Cuando Barcelona era una fiesta XAVIER MORET
Cuando Nazario se pone a hablar de la Barcelona de los a?os setenta y ochenta -de esos tiempos de "cuando de todo hace ya veinte a?os"-, se le ilumina la mirada. "?quella fue una ¨¦poca fant¨¢stica", dice. "Nos lo pas¨¢bamos bomba y La Rambla era una fiesta continua. Bastaba con sentarse en el Caf¨¦ de la ?pera y te encontrabas a todo el mundo y no tardabas en irte al Jazz Col¨®n o a la C¨²pula Venus a armarla. Ahora veo que todo est¨¢ m¨¢s institucionalizado. Ya no hay que buscarse la vida como antes. La calle ya no es lo que era y parece que no tiene sentido salir a provocar cuando hay locales para todo".Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Para la ciudad y para Nazario. Barcelona se ha vuelto una ciudad menos festiva, m¨¢s r¨ªgida, y Nazario ha pasado de ser un dibujante marginal que escandalizaba con sus tebeos clandestinos a un pintor cotizado. Hasta finales de mes, puede verse en Sevilla una exposici¨®n antol¨®gica que lleva su nombre -Nazario- y en la que se re¨²ne la obra hecha a lo largo de los ¨²ltimos treinta a?os. Desde Anarcoma y La Pira?a Divina hasta esos cuadros hiperrealistas que ahora tanto le gusta hacer, con la ventana que se abre a la plaza Reial como motivo principal y con bodegones que pueden contener un ramo de flores, un cenicero lleno o un libro abierto. Rastros de vida con la plaza al fondo.
"Todo tiene una continuidad", afirma Nazario. "A m¨ª nadie me ha regalado nada. Empec¨¦ con los c¨®mics marginales, luego me pas¨¦ a c¨®mics m¨¢s en serio y un buen d¨ªa, a partir de los c¨®mics, decid¨ª pintar cuadros que puedan colgarse de las paredes. Por suerte me ha ido bien, pero no ha sido f¨¢cil".
Nazario habla de todo esto desde su piso de la plaza Reial, un piso en el que vive desde hace ya 22 a?os. Desde su ventana, situada justo encima de la entrada de la calle del Vidre, Nazario ha visto c¨®mo ha ido cambiando esa Barcelona adonde lleg¨® por primera vez con 18 a?os. "Entonces la plaza estaba llena de hippies que iban camino de Formentera", cuenta. "Ahora se ve alg¨²n hippy de vez en cuando, camino de no s¨¦ d¨®nde, pero menos. Est¨¢n los borrachos de siempre, los alcoh¨®licos sin fronteras, los vendedores de chocolate y de coca, los tironeros, los secretas... Hace unos cinco a?os, cuando robaban el bolso a alguien, o¨ªamos los gritos desde la ventana que da a la plaza y, desde la otra, ve¨ªamos correr al ladronzuelo por la calle del Vidre...".
A Nazario le gustaba m¨¢s la plaza ajardinada de antes del 92. Ahora le sobra la mole del Liceo, que sobresale como un armatoste amenazador por encima de las azoteas de la plaza, y las meadas y la basura maloliente. "La plaza sigue siendo un sitio importante de Barcelona", dice. "Para algunos es la sala de estar adonde vienen a tomar el sol y para otros es lo m¨¢s parecido a un patio de la c¨¢rcel Modelo. Yo llegu¨¦ a Barcelona en el 76 y el cari?o que le tengo a la plaza Reial s¨®lo es comparable al que tengo por Sevilla".
Como prueba de ese cari?o, Nazario muestra orgulloso su extensa colecci¨®n de postales de la plaza, en la que puede verse c¨®mo ha ido evolucionando desde que se inaugur¨®, en 1848. Tambi¨¦n tiene billetes de la loter¨ªa con la que se recogieron fondos para construir la plaza, numerosas fotograf¨ªas de ¨¦poca y hasta la medalla del tercer premio del Concurso de Proyecto de la Plaza Reial.
"Antes Barcelona estaba m¨¢s viva", sigue recordando Nazario. "Ven¨ªan grupos como los de Lindsay Kemp, el Magic Circus, el Living Theatre... En las inauguraciones nos encontr¨¢bamos todos. Com¨ªamos jam¨®n y pan con tomate en la Maeght, por ejemplo, y luego nos ¨ªbamos a la C¨²pula Venus, al Diana, al Cibeles, a los Enfants o adonde fuera. Siempre ¨¦ramos amigos de alguien que nos dejaba pasar. Ten¨ªamos barra libre en distintos sitios, aunque Oca?a no beb¨ªa. No le hac¨ªa falta. Se pon¨ªa las pilas naturales y siempre acababa despelot¨¢ndose. Recuerdo que en el M¨¤gic vimos las primeras pel¨ªculas de Almod¨®var. Eran mudas y ¨¦l pon¨ªa todas las voces en directo. Si hac¨ªa falta cantaba como Olga Guillot...Eran buenos tiempos".
A Nazario no le invade la nostalgia cuando habla del reciente cierre de Zeleste. Como muchos opina que Zeleste "muri¨®" cuando se alej¨® de la calle de la Plateria. "El viejo Zeleste lo inauguramos pr¨¢cticamente nosotros", dice. "A veces nos echaban, pero era divertido. Recuerdo la m¨²sica de Sisa y de Pau Riba, las noches con mucho alcohol...". Por la memoria de Nazario pasan los tiempos del tebeo clandestino El Rrollo Enmascarado, de las juergas que montaban en la comuna de la calle del Comer?, cuando compart¨ªa piso con Mariscal y otros, y de las dificultades que ten¨ªa para abrirse camino como dibujante. "No era nada f¨¢cil, pero siempre acababas mont¨¢ndotelo", afirma. Y a continuaci¨®n, al contemplar los nuevos tiempos, a?ade: "La Barcelona de ahora es seguramente m¨¢s aburrida, pero me imagino que los j¨®venes siempre encuentran la manera de pasarlo bien. Ahora hay cosas que no hab¨ªa antes, como los fanzines, las ONG, los okupas... Siempre hay muchas cosas para enrollarse. No creo que porque la Barcelona de ahora sea m¨¢s triste, los j¨®venes no se lo pasen bien. Habr¨ªa que preguntarles a ellos, porque yo ya hace a?os que dej¨¦ se salir, y de beber y de fumar...".
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