Reincidencia y alevos¨ªa
El Gobierno ha decidido incluir en los Presupuestos para el a?o 2001 una subida salarial de tan s¨®lo un 2% para los funcionarios p¨²blicos. Todos los expertos coinciden en suponer que la inflaci¨®n de los a?os 2000 y 2001 va a estar situada m¨¢s o menos en torno al 4%. La cifra exacta podr¨¢ discutirse, pero, en el mejor de los casos, un 2% de incremento salarial supone una p¨¦rdida de poder adquisitivo de un 1,5 o un 2%, tanto si se mira hacia el a?o transcurrido como hacia el siguiente.El Gobierno pod¨ªa haber tomado tambi¨¦n otra decisi¨®n: subir el salario de sus funcionarios un 4%, manteniendo as¨ª el poder adquisitivo, e implantar inmediatamente un impuesto especial del 2% sobre el salario. Un impuesto que no tiene car¨¢cter extraordinario, sino estable, porque la carga impositiva se mantiene de por vida. Matices y decimales aparte, esta decisi¨®n resultar¨ªa equivalente a la efectivamente tomada. Un incremento del sueldo de los funcionarios por debajo de la inflaci¨®n equivale a un impuesto por la diferencia. Y si la pr¨¢ctica se repite a?o tras a?o, el tipo impositivo va creciendo de forma acumulativa. Hay razones que justifican esa medida. Los criterios de disciplina presupuestaria vigentes en la Uni¨®n Europea, la estabilidad econ¨®mica y la bonanza general permiten considerar deseable el equilibrio presupuestario. Desde tal perspectiva, parece obligada alguna restricci¨®n en los gastos p¨²blicos, dado que el aumento de la presi¨®n fiscal que viene observ¨¢ndose a lo largo de los ¨²ltimos cuatro a?os no parece suficiente para conseguir ese objetivo. M¨¢s discutible es convertir el d¨¦ficit cero en meta sagrada. Pero no entrar¨¦ en esa pol¨¦mica.
Tambi¨¦n es necesario controlar la inflaci¨®n, que est¨¢ creciendo de forma preocupante. La separaci¨®n de nuestras tasas respecto a las medias europeas nos sit¨²a en una situaci¨®n delicada en t¨¦rminos de competitividad, proceso especialmente grave en un entorno de moneda ¨²nica y con un crecimiento que se ralentiza porque podr¨ªa repercutir en un deterioro del empleo. Para reducir las presiones inflacionistas, una receta c¨®moda es contener los salarios. Es discutible que sea el principal instrumento elegido y que los afectados no guarden relaci¨®n con la venta de bienes y servicios en el mercado. Pero no entrar¨¦ en esa pol¨¦mica.
Por ¨²ltimo, es evidente que un Gobierno tiene el derecho y el deber de pedir sacrificios en ¨¦pocas duras a toda la ciudadan¨ªa y, de forma especial, a los colectivos que se encuentran en situaciones de privilegio en t¨¦rminos relativos. En la medida en que los funcionarios tienen una estabilidad en el empleo que implica una ventaja notoria respecto a una parte creciente de los dem¨¢s asalariados, resulta justo que ellos soporten este impuesto especial diferenciado. Me van a permitir que s¨ª entre en esta pol¨¦mica.
Se ha venido admitiendo este razonamiento durante toda la d¨¦cada. Y ¨¦se es precisamente el principal problema. No estamos hablando de una medida transitoria (como hemos visto) ni excepcional, porque la pr¨¢ctica habitual de los Presupuestos de los noventa ha sido el crecimiento de los sueldos de los funcionarios por debajo de las tasas de inflaci¨®n e incluso la congelaci¨®n total. Es decir, no s¨®lo se viene soportando un impuesto especial que ninguna otra renta soporta, sino que a?o tras a?o el tipo impositivo se va incrementando un poco m¨¢s. No hablamos de un impuesto excepcional de un 2%, sino de una elevaci¨®n que el Gobierno pretende llevar hasta porcentajes pr¨®ximos al 20%. Lo grave no es la congelaci¨®n salarial, sino la reincidencia.
Si a ello a?adimos que:
1. De acuerdo con la doctrina oficial, "Espa?a va bien", los beneficios repiten cifras r¨¦cord, los directivos son premiados con opciones millonarias, por lo que dif¨ªcilmente puede creerse que estemos ante una ¨¦poca dura que exija sacrificios...
2. La pol¨ªtica general de amortizaci¨®n de puestos implica m¨¢s trabajo y reducci¨®n de las posibilidades de promoci¨®n...
3. A lo largo de la d¨¦cada, un buen n¨²mero de cuerpos concretos han quedado exentos de este impuesto, con subidas salariales superiores a la carga acumulada del mismo...
4. La imagen del funcionario, tradicionalmente criticada, puede deteriorarse a¨²n m¨¢s si la reducci¨®n relativa de incentivos lleva a una autoselecci¨®n a la baja de los nuevos ingresos en la Administraci¨®n p¨²blica...
... Los funcionarios tienen razones para sentir que la medida es una gota que colma un vaso que se ha ido llenando con reiteraci¨®n. Y que ahora se rellena con alevos¨ªa porque se disfraza de equivalencia con una previsi¨®n inflacionista que el mismo Gobierno sabe que es absolutamente falsa.
Todos sabemos que el proceso inflacionista es una lucha de rentas. Y que en toda lucha pierden los d¨¦biles. Probablemente, el silencio mantenido durante una d¨¦cada ante este impuesto especial hace pensar que el colectivo es d¨¦bil y, por ello, lo m¨¢s c¨®modo es elevar de nuevo el tributo que soportan.
Juan A. Gimeno es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la UNED.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.