La memoria antifranquista MARC CARRILLO
A veinticinco a?os de la dictadura de Franco, sigue siendo muy necesario invocar a los cuatro vientos la memoria de aquellos ciudadanos, que dando lo mejor de s¨ª mismos, lucharon activamente contra aquel r¨¦gimen infame. Porque la consideraci¨®n y respeto p¨²blicos que merecen aquellos que fueron represaliados por la dictadura no ha sido, precisamente, una de las se?as de identidad del proceso de transici¨®n a la democracia llevado a cabo en Espa?a. Un proceso que fue tan positivo por muchas razones dej¨® en un vergonzoso olvido la dura y cruda lucha de aquellos ciudadanos que dieron lo mejor de s¨ª mismos para restablecer la democracia, en un r¨¦gimen que hac¨ªa bandera de la negaci¨®n de las libertades. Una lucha en la que la privaci¨®n de libertad, la tortura y el fusilamiento despu¨¦s del correpondiente consejo de guerra eran, seg¨²n los casos, las consecuencias habituales de la represi¨®n que se desencadenaba contra todos aquellos que, con independencia de su ideolog¨ªa, osaron enfrentarse a la dictadura.Porque no se puede olvidar que la represi¨®n supuso para aquellos que todav¨ªa lo pueden explicar, la privaci¨®n de la libertad, el bien m¨¢s preciado al que puede aspirar el ser humano despu¨¦s de la propia vida. Signific¨® tambi¨¦n la humillaci¨®n de la tortura y las lesiones a la integridad f¨ªsica, la p¨¦rdida del trabajo, la desprotecci¨®n de la familia a su cargo y la inhabilitaci¨®n profesional en determinados ¨¢mbitos laborales como la docencia o la funci¨®n p¨²blica. Y despu¨¦s, muchas veces tambi¨¦n el exilio. Y todo esto en el caso de aqu¨¦llos que lo pudieron o lo pueden explicar. Porque -?no se puede olvidar?- que muchos otros no pudieron gozar del r¨¦gimen de libertades hoy vigente, porque o bien murieron por causa de los malos tratos recibidos, o lo hicieron ante el pelot¨®n de fusilamiento o tambi¨¦n a manos del verdugo del garrote vil. No se puede olvidar que acabada la guerra civil, la dictadura inici¨® otra de una dureza inusitada contra todo aquel que habiendo defendido el r¨¦gimen democr¨¢tico de la II Rep¨²blica, se opusiese de alguna forma a la autocracia de Franco. A este respecto, hay que recordar aqu¨ª aquellas ilustrativas declaraciones hechas en julio de 1939 por alguien tan poco sospechoso como el conde Ciano, a la saz¨®n ministro de Asuntos Exteriores de Mussolini, cuando afirmaba que "las ejecuciones son todav¨ªa muy numerosas: s¨®lo en Madrid hay de 200 a 250 diarias; en Barcelona, 150; 80 en Sevilla, que no estuvo nunca en poder de los rojos...".
A veinticinco a?os de la muerte natural de Franco, es preciso seguir valorando como enormemente positiva la transici¨®n a la democracia que condujo a una Constituci¨®n, que es hoy un valor democr¨¢tico de la ciudadan¨ªa, en la medida en que ha asegurado la divisi¨®n de poderes, la libertad de las personas y la decisiva e irreversible descentralizaci¨®n pol¨ªtica del Estado, a trav¨¦s del reconocimiento del derecho a la autonom¨ªa pol¨ªtica de nacionalidades y regiones. Aunque, ciertamente, las circunstancias de dependencia pol¨ªtica de la oposici¨®n democr¨¢tica a la salida de la dictadura comportaron la imposibilidad de exigir responsabilidades penales a aquellos que puestos al servicio de la dictadura cometieron todo tipo de delitos contra la vida y la libertad de las personas durante los largos a?os de un r¨¦gimen autocr¨¢tico. No fue posible ning¨²n proceso de depuraci¨®n de responsables pol¨ªticos, funcionarios, jueces y otros individuos que colaboraron en el asesinato, la tortura o la represi¨®n generalizada contra los opositores a la dictadura. Pero si bien esto es irreversible, no lo es su conocimiento y su p¨²blica memoria. El sistema democr¨¢tico no puede renunciar a saber, por ejemplo, d¨®nde estaban ubicados nuestros cargos p¨²blicos y representativos actuales cuando reivindicar la libertad pod¨ªa costar muy caro. Es preciso conocer a aquellos que descubrieron la identidad nacional de Catalu?a despu¨¦s de 1977, mientras que para otros la defensa de las libertades personales y nacionales los llevaba a la prisi¨®n, despu¨¦s de pasar por las manos de aquellas excrecencias humanas que eran los hermanos Creix, el coronel Eymar, los comisarios Polo, Quintela, Conesa y tantos otros de los que se sabe tan poco. De ellos y de los que los mandaban.
El respeto a la memoria de los dem¨®cratas exige su p¨²blica consideraci¨®n. Y ¨¦sta queda menospreciada cuando siguen existiendo s¨ªmbolos y nombres franquistas. Muchas ciudades espa?olas est¨¢n llenas de ellos. En general, Catalu?a y Barcelona son una excepci¨®n. Pero sorprende que en el castillo de Montju?c se exhiban todav¨ªa s¨ªmbolos fascistas y sorprende a¨²n m¨¢s que la ciudad que fue cruelmente bombardeada haya erigido un busto a alguien que, como Camb¨®, financi¨® y procur¨® apoyo internacional a Franco. Y ello, a pocos metros de un centro de tortura como fue la Jefatura de Polic¨ªa de la Via Laietana. La dignidad de la democracia exige que la memoria hist¨®rica no se apague nunca. El referente de los que lucharon por ella es y ser¨¢ un valor de libertad y de calidad de la democracia.
Marc Carrillo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la UPF.
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