Flacos
La Comunidad de Madrid va a controlar la publicidad para que divulgue im¨¢genes de personas que, a su juicio, est¨¦n excesivamente flacas.El juicio aludido se supone que se referir¨¢ al de los pol¨ªticos y altos funcionarios del ente auton¨®mico.
He aqu¨ª unos pol¨ªticos y unos funcionarios que no se cortan un pelo. Se atreven a dictar el canon del aspecto saludable del ser humano; y lo que no se ajuste al canon, condenarlo a censura.
La frivolidad y la desfachatez elevadas al cubo: he aqu¨ª.
No se crea, sin embargo, que es pretensi¨®n de alg¨²n que otro pol¨ªtico o ejecutivo con delirios de grandeza. Se trata de un acuerdo del pleno de la Asamblea, por el que da un plazo de seis meses al Gobierno regional para que emprenda un plan relativo a los trastornos del comportamiento alimentario -fundamentalmente la anorexia nerviosa y la bulimia-, con el fin de prevenir las mencionadas patolog¨ªas. Y a estos efectos - a?ade, en un arrebato que parece inspirado en el orgullo ario-, la Comunidad arbitrar¨¢ un control destinado a que la publicidad "no utilice im¨¢genes de j¨®venes con un peso inferior a unos l¨ªmites saludables" y a su vez "fomente modelos corporales m¨¢s acordes con la realidad".
Como si la anorexia tuviese algo que ver con la publicidad; como si se pudiera prohibir; como si el Gobierno regional contara entre sus funciones establecer el modelo corporal, peso y talla, que debe regir en la comunidad madrile?a.
A veces se crean estrafalarios estados de opini¨®n con argumentos de Perogrullo, aprovechando la alarma social que despiertan determinados problemas. Es el caso de la anorexia nerviosa, que lleva peligro de muerte a quien la padece, y en cualquier caso un intenso drama, extensivo a su entorno familiar. Y pues el canon de la belleza lo han centrado en la delgadez, y sobre la pasarela desfilan modelos que se pasan de escu¨¢lidos, mucha gente sencilla (y algunos pol¨ªticos de escaso caletre) establece una elemental relaci¨®n de causa a efecto: los j¨®venes, principalmente mujeres, no comen para tener figura de modelos, y acaban anor¨¦xicos.
Pero no es verdad.
La anorexia es una enfermedad con enorme incidencia mental que se caracteriza por un miedo terror¨ªfico a ganar peso, consecuencia de la falsa imagen que se tiene del propio cuerpo. La ciencia llama a este fen¨®meno dismorfofobia. Es decir, que el anor¨¦xico, pese a someterse a una dieta brutal que le conduce a la desnutrici¨®n, se mira en el espejo y se sigue viendo gordo.
No est¨¢ demostrado que los anor¨¦xicos sean aficionados compulsivos a la pasarela, aspirantes a tener cuerpo de modelo. Incluso es probable que todo eso les traiga sin cuidado. S¨ª hay abundante casu¨ªstica, en cambio, acerca de la depresi¨®n que suelen padecer los anor¨¦xicos, de su baja estima, de su convencimiento de que no est¨¢n enfermos, por lo que se niegan a ir al m¨¦dico.
Prohibir¨¢ la Comunidad de Madrid los anuncios publicitarios con gente flaca y no habr¨¢ contribuido a solucionar en nada el problema de la anorexia.
Lo prohibir¨¢, naturalmente, si puede, porque probablemente incurrir¨ªa en inconstitucionalidad. Ciertamente, uno se pregunta c¨®mo se puede establecer el peso m¨ªnimo que han de tener los personajes de los anuncios; con qu¨¦ criterio se definen "el aspecto saludable de los actores" y sus "modelos corporales acordes con la realidad".
Y a mayor abundamiento: con qu¨¦ descarada prepotencia y sobre la base de qu¨¦ vigente ley pueden prohibir a ning¨²n ciudadano que se divulgue su imagen (y se gane as¨ª la vida) s¨®lo porque est¨¢ flaco y su aspecto no les parece saludable a un grupo de prep¨®sitos absurdos e impresentables.
Todos los grupos pol¨ªticos han apoyado esta monumental tonter¨ªa. Qu¨¦ nivel. Aunque quiz¨¢ sea porque va metida a mogoll¨®n dentro de un conjunto de propuestas con mayor fundamento, encaminadas a intentar solucionar el problema de la anorexia nerviosa que, al parecer, aumenta entre la juventud de todas las comunidades y tambi¨¦n la madrile?a. Por ejemplo, un estudio de los h¨¢bitos alimentarios en la regi¨®n, u otro epidemiol¨®gico sobre la prevalencia de la anorexia y la bulimia.
A estos pol¨ªticos censores s¨®lo les falta prohibir a los canijos que salgan de casa. Y, de paso, que se mueran los feos.
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