Judicial y legislativo tienen capacidad para elegir presidente
Las m¨²ltiples c¨¢balas sobre el fin del proceso electoral mantienen a la expectativa a congresistas y jueces
ELECCIONES 2000Jueces del Tribunal Supremo y congresistas estudian estos d¨ªas qu¨¦ hacer en el vertiginoso caso de las presidenciales del a?o 2000. Los jueces, con discreci¨®n, y los pol¨ªticos, con fren¨¦tico intercambio de estudios e informes. La crisis de Florida abre la posibilidad de que los jueces acaben por decidir qui¨¦n es el presidente. Los constitucionalistas creen improbable que sea as¨ª de un modo directo y aventuran que, en el peor de los casos, ser¨¢ el Congreso el que intervenga para elegir presidente y vicepresidente. La situaci¨®n es tal que, en teor¨ªa, la C¨¢mara de Representantes podr¨ªa elegir presidente al republicano George W. Bush y el Senado, vicepresidente al dem¨®crata Joe Lieberman.El sistema de justicia norteamericano trabaja a un doble nivel, el propio de los 50 Estados, cada uno de los cuales cuenta con un Supremo, y un sistema federal (nacional). En los dos casos, la ¨²ltima instancia de apelaci¨®n es el Tribunal Supremo de Estados Unidos, radicado en Washington, que act¨²a como Tribunal Constitucional. En ambas v¨ªas tienen dem¨®cratas (estatal) y republicanos (estatal y federal) presentadas peticiones, que podr¨ªan elevar en caso de desacuerdo ¨²ltimo al Supremo de Estados Unidos. Las elecciones son competencia de los Estados y los tribunales de otras jurisdicciones son remisos a abordarlas. Harvey Rishikov, experto constitucionalista que fue colaborador de William Renquist, actual presidente del Tribunal Supremo, subraya el aspecto jurisdiccional. "Para llegar al Tribunal Supremo tiene que plantearse una cuesti¨®n constitucional y eso es dif¨ªcil", dice. El Supremo de Washington ve asuntos en los que se han violado derechos b¨¢sicos, como el que haya habido discriminaci¨®n racial ante las urnas, seg¨²n alega el dem¨®crata Jesse Jackson que ha ocurrido en Florida. Hasta ahora, la campa?a de Al Gore no ha presentado pruebas en esa direcci¨®n. Sus alegaciones tienen que ver con errores en el recuento de votos.
Rishikov cree que las posibilidades de que la crisis se resuelva en un tribunal nacional son muy escasas. La atenci¨®n est¨¢ centrada en el Supremo de Florida, que en un fallo de 1998 se?al¨® que los tribunales de ese Estado pueden anular elecciones si hay "dudas razonables de que los resultados oficiales expresen la voluntad de los votantes". Ha habido casos en el pasado de conflicto en consultas locales, pero nunca se han enfrentado los tribunales a la perspectiva de anular unos resultados en todo el Estado.
Todo es terreno no explorado, que cada d¨ªa ofrece nuevas sorpresas. El repetir la votaci¨®n, como reclaman algunos perjudicados, parece entrar en contradicci¨®n con el principio sentado por el Supremo de Estados Unidos de que la consulta electoral se ha de hacer en todo el pa¨ªs el mismo d¨ªa.
Los parlamentarios se preparan para actuar. Tom DeLay, jefe del grupo republicano en la C¨¢mara de Representantes y un aut¨¦ntico halc¨®n, ha enviado un informe de dos p¨¢ginas a todos los congresistas republicanos donde, sin mencionar ning¨²n nombre ni ning¨²n Estado, les recuerda que C¨¢mara y Senado pueden repudiar cualquier resultado que les presente el Colegio Electoral si lo consideran viciado. Samuel Issacharoff, de la Universidad de Columbia y coautor de The Law of Democracy (La ley de la democracia), cree que el Congreso no se quedar¨ªa cruzado de brazos si Gore sale elegido con menos de 270 votos en el Colegio Electoral. DeLay tambi¨¦n podr¨ªa lanzar sus huestes contra Gore si el vicepresidente gana Florida con el voto contado a mano, sufragio al que se oponen los republicanos.
Basta que un representante y un senador objeten el 6 de enero, en la reuni¨®n conjunta de ambas C¨¢maras para conocer el resultado de la votaci¨®n del Colegio Electoral, para que quede paralizada la elecci¨®n. Las dos C¨¢maras discutir¨ªan por separado y en caso de no haber acuerdo la C¨¢mara de Representantes elegir¨ªa presidente y el Senado, vicepresidente. En la C¨¢mara baja, los representantes se agrupar¨ªan por Estados y cada Estado emitir¨ªa un voto en funci¨®n de su mayor¨ªa ideol¨®gica (a falta de resultados definitivos, probablemente 28 republicanos, 18 dem¨®cratas y cuatro delegaciones empatadas), lo que favorece a Bush. En el Senado cada senador tiene un voto y, a la espera de un esca?o a¨²n no atribuido, es posible un empate a 50. El desempate lo deshar¨ªa el presidente del Senado, Al Gore.
En caso de que llegara el 20 de enero (Inauguration Day) sin que las C¨¢maras hubieran elegido presidente y vicepresidente, asumir¨¢ la presidencia interinamente el speaker (presidente) de la C¨¢mara, el republicano Dennis Hastert. Si renuncia a ello, el m¨¢s anciano de los senadores, Storm Thurmond, que el mes que viene cumple 98 a?os. El orden sucesorio sigue con los secretarios de Estado, Tesoro y Defensa y dem¨¢s ministros. Madeleine Albright, la secretaria de Estado, queda descartada por haber nacido en la antigua Checoslovaquia, por lo que el tercero seg¨²n la ley de Sucesi¨®n Presidencial ser¨ªa Lawrence Summers, secretario del Tesoro.
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