Un 'siete' en el traje econ¨®mico
Previsiones
El 4% interanual en que se ha situado la inflaci¨®n en el mes de octubre es algo m¨¢s que un simple descosido en el traje econ¨®mico dise?ado por el Gobierno. Es un roto, un siete de dif¨ªcil remiendo. Nunca, desde que el PP gan¨® las primeras elecciones en marzo de 1996 y form¨® su primer Gobierno (con el IPC en el 3,6%), se hab¨ªa que enfrentar a una cifra tan rotunda y elevada: 4%.En realidad, la inflaci¨®n, una preocupaci¨®n constante para cualquier gobernante que se precie, no dio m¨¢s que alegr¨ªas al Ejecutivo durante dos largos a?os. El responsable de Econom¨ªa, Rodrigo Rato, encontr¨® el ¨ªndice de precios en el 3,5% (cuando en abril accedi¨® al Gobierno tras dos meses de interinidad socialista) , bien es verdad que con una acusada tendencia a la baja desde principios de los noventa y en dos a?os (diciembre de 1998) pudo presumir de un deslumbrante e hist¨®rico 1,4%. Claro que eran otros tiempos, con el petr¨®leo a precios de saldo (lleg¨® a menos de 10 d¨®lares por barril), la econom¨ªa en pleno despegue, los sindicatos en ejercicio constante de moderaci¨®n y la UE en proceso de ajuste para presentar sus cuentas limpias de cualquier borr¨®n.
Las magn¨ªficas noticias acerca de la evoluci¨®n de los precios comenzaron a transformarse simplemente en buenas noticias en 1999. Desde enero de dicho a?o, con un periodo de estabilidad en los meses centrales del ejercicio (el IPC se congel¨® en el 2,2%), los precios rompieron la tendencia y comenzaron a subir mes a mes de forma constante.
Con la econom¨ªa echando humo por todas las toberas y un ritmo de crecimiento muy por encima de la media de los pa¨ªses de la UE -hecho que nunca ha dejado de resaltar el Ejecutivo-, los precios comenzaron en septiembre de 1999 una escalada preocupante. No por casualidad, el cambio de tendencia coincidi¨® con la publicaci¨®n de todo tipo de r¨¦cords en los indicadores econ¨®micos: de ventas de autom¨®viles, de viviendas construidas, de hipotecas, de viajeros, de ocupaci¨®n hotelera y de beneficios empresariales. Esa tendencia preocupante, que seg¨²n el Gobierno es la consecuencia en buena parte de elementos externos, sobre todo el petr¨®leo, se ha convertido con el dato del 4% de octubre en todo un aldabonazo.
Como es natural, la oposici¨®n se ha apresurado a destacar el desgarr¨®n que muestra el traje econ¨®mico del Gobierno. Si el roto se mantiene en noviembre (y no hay se?ales que indiquen lo contrario), el Ejecutivo tendr¨¢ que revisar sus previsiones y atender la p¨¦rdida de poder adquisitivo sufrida por los pensionistas, cuyas prestaciones aumentaron un 2%, de acuerdo con la estimaci¨®n de los presupuestos del 2000. No es ninguna broma. La revisi¨®n puede salir a las arcas p¨²blicas por m¨¢s de 300.000 millones. Y sin contar lo que suban los salarios por la revisi¨®n de convenios (al menos el 65% tienen cl¨¢usula de revisi¨®n). Por no hablar del enfado de los funcionarios, a los que se aumentar¨¢ el 2% (IPC previsto) y ven razones para protestar.En este contexto, el PSOE ha mirado atr¨¢s para buscar, contrastar y, si es posible, resaltar lo que consideran escasa capacidad del Gobierno para sujetar los precios. En este sentido, la formaci¨®n que encabeza Rodr¨ªguez Zapatero record¨® ayer que los Gobiernos socialistas, desde octubre de 1982 hasta abril de 1996, consiguieron rebajar la inflaci¨®n 10,3 puntos, con lo que pas¨® del 13,8% al 3,5%.
Pero agua pasada no mueve molino. Lo importante ahora, seg¨²n los especialistas, es c¨®mo impedir que la ruptura de la cifra psicol¨®gica del 4% de inflaci¨®n se consolide. Desde la oposici¨®n se han multiplicado las cr¨ªticas hacia la liberalizaci¨®n de mercados llevada a cabo por los Gobiernos de Aznar. Animar la competencia, especialmente en servicios, es la receta que m¨¢s extienden quienes ven en la evoluci¨®n de los precios algo m¨¢s que un dato estad¨ªstico preocupante.
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