M¨¢s de los unos y de los otros
Xabier Arzalluz ha vuelto a provocar el esc¨¢ndalo. Hablar de irresponsabilidad en su caso es ya poco decir. Sus declaraciones rayan en la frivolidad y en la bufonada, y ese es un lujo que tal vez me lo pueda permitir yo, pero no el presidente del principal partido pol¨ªtico vasco. Claro que Arzalluz parece ya dispuesto m¨¢s a representar el papel de Arzalluz que a otra cosa, y a reivindicar su derecho ciudadano a pensar libremente sobre cualquier tema. Se permite as¨ª expresiones como "no s¨¦ lo que piensa Ibarretxe", marcando de esa forma una distancia que lo aisla casi de toda responsabilidad y lo sit¨²a en una posici¨®n tit¨¢nica de yo contra quien venga: ¨¦l dice esto y lo de m¨¢s all¨¢ porque tiene derecho a opinar as¨ª. Su actitud se asemeja a la del orgulloso acosado, que acaba queriendo ser testimonio vivo de su propia soberbia. Y me parece muy bien que act¨²e as¨ª, pero no por ello deja de ser presidente del partido que nos gobierna y de empa?ar con sus palabras a su propio partido. Y quien calla otorga. Si el partido no descalifica a Arzalluz, nadie podr¨¢ impedir que los ciudadanos piensen que sus palabras son las del PNV. Y en esas estamos.Si dejamos a un lado sus declaraciones sobre el Rh, que constituyen el lado buf¨®n de toda esta historia, hay en su otra entrevista reciente a El Peri¨®dico de Catalu?a algunas declaraciones que me parecen especialmente graves. As¨ª asegura que "si se llegase a un acuerdo sobre la autodeterminaci¨®n, habr¨ªa paz, ETA dejar¨ªa las armas". El tono apod¨ªctico de esa declaraci¨®n es el propio de alguien que ha perdido los papeles, porque una declaraci¨®n tan categ¨®rica, sin ning¨²n quiz¨¢ que la relativice, s¨®lo la puede hacer quien dirige la lucha armada. Lejos de m¨ª el pensar que ese sea el caso, pero quien puede dar p¨¢bulo a esa conjetura -y el tono de esa declaraci¨®n se lo da- est¨¢ ya descalificado para dirigir el principal partido pol¨ªtico de este pa¨ªs. Hay m¨¢s simplezas en sus declaraciones, m¨¢s incoherencias que lo dejan desnudo. As¨ª cuando responde a continuaci¨®n a la pregunta de si paz y autodeterminaci¨®n van unidas: "Por supuesto. El PNV defiende la autodeterminaci¨®n, pero no por la fuerza".
Ante esa respuesta no cabe sino dejar que nuestro demonio interior nos susurre que la fuerza la ponen los otros y que nos recuerde a continuaci¨®n aquello de que "unos mueven el ¨¢rbol y otros recogen las nueces". Porque si la ganancia de la paz es la autodeterminaci¨®n, aqu¨¦lla no se lograr¨¢ sin ganancia para su partido. Y la ganancia se conseguir¨¢ adem¨¢s a resultas de la fuerza, aunque ellos no sean partidarios de la fuerza, al menos de la propia. Claro que, como siempre, se encarga luego de diluir lo que pueda ser esa autodeterminaci¨®n hablando de ritmos, modos, referendos a diez a?os, etc. Es su gran juego, el de lanzar una pedrada contra un cristal y pretender despu¨¦s arreglarlo con esparadrapos. Un juego para enga?ar a los ni?os o a gente inmadura pol¨ªticamente. Puede que ese papel de gran padre le vaya bien dentro de su partido, pero los dem¨¢s ciudadanos ya no nos dejamos engatusar tan f¨¢cil.
Tambi¨¦n puede ser que todo lo que acabo de decir d¨¦ argumentos a quienes defienden que con el PNV no se puede ir a ninguna parte, es decir, a los otros. Palabras como las de Javier Arenas ante el pacto contra ETA propuesto por Rodr¨ªguez Zapatero me parecen inadmisibles. Arenas advirti¨® a los socialistas de que no busquen al PP para constituir una unidad "que signifique darle la raz¨®n parcial o totalmente a ETA". Esas palabras me suenan a chantaje pol¨ªtico, y a que se est¨¢ utilizando el terrorismo para convertir en un tab¨² pol¨ªtico toda postura que no avale el criterio del Gobierno o toda posible discusi¨®n. La unidad democr¨¢tica de nacionalistas y no nacionalistas ser¨¢ oportuna o no, posible o no, deseable o no. Y eso es discutible; pero si es deseable, los partidos no nacionalistas tendr¨¢n que ponerse de acuerdo sobre las condiciones que la hagan posible. Lo que, desde luego, no es deseable es sacar a pasear el anatema cada vez que alguien no nos dice am¨¦n, y comport¨¢ndose as¨ª, el PP no se diferencia mucho de los peneuvistas. A los ciudadanos vascos no nos importa tanto qui¨¦n nos vaya a gobernar como acabar con el terror, o al menos atemperarlo y garantizar un m¨ªnimo nuestra libertad y nuestra seguridad. Que eso se vaya a lograr mejor juntamente con el PNV o sin ¨¦l es algo, seguramente, discutible. Disc¨²tanlo pues, pero no proh¨ªban el debate.
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