Nacionalismo reactivo
A comienzos de siglo, un embajador franc¨¦s escribi¨® a Par¨ªs que "en Espa?a no existe un patriotismo ferviente, sino un vago amor propio nacional y sentimientos regionalistas muy enraizados". Esta cita, que se contiene en el reciente libro de Bachoud acerca de Franco, parece haber correspondido a la m¨¢s estricta realidad en la ¨¦poca, pero tambi¨¦n ser aplicable a etapas muy posteriores como la transici¨®n. El nacionalismo espa?ol contempor¨¢neo, entendiendo por ¨¦l algo tan honesto y suscribible como el orgullo colectivo ante una tarea com¨²n realizada o en proyecto, ha sido en general d¨¦bil. Otra cosa es que a veces no haya sido tambi¨¦n reactivo con los peores resultados tanto para los nacionalismos o regionalismos perif¨¦ricos como para el conjunto de los espa?oles. En los a?os veinte, en la prensa de derechas abundaban diatribas anticatalanistas asegurando, por ejemplo, que Camb¨® dec¨ªa venir a Madrid a proporcionar tila pero en realidad se llevaba la "tela". A comienzos de los a?os treinta fueron escritos los dos libros m¨¢s exacerbadamente unitaristas de la historia espa?ola, la Defensa de la Hispanidad de un vasco, Maetzu, y el Genio de Espa?a, de Gim¨¦nez Caballero (1932). De ah¨ª a la preferencia de Calvo Sotelo por una Espa?a roja en vez de rota s¨®lo hab¨ªa un paso.No conviene exagerar los paralelismos ni exagerar las responsabilidades, pero no cabe la menor duda de que los sentimientos de identidad colectiva crecen y acaban formul¨¢ndose como teor¨ªas siempre en relaci¨®n con sus competidores y con sus alternativas. Frente a lo que se suele pensar, el afecto por la pertenencia a una colectividad no es un producto de un provincianismo enfermizo, sino algo espont¨¢neo que puede ser bien o mal enderezado. En el segundo caso tendr¨¢ resultados devastadores. Isaiah Berlin dec¨ªa que el nacionalismo era como una rama doblada que si se suelta bruscamente puede golpear como un latigazo y hacer mucho da?o.
El nacionalismo espa?ol ha sido d¨¦bil desde 1975 hasta la d¨¦cada de los noventa. Ahora existe y nace de factores hasta cierto punto justificables, tiene sus portavoces intelectuales y, aunque permanece en gran parte como un estado germinal y, por lo tanto, pl¨¢stico y modificable, a medio plazo quiz¨¢ se convierta en peligroso. Resulta absolutamente racional que exista un orgullo espa?ol porque es mucho lo que como colectividad hemos hecho en los ¨²ltimos tiempos. Es obvio que algunos de los acusados de espa?olismo en el Pa¨ªs Vasco son simples antagonistas del PNV. Pero Vidal Quadras, Jim¨¦nez Losantos o Alonso de los R¨ªos son nacionalistas espa?oles, a lo que tienen tambi¨¦n perfecto derecho. En mi opini¨®n, lo son de forma reactiva y poco respetuosa para la pluralidad espa?ola.
Lo que importa no es lo que escriban, sino la audiencia que tengan, y eso deriva de la propia actitud de los nacionalistas perif¨¦ricos. Ahora mismo la gran m¨¢quina productora de un nacionalismo espa?ol de la peor clase se llama Arzalluz. Azor¨ªn se hizo reaccionario por asco de la gre?a jacobina y ahora otro g¨¦nero de pelambrera norte?a parece tener los mismos detestables resultados. En vano se le pone una especie de traductor simult¨¢neo en Madrid (Anasagasti) o un edulcorante intenso en Vitoria (Ibarretxe): nunca decepciona a jocunda hinchada madrile?a que necesita pocos argumentos pero se los proporciona hasta la sobreabundancia. La labor de los analistas pol¨ªticos es procurar encontrar una l¨®gica interna a las actitudes de los hombres p¨²blicos, pero saben tambi¨¦n que a veces la pura y simple senilidad convierte en h¨¦roes de un cuarto de hora a personas que sencillamente no est¨¢n a la altura. Largo Caballero fue llamado el "Lenin espa?ol", pero si Lenin hubiera sido como ¨¦l hubi¨¦ramos tenido muchos a?os de zarismo.
Si uno ama a su pa¨ªs debe ser consciente, como m¨ªnimo, de que no debe contribuir a dividirlo en dos, los que dicen que los del PNV son de ETA y los que aseguran que a los no nacionalistas se les pone cara de Franco. Tiene que saber que resulta tambi¨¦n imprescindible venderlo bien fuera y no asombrarse de que a base de gritar en los glaciares luego una avalancha de nieve acabe por sepultarlo. Sobre todo teniendo en cuenta que las encuestas sugieren lo poco que cambiar¨¢ el panorama pol¨ªtico en el Pa¨ªs Vasco tras unas elecciones.
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