Un acuerdo necesario
Han asesinado a Ernest Lluch. De nuevo nos invade el dolor. Pero no me pondr¨ªa ante el ordenador para comunicar al lector congoja que siento, que sentimos, y que nos une desde hace ya demasiado tiempo. Han asesinado a Ernest Lluch, cierto, pero el objetivo, en clave pol¨ªtica (ETA hace pol¨ªtica matando, no nos enga?emos; nada de din¨¢mica incomprensible e infernal, como se oye en momentos de desesperaci¨®n) ha sido el PNV (adem¨¢s del PSOE, claro). Y va a seguir si¨¦ndolo mientras este partido no fije claramente la frontera, el abismo, que debe haber en toda sociedad democr¨¢tica, entre el terror y la pol¨ªtica. Y mientras todos -todos, insisto- no impidamos que ETA siga haciendo pol¨ªtica con sus asesinatos. El terror debe convertirse en acto criminal y salir del debate p¨²blico sobre nuestra gobernaci¨®n.?En qu¨¦ sentido hoy el PNV es el objetivo pol¨ªtico de ETA? En un sentido muy claro: ETA pretende atraparle en su l¨®gica soberanista radical (ya ensayada con la tregua). Y, una vez hecho esto, arrebatarle la hegemon¨ªa de ese mundo, tiranizarlo en su totalidad, e imponer, desde ¨¦l, su proyecto (su delirante proyecto socialetnicista) al conjunto de la ciudadan¨ªa. Esto nunca ocurrir¨¢. Los mimbres con los que est¨¢ tejida esta sociedad lo impiden. Pero puede lograr objetivos parciales, y, sobre todo, puede seguir matando para hacer pol¨ªtica e introducir en una din¨¢mica endiablada a esta sociedad. Puede, en efecto, arruinarla. Y esto lo puede hacer si, y s¨®lo si, se le sigue dejando hacer pol¨ªtica con la muerte. ?C¨®mo impedirlo?
Por de pronto, el PNV -que sabemos que condena la violencia- debe expulsar radicalmente del escenario pol¨ªtico el argumento de ETA, el argumento del espanto. No puede hacer que toda la pol¨ªtica de Euskadi gire en torno al terror y su resoluci¨®n. Y debe, sobre todo, desvincularse definitivamente del delirante proyecto socialetnicista de ETA. Debe dar pasos m¨¢s decididos -y lo debe hacer ya- para desvincularse de lo que supuso Lizarra. Lizarra supone subirse al monte. Y los nacionalistas saben que no pueden hacerlo. Su base social se lo impide. Por lo dem¨¢s, debieran saber que el monte ya lo ocupa HB.
En cuanto a los partidos que siempre repudiaron Lizarra (PSE y PP), deben comprender que el PNV no es simplemente un sindicato de intereses (que posiblemente lo sea; pero lo fue el PSOE en el Gobierno o el PP ahora) o que se reduce a las seniles y campantes reflexiones de Arzalluz (aunque hoy dirijan su pol¨ªtica). Todo eso es el PNV. Cierto. Pero, sobre todo, el nacionalismo es una cultura pol¨ªtica bien asentada en una sociedad razonablemente tolerante y democr¨¢tica. Si estuvi¨¦ramos en una situaci¨®n normalizada, tras veinte a?os de gobierno, el PNV deber¨ªa ir sin remedio a la oposici¨®n. Pero la situaci¨®n es extraordinaria: nos vemos, todos nosotros, toda la sociedad, amenazados por la bestia del espanto. Estamos -y me va a perdonar el lector que lo diga una vez m¨¢s- en un momento delicado que exige la unidad de los dem¨®cratas.
En una situaci¨®n as¨ª, s¨®lo caben dos medidas. En primer lugar, convocar unas elecciones -que est¨¢n al caer- que vengan a clarificar el escenario. Y, dado que no es previsible una variaci¨®n sustantiva del espectro parlamentario, en el que no hay mayor¨ªas claras, trabajar por formar un gobierno de coalici¨®n democr¨¢tica (PP-PNV-PSE). As¨ª, y no de otra manera, est¨¢n las cosas.
En este escenario resulta inadmisible que el PP rechace incluso hablar de la propuesta antiterrorista hecha por Rodr¨ªguez Zapatero, que (?cielos!) le exija autenticidad (Mayor Oreja). Y resulta ya extremadamente peligroso, pues descubre al estratega de vuelo de gallina y desprestigia a las instituciones que decimos defender, que todo un presidente de Gobierno exija al PSOE en esta situaci¨®n excluir al PNV en cualquier soluci¨®n para Euskadi.
Un abrazo p¨®stumo a Ernest Lluch, con quien no compart¨ª en vida puntos de vista y a quien ya no podr¨¦ abrazar en persona. Todos estamos con familia y amigos. Un fuerte abrazo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.