Converg¨¨ncia y el futuro
Converg¨¨ncia Democr¨¢tica de Catalu?a -el partido de Jordi Pujol- ha hecho por primera vez un Congreso presidido por la sombra del futuro, es decir, por la sucesi¨®n del presidente. Cuando los partidos van bien, tienen el poder y no vislumbran amenaza seria alguna que pueda llevarles a perderlo nunca piensan en el futuro. Cuando en un partido se empieza a hablar del futuro es que algo va mal, que hay indicios de que su tiempo en el poder se acaba. Es la ley del autismo de partido que afirma que, bajo el principio de no plantearse nunca un problema que va a traer mayores problemas, los l¨ªderes llegan siempre al final de ciclo dejando el partido sin aliento para dar el nuevo salto. Todas las ideas congeladas por el imperativo del presente (si es que las hay), todas las ambiciones soterradas (por la autoridad del que manda) est¨¢n listas para emerger. Tengo la impresi¨®n de que los partidos mejor preparados para resolver sus problemas de sucesi¨®n son los organizados en tendencias. Puesto que el debate forma ya parte del juego interno, la crisis de sustituci¨®n se encauza con mayor naturalidad. En Converg¨¨ncia preocupa el futuro, signo inequ¨ªvoco de que su ciclo triunfal se acaba. Por si esta se?al no fuera suficiente basta con mirar el ambiente: esc¨¢ndalos, rivalidades, desencuentros ideol¨®gicos, todos los elementos indicativos de que el partido ha entrado en la pendiente.Esc¨¢ndalos: los partidos anudan la corrupci¨®n en sus momentos ¨¢lgidos, cuando no hay todav¨ªa descontentos en la familia, cuando nadie se atreve a poner el ojo en las rendijas y cuando la opini¨®n p¨²blica no tiene ganas de recibir malas noticias de ellos. Luego, cuando empieza el declive, estallan. Ha habido muchos rumores sobre irregularidades en el mundo de CiU, pero pocas concreciones. Pujol lo ha tenido siempre claro: cuando un caso ha emergido a la luz p¨²blica ha respondido con una cabeza cortada (los nombres de los consellers Cullell, Roma y Planadesmunt lo certifican). Ahora llega al Parlamento catal¨¢n el caso Pallerols, la desviaci¨®n irregular de fondos comunitarios desde la Conselleria de Trabajo al entorno de Uni¨®. Es un tema viejo, Pujol sab¨ªa de ¨¦l por lo menos desde 1994. Como ocurre casi siempre, el caso se filtra desde dentro -siempre hay alg¨²n despechado que guarda papeles-, llega a la prensa con indudable regocijo convergente -que ve c¨®mo el vistoso l¨ªder de Uni¨® queda atrapado en el fango cuando hab¨ªa emprendido con imprudente antelaci¨®n la carrera sucesoria- y acaba afectando a la credibilidad del Gobierno entero. Todos los elementos (vejaciones, desencuentros, rivalidades, resentimientos y descr¨¦dito de una mayor¨ªa que lleva demasiado tiempo en el poder) est¨¢n servidos para que la lista de los casos aumente r¨¢pidamente.
En el interior de la familia convergente, Pujol todav¨ªa tiene autoridad, aunque cada vez son m¨¢s los que dicen en privado lo que se dec¨ªa de Felipe Gonz¨¢lez antes de su renuncia: es el principal activo del partido y tambi¨¦n su principal problema. Pero el PSOE ten¨ªa cien a?os de historia y Converg¨¨ncia no ha conocido historia alguna sin Pujol. Pere Esteve se retir¨® enseguida de la carrera sucesoria. Y Xavier Tr¨ªas abandon¨® antes de ser candidato o fue inducido a abandonar. Artur Mas quedaba como ¨²nico heredero, puesto que el ej¨¦rcito roquista -con su general a la cabeza- hab¨ªa sido ya desmantelado. Al otorgar la primogenitura a Mas, Pujol frena la rivalidad interna y limita el margen de maniobra de Dur¨¢n. Empieza un ejercicio de desgaste, con el PP enredando con un objetivo muy preciso: que Dur¨¢n se presente tambi¨¦n a las elecciones y rompa la coalici¨®n porque s¨®lo si hay tres candidatos de la derecha el PP puede tener alguna opci¨®n.
En fin, los desencuentros ideol¨®gicos. Soberanismo y moderaci¨®n han sido los dos pilares del pujolismo: soberanismo en los discursos y pragmatismo absoluto en el hacer cotidiano. S¨®lo que las luces del aznarismo han fascinado a muchos en Converg¨¨ncia y en Uni¨®, que han encontrado en el centrismo la verdad insuperable de nuestro tiempo. Y que descubren ahora algo muy viejo: que Catalu?a es un pa¨ªs nacional¨ªsticamente tibio. Pujol ha intentado empezar el cambio sin que se notara demasiado. Ha nombrado n¨²mero dos, pero ¨¦l sigue siendo el n¨²mero uno. Pero cuando el futuro llama a la puerta de un partido siempre acaba entrando. Normalmente, en forma de crisis. Maragall espera agazapado en un sonoro silencio.
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