Igualdad religiosa y poderes p¨²blicos XAVIER RIUS-SANT
La falta de una decisi¨®n del Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat sobre la participaci¨®n que deben tener en la construcci¨®n de una mezquita suficientemente amplia para los musulmanes de Barcelona y su entorno puede provocar un absurdo conflicto con la comunidad isl¨¢mica. Existe un malestar expresado hace a?os que ha aumentado ¨²ltimamente por la insuficiente capacidad de la docena de lugares de culto que hay en el ¨¢rea barcelonesa.Los musulmanes se quejan de que no encuentran locales dignos y lamentan que no se hayan desarrollado ni aplicado los acuerdos firmados en 1992 entre el Gobierno espa?ol y la Comisi¨®n Isl¨¢mica de Espa?a, que les garantizan los mismos derechos que a la Iglesia cat¨®lica, en especial que los contribuyentes musulmanes puedan indicar en su declaraci¨®n de renta el deseo de que un porcentaje de sus impuestos sea destinado a los centros de culto. La falta de unidad entre los distintos grupos de la Comisi¨®n Isl¨¢mica, especialmente entre la Federaci¨®n de Entidades Religiosas Isl¨¢micas y la Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas de Espa?a, ha sido una de las causas por las que el Gobierno central ha justificado tantas veces su demora en desarrollar este acuerdo. Pero seg¨²n los colectivos musulmanes esto s¨®lo ha sido una excusa del Gobierno, que no desea tratarles en igualdad de derechos con la Iglesia cat¨®lica.
Pero tan cierto como que tienen todo el derecho a exigir esa parte de sus impuestos al Gobierno central es que, en principio, no corresponde ni a las administraciones municipales ni a la auton¨®mica financiar los problemas de goteras o de calefacci¨®n del seminario conciliar, del sal¨®n del reino de los Testigos de Jehov¨¢ de Horta, de la iglesia evang¨¦lica de la calle de Tallers ni de ninguna de las mezquitas existentes. Y la problem¨¢tica para conseguir locales para las mezquitas de barrio en el Raval o en L'Hospitalet de Llobregat no es muy distinta de la que tienen los inmigrantes para encontrar viviendas dignas. Y en este contexto entra en escena el ofrecimiento del Gobierno de Arabia Saud¨ª para financiar -y tal vez mantener y dirigir- la nueva mezquita de Barcelona si el Ayuntamiento y la Generalitat colaboran.
La experiencia del Centro Cultural Isl¨¢mico de Madrid, construido por el Gobierno saud¨ª, que imparte una visi¨®n del islam que no coincide con la de la mayor¨ªa de la comunidad musulmana de Espa?a y una doctrina social en ciertos aspectos antag¨®nica al principio de laicidad de la sociedad y universalidad de los derechos humanos, fren¨® hace dos a?os el apoyo de las autoridades barcelonesas y catalanas a la oferta saud¨ª.
Barcelona dispone de la ocasi¨®n del F¨°rum 2004 para asumir la construcci¨®n de esa necesaria mezquita y poder prescindir as¨ª de la oferta saud¨ª. Ello podr¨ªa ser una muestra de discriminaci¨®n positiva. Pero nadie niega que son los musulmanes los ¨²nicos que carecen de un centro de culto digno en Barcelona. Y asumir total o parcialmente la construcci¨®n de esta mezquita ser¨ªa ya una respuesta razonable a las demandas de la importante comunidad musulmana. Y acto seguido el Ayuntamiento, la Generalitat y el mismo Parlament deber¨ªan sumarse a las exigencias para que se desarrolle el acuerdo de 1992 sobre cooperaci¨®n entre el Estado y la comunidad isl¨¢mica, porque es ese el marco donde los contribuyentes musulmanes deben obtener fondos p¨²blicos para sostener sus mezquitas en igualdad de derechos y obligaciones con las otras confesiones religiosas. Una igualdad que el Gobierno central quiz¨¢ no desee y que ahora parece asustar al presidente de una Catalu?a donde viven y trabajan cada vez m¨¢s ciudadanos musulmanes.
Xavier Rius-Sant es periodista.
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