El destino tr¨¢gico de la dinast¨ªa Agnelli
El suicidio de Edoardo, primog¨¦nito del empresario de Fiat, ¨²ltimo acto del drama de la familia 'real' italiana
A las siete y cuarto de la ma?ana del mi¨¦rcoles 15 de noviembre, Edoardo Agnelli, de 46 a?os, heredero fallido del grupo privado m¨¢s importante de Italia, la Fiat, abandon¨® su villa en las colinas de Tur¨ªn a bordo de su coche, un Fiat Croma, con la decisi¨®n de no regresar jam¨¢s. Bajo el traje de terciopelo marr¨®n vest¨ªa a¨²n el pijama. Condujo, nadie sabe durante cu¨¢nto tiempo, hasta llegar a un punto concreto de la autopista Tur¨ªn-Savona: el acueducto de Fossano. Una vez all¨ª, fren¨® el coche, hizo con el tel¨¦fono m¨®vil una llamada a su ch¨®fer para pedir que pospusiera una cita con el dentista, baj¨® del autom¨®vil sin molestarse en apagar el motor y se arroj¨® desde el punto m¨¢s alto del puente, de 80 metros de altura.Se consumaba as¨ª el ¨²ltimo acto de un drama personal que ha vuelto a colocar a la familia Agnelli bajo la luz escrutadora de la desgracia. En el coche abandonado, la polic¨ªa encontr¨® dos tel¨¦fonos m¨®viles, una agenda electr¨®nica y un bast¨®n con el pu?o de marfil. Toda una met¨¢fora de la brillante posici¨®n social de su due?o.
La herencia de los Agnelli se hab¨ªa convertido, sin embargo, en una carga demasiado pesada para Edoardo, bautizado con el nombre del abuelo, muerto a su vez a los 43 a?os, en un accidente absurdo. La h¨¦lice de un avi¨®n le golpe¨® en la cabeza y le mat¨® en el acto. El ¨¢rbol frondoso de la familia m¨¢s poderosa de Italia ha dado a veces frutos inmaduros, demasiado delicados para afrontar el juego dur¨ªsimo de poder que se desarrolla por detr¨¢s de su fachada glamourosa, aristocr¨¢tica, bella. Tambi¨¦n muri¨® prematuramente, a los 36 a?os, Giorgio, hermano menor del Avvocato, de car¨¢cter inestable. Y entre los otros hermanos, Giovanni, el actual presidente honorario del grupo, y Umberto, que preside la financiera de la familia, ha habido durante a?os rivalidades y problemas.
Pero como en las casas reales, en la familia Fiat ha primado siempre el instinto de continuidad. Las desavenencias se han desvanecido sistem¨¢ticamente ante la urgencia de encontrar el Agnelli adecuado para llevar el tim¨®n del grupo. Si Umberto no pudo ser el heredero, por razones internas de la empresa, su hijo mayor, Giovanni Alberto, parec¨ªa la persona indicada para ello. Por eso fue doblemente brutal el golpe de su muerte, v¨ªctima de un tumor, a los 33 a?os, en diciembre de 1997. Su madre, Antonella Bechi Piagio, falleci¨® poco despu¨¦s, incapaz de superar el dolor.
El poderoso clan tiene sus normas r¨ªgidas, reparte papeles entre sus integrantes, aprueba y suspende conductas y temperamentos. Edoardo hubiera querido ser el sucesor del padre al frente del gran imperio Fiat, pero el grupo no pod¨ªa permitirse una direcci¨®n incierta. Lo que hac¨ªa y dec¨ªa no se ajustaba al esquema de manager requerido.
Dicen que el rechazo paterno le hizo perder seguridad y le fue arrinconando a posiciones cada vez m¨¢s err¨®neas. Excluido de la empresa, se volc¨® en el esoterismo, las religiones orientales, el cristianismo, el islam. Ten¨ªa sus propias teor¨ªas sobre c¨®mo llevar adelante la Fiat, pero al expresarlas resultaban ut¨®picas, incoherentes, como sus ataques al capitalismo y al poder. Pod¨ªa apasionarse por el imam Jomeini, despu¨¦s de una visita a Ir¨¢n, y defenderlo a capa y espada; o por san Francisco, y sumarse a los encuentros por la paz de As¨ªs, o participar en las campa?as antinucleares. Como si le empujara un deseo de ser, de distinguirse. A ¨¦l no le esperaba una corona real pero, como el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra, sent¨ªa la exclusi¨®n, el vac¨ªo a su alrededor por haber defraudado las expectativas de los otros, y el miedo a que un sucesor m¨¢s joven conquistara definitivamente el trono.
Lleg¨® as¨ª la dependencia de las drogas duras, las curas de desintoxicaci¨®n y el encierro cada vez m¨¢s tenaz. En la ¨²ltima etapa, perdido el inter¨¦s por los viajes al extranjero, pasaba los d¨ªas en su villa de Tur¨ªn, a unos pocos metros de la de los padres, siempre conectado a Internet, leyendo y discutiendo de problemas humanos y espirituales.
La decisi¨®n de incorporar a su primo, diez a?os menor, al consejo de direcci¨®n del grupo fue como un mazazo para Edoardo Agnelli. La temida confirmaci¨®n de una exclusi¨®n anunciada. Pero m¨¢s duro fue comprobar, tras la muerte del heredero, que nuevamente se olvidaban de ¨¦l, que el cetro de sucesor pasaba a John Elkan, de 24 a?os, el hijo mayor de su hermana Margarita. Edoardo lo vivi¨® como una afrenta y se atrevi¨® a quejarse ante los periodistas, a denunciar la existencia de un compl¨® contra ¨¦l.
Su aspecto hab¨ªa cambiado, superado el bache de la drogadicci¨®n, hab¨ªa engordado y hab¨ªa perdido definitivamente la delicadeza de rasgos de su juventud. En las ¨²ltimas fotograf¨ªas, tomadas el a?o pasado en la misa del aniversario de la muerte de Giovanni Alberto, aparec¨ªa entre el padre y la madre, con aspecto pesado y abatido, abrumado por la derrota de no ser la persona que otros hubieran deseado que fuese.
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