecieron las lluvias. Son barrancos muertos, cuyos puentes s¨®lo sirven para salvar unos cauces que casi nunca llevan agua. Puentes que se convirtieron en destructivos embalses porque sus ojos se taponaron e hicieron de presa y anegaron granjas y f¨¢bricas de los alrededores como ocurri¨® en la peque?a poblaci¨®n de Masdenverge.
Francisco P¨¦rez, inform¨¢tico de Publitort, imprenta en la que trabajan 12 empleados, cifra en m¨¢s de 130 millones las p¨¦rdidas que ha supuesto el aluvi¨®n de las aguas en su empresa de estampaci¨®n. Antonio Campos, un agricultor de 70 a?os, todav¨ªa no ha podido averiguar qu¨¦ santo era el d¨ªa 23 de octubre para ponerle una vela. "Si hubiera sido por la noche, no lo habr¨ªamos explicado", asegura. "He visto cuatro crecidas, pero ¨¦sta era la madre o la abuela de todas ellas", a?ade. Los que padecieron los malignos efectos de las lluvias desbocadas fueron sus faisanes y gallinas, que murieron arrastrados por las aguas.
Pero nadie tiene claro qu¨¦ pasar¨¢ a partir de ahora. Los ayuntamientos se han apresurado a facilitar impresos para que los vecinos detallen los da?os en bienes y propiedades a fin de transmitir sus demandas.
M¨¢s all¨¢ de eso, nada. Si bien las administraciones se han apresurado a demostrar su eficacia en la resoluci¨®n de los problemas de incomunicaciones -ya no existe ning¨²n pueblo aislado y los servicios de luz y tel¨¦fono fueron restablecidos muy pronto-, su trabajo se centra ahora en recuperar las comunicaciones intracomarcales.
Mientras tanto, los particulares se encuentran en una situaci¨®n de colapso. Toni G¨®mez, cuyo taller de neum¨¢ticos de Santa B¨¤rbara fue arrasado, considera que no podr¨¢ volver a trabajar con normalidad hasta dentro de cuatro meses, despu¨¦s de la campa?a de Navidad. Y lo mismo las empresas de Masdenverge, La Galera o Godall. Pero todav¨ªa nadie puede hablar con fiabilidad de los da?os causados en carreteras, puentes, infraestructuras, campos, cultivos y negocios. Pasar¨¢n todav¨ªa semanas hasta que las cifras que ahora manejan sean una realidad consolidada y demostrada.
Recuperar inversiones
Nadie cuestiona la capacidad de reacci¨®n de las administraciones en casos de emergencia. Las intens¨ªsimas lluvias dejaron una sola v¨ªctima mortal, una anciana en Godall que muri¨® por una imprudencia propia. No hay ning¨²n pueblo incomunicado, ninguna finca aislada, nadie sin cobijo gubernamental. Es la versi¨®n oficial.La sensaci¨®n del afectado por los aguaceros difiere. Antonia Huertas, que vio salir flotando a 600 cerdos de la granja de cr¨ªa que manten¨ªa, tiene otra opini¨®n: nadie se ha interesado por ellos m¨¢s all¨¢ de facilitarles impresos para que detallen sus da?os. Antonio G¨®mez, un mec¨¢nico de 27 a?os con el negocio abierto desde hace uno y medio en Santa B¨¤rbara, desconoce cu¨¢l es el importe que le cubre el seguro. Las p¨¦rdidas, en los dos casos, ascienden a cinco millones de pesetas. Ambos esperan ayuda para recuperar la inversi¨®n y continuar con sus negocios. Como tantos, est¨¢n pendientes del Consorcio de Seguros, del Departamento de Agricultura, del de Industria, del Gobierno central o de la Diputaci¨®n.
La situaci¨®n de otros particulares no es mejor: Teresa Segura vive enfrente del taller de G¨®mez. Todav¨ªa no tiene luz. Y la lavadora le funciona gracias a un generador que la Administraci¨®n tuvo a bien ponerle. "Hasta que se sequen las paredes no nos pueden dar corriente", se?ala. Ninguna evaluaci¨®n de los desperfectos en una casa en la que no funcionan el frigor¨ªfico ni la cocina, ni tiene agua caliente.
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