Gas y tren
Me gustar¨ªa plantear dos cuestiones relacionadas con la imagen aparente y la real de dos empresas, Gas Madrid y Renfe. Ante la impotencia para ver cumplido mi contrato de instalaci¨®n de gas, el tiempo transcurrido desde la firma y la perspectiva de tener que seguir dedicando a una persona a hacer llamadas in¨²tiles, prefiero escribirles a ustedes con la esperanza de que Gas Madrid reaccione. La publicidad de la empresa, con todas las facilidades cacareadas, me decidi¨® a contratar una instalaci¨®n de gas en mi oficina, coincidiendo con una reforma. El contrato se firm¨® el 10 de enero de este a?o con una empresa subcontratista, Gas y Calor. Los instaladores daban largas diciendo que ellos interven¨ªan al final. Las obras finalizaron en junio. Pendientes de los del gas para poder mudarnos sin escombros, tuve que dedicar una persona a llamarles ma?ana y tarde. Llegaron las vacaciones. Cuando no faltaba la secretaria faltaba el t¨¦cnico o nadie estaba enterado y hab¨ªa que volver a contarlo todo de nuevo. Te citaban hoy, dejabas de trabajar para ir a abrirles la puerta y te llamaban al m¨®vil para cambiar de d¨ªa o no se presentaban. Estamos en noviembre, han pasado 10 meses; el gas est¨¢ instalado, pero no s¨¦ qu¨¦ demonios pasa que llevan semanas sin venir a conectarlo y sin contestar a los requerimientos. No tenemos agua caliente y la gente est¨¢ trabajando con el abrigo puesto. ?Es esto lo que promete Gas Madrid?Segunda cuesti¨®n. Viaje de vuelta en el AVE de las 21.00. A la ida ya hab¨ªa intentado comer un bocadillo de jam¨®n serrano y hab¨ªa tenido que tirarlo por la p¨¦sima calidad del jam¨®n, correoso, lleno de nervios y encima recalentado.
Me call¨¦, pero fui tan tonta que a la vuelta volv¨ª a caer en la tentaci¨®n. Bien es verdad que al cuarto de hora de arrancar ya hab¨ªan agotado sus exiguas existencias y todo el que llegaba pidiendo algo se quedaba en ayunas, as¨ª es que tampoco hab¨ªa elecci¨®n. Al comprobar que este segundo bocadillo era, si cabe, peor, le dije a la camarera que no deb¨ªan vender un producto incomestible. Reaccion¨® dici¨¦ndome con vehemencia que no era culpa suya. Nadie se la hab¨ªa achacado, ni siquiera mencionado la culpabilidad. Cuando un cliente, am¨¦n del billete del AVE ida y vuelta, acaba de pagar 740 pesetas por una cerveza y un trozo de embutido incomestible, sin olvidarse del pan crudo y calentado en el microondas, lo m¨ªnimo que tiene es derecho a hacer la observaci¨®n que le parezca pertinente.
A?adi¨®: "Para eso est¨¢n las hojas de reclamaciones"; de acuerdo, se la ped¨ª.
"Aqu¨ª no tenemos; eso, en la estaci¨®n; adem¨¢s, si quiere hable con el supervisor". De disculparse, nada, como si el AVE y el jam¨®n fueran suyos y yo le hubiese mentado a su madre. Habl¨¦ con el supervisor para que reflejara el incidente y, ya en Atocha, me acerqu¨¦ a Atenci¨®n al Cliente para reclamar. Las oficinas estaban cerradas, aunque hab¨ªa dos se?oritas que me dijeron, esta vez amablemente, que volviera otro d¨ªa.
Primero: en el peor bar del peor pueblo de Espa?a no dan un bocadillo tan impresentable (un jam¨®n... ?serrano?... de p¨¦sima calidad recalentado hasta parecer bacon en una... ?baguette?... cruda) por la m¨®dica cantidad de 500 pesetas.
Segundo: en los aviones y autobuses hay hojas de reclamaciones. ?Por qu¨¦ ha de ser Renfe una excepci¨®n?, ?no es cierto que, al poner trabas, desalienta al cliente a hacer reclamaciones y el hecho de que ¨¦stas disminuyan puede leerse al final del ejercicio como un indicador falseado de mejora de la calidad?
La falta de eficiencia de Gas Madrid, los 10 meses que lleva su subcontratista sin cumplir el contrato, me est¨¢n causando perjuicios; ella es quien promete, luego que le d¨¦ una soluci¨®n.
En cuanto a Renfe, animo a los lectores a pedir las hojas de reclamaci¨®n hasta que se la obligue a llevarlas donde tienen que estar.-
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