Empecinamiento
Al d¨ªa siguiente de que Francia y el Reino Unido anunciaran descensos en sus tasas de inflaci¨®n, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica informa de que el IPC ha aumentado en Espa?a tres d¨¦cimas en el mismo mes de octubre y que la tasa anual sube hasta el 4%. Comportamientos tan divergentes en pa¨ªses de una misma zona econ¨®mica y que sufren el mismo desaf¨ªo del encarecimiento del crudo dicen mucho sobre la seriedad con que unos u otros se toman el control de los precios y las pol¨ªticas activas para combatir la inflaci¨®n.La inflaci¨®n subyacente, que excluye productos energ¨¦ticos y alimentos frescos, subi¨® en octubre una d¨¦cima, hasta el 2,8% interanual, lo que alienta el temor de que se mantenga la tendencia alcista. Pese a ello, frente a la evidencia de la mala evoluci¨®n de los precios, el Gobierno sigue haciendo un discurso escapista. Ayer, el secretario general de Pol¨ªtica Econ¨®mica reincid¨ªa en atribuir el repunte inflacionista a la depreciaci¨®n del euro, causante, seg¨²n ¨¦l, de la ca¨ªda de medio punto en la inflaci¨®n acumulada en lo que va de a?o. El Ejecutivo no se da por enterado de que los hechos desmienten con tozudez sus excusas. Ya no se puede argumentar que el crecimiento es responsable de una mayor inflaci¨®n relativa, puesto que las tasas de crecimiento de Espa?a y el resto de los pa¨ªses de la zona se est¨¢n aproximando; tampoco se puede agitar en exclusiva el espantajo del petr¨®leo y del euro sin exponerse a la pregunta inc¨®moda de por qu¨¦ afectan menos a los precios de otros pa¨ªses.
La inflaci¨®n de octubre coloca a la econom¨ªa espa?ola en posici¨®n muy delicada. Gracias en parte a la pasividad del Gobierno, que no ha sido capaz de enfrentarse a las liberalizaciones efectivas en los mercados estrat¨¦gicos -combustibles, electricidad, comunicaciones, transporte-, el encarecimiento de la energ¨ªa y la permanente sobreinflaci¨®n en los servicios han acabado por contaminar a los precios de las manufacturas. El Ejecutivo ha perdido la credibilidad sobre las previsiones para defender la moderaci¨®n salarial; lo probable es que, a partir de ahora, trabajadores del sector privado y funcionarios empiecen a proteger su poder adquisitivo con las cl¨¢usulas de revisi¨®n de los convenios o demandando a la Administraci¨®n subidas superiores a las de los Presupuestos. Por lo pronto, la revisi¨®n de las pensiones puede costarle al Estado unos 300.000 millones. A la larga resultar¨¢ mucho m¨¢s caro el empecinamiento en mantener el objetivo de inflaci¨®n en el 2%, como si la realidad estuviese equivocada. Trabajadores y consumidores ya est¨¢n comprobando en sus carnes que el Gobierno no pone en pie una pol¨ªtica econ¨®mica capaz de frenar el deterioro de sus rentas. Los buenos tiempos han cambiado.
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