La mano m¨¢s feliz
La galer¨ªa La Brocha de Bilbao ha vuelto a organizar, en un edificio a punto de ser derribado, el montaje de otra gran exposici¨®n. Si antes lo hizo con obras de Jos¨¦ Luis Zumeta en el Dep¨®sito Franco de Uribitarte, ahora se trata de ¨®leos, tizas, ceras, acuarelas y l¨¢pices de colores del artista donostiarra Rafael Ruiz Balerdi. El lugar es casi el mismo, en la misma calle, a escasos cincuenta metros de distancia del otro edificio.Para quienes crean que de Balerdi, muerto tr¨¢gicamente en Altea (Alicante) en 1992, ya est¨¢ todo visto y, adem¨¢s, muy bien asimilado, conven¨ªa poner en p¨¢gina algunas reflexiones, que desbaraten esa creencia. Por ejemplo, el que nunca se hayan mostrado de un envi¨®n un centenar de dibujos suyos. Ese muestrario reunido posee no s¨®lo una alt¨ªsima calidad, sino que sirve como aviso para asimilar con m¨¢s precisi¨®n aquello que habita en su obra mayor. A trav¨¦s de esos dibujos, que el donostiarra lleg¨® a realizar por cientos o por miles, aflora el mejor Balerdi. Y el mejor Balerdi se fragua en los ¨²ltimos a?os de su vida. Cuando pinta al ¨®leo cuadros grandes y medianos, todos generalmente hechos de una sola sesi¨®n, le anima un esp¨ªritu id¨¦ntico al que vive en la sensibilidad imaginativa de esos formidables dibujos.
Quedan lejanos los ¨®leos de finales de los sesenta, Gran jard¨ªn, Los gigantes, Venecia, Peque?a Venecia, y los Paisajes imaginarios, gestados una d¨¦cada m¨¢s tarde. Esas obras, por muy rutilantes que parezcan, debido a que algunas de ellas le llevaran a?os de ejecuci¨®n, no tienen la grandeza que encontramos en las obras ¨²ltimas. Cuando Balerdi se vuelve sabio, dulce, feliz, tierno, pleno, es en el momento de pintar sus cuadros de manera directa y espont¨¢nea. Cada d¨ªa o cada dos d¨ªas le basta para empezar y terminar un cuadro. Durante esos ¨²ltimos a?os la mano de Balerdi fue la mano m¨¢s feliz del universo...
Esa enfelizada mano la vemos inscrita en la l¨ªnea de otras manos de alto cr¨¦dito gestual, como las notabil¨ªsimas de Wols, Schultze, Manessier, Zao Wou-Ki, Tobey, Hugo Weber, Westphfanhl, entre otros creadores.
En algunos de los ¨®leos expuestos en Uribitarte se percibe una grandeza m¨¢s. Esto es, que un mismo cuadro se vean zonas inacabadas e incluso malogradas. Por estar atento al ritmo de lo que va trazando su mano, deja esas zonas inacabadas, porque le ha imantado el gozo de ir a otros lugares del lienzo. No exist¨ªa en Balerdi la intenci¨®n de hacer cuadros buenos o muy buenos seg¨²n el criterio establecido. ?l quer¨ªa que su mano fuera buscando nuevos est¨ªmulos, nuevos ritmos, todo ello conducente al placer de pintar. Sin mirar si el cuadro era bello, bueno o menos bueno, muy logrado o sin rematar, la historia de aquel cuadro pasaba a mejor vida. Otro lienzo en blanco pose¨ªa espacios nuevos, territorios que su mano deber¨ªa recorrer con venturoso placer...
As¨ª de sencillo, claro, luminoso, ingenuo y puro fue su ¨²ltimo periplo vital. Busc¨® la manera ideal de pintar. Aspir¨® al "absoluto", si se puede decir as¨ª. Para conseguirlo estuvo ajeno a los dictados de las modas pl¨¢sticas, con sus ismos y tendencias, sin importarle lo que barruntaban los sesudos cr¨ªticos. Pint¨® obsesivamente, porque le iba en ello la vida. Vivi¨® para pintar.
En los postreros a?os de su vida pint¨® compulsivamente para acabar cuanto antes cada cuadro iniciado, y as¨ª pasar a otro nuevo. Al recorrer los rincones de las telas, se convert¨ªa Balerdi en tiempo. Desaparec¨ªa como persona para ser tiempo. Era ¨¦l el tiempo. O sea, el tiempo no era otra que su pintar imparable...
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