Ideas
JOS? F. DE LA SOTASeg¨²n el profesor Thomas Mermall, catedr¨¢tico em¨¦rito de Literatura Espa?ola en la Universidad de Nueva York, George Bush es incapaz de formular una frase coherente en su propio idioma, mientras que Al Gore trata de ocultar su inteligencia para no parecer un hombre con ideas. Da pavor que haya tantos ciudadanos (no s¨®lo norteamericanos) que le tengan m¨¢s miedo a una idea que a un pitbull sin bozal. Ciudadanos dispuestos a ponerles mordaza a las palabras, bozal a las ideas a poco que les ladre cualquier descerebrado desde un p¨²lpito o desde una cadena de televisi¨®n.
Thomas Mermall pudo hablar la semana pasada en Madrid y expresar libremente sus ideas en un congreso sobre el fil¨®sofo Jos¨¦ Ortega y Gasset. Hace setenta a?os Ortega publicaba La rebeli¨®n de las masas, uno de sus ensayos m¨¢s pol¨¦micos y tambi¨¦n m¨¢s brillantes. Piensa Mermall que Ortega acert¨® en su diagn¨®stico. Dice que el tiempo inexorable, con la valiosa ayuda de la televisi¨®n y el apoyo constante del sistema educativo, ha demostrado que el fil¨®sofo no se equivocaba en su diagn¨®stico y que su "hombre masa" de los a?os treinta es el "idiota especializado" de hoy. Quiz¨¢s el mismo idiota que se aleja del viejo siglo veinte a lomos de un patinete de dise?o. Los bancos, siempre atentos a las demandas de la sociedad, este invierno regalan patinetes en lugar de valijas irrompibles o de hornos microondas, tomen nota.
Mientras el venerable profesor em¨¦rito reflexionaba sobre las ideas del fil¨®sofo madrile?o y tal vez sobre los patinetes de ¨²ltima generaci¨®n, alguien planificaba el crimen de un antiguo ministro socialista. Solo o en compa?¨ªa de otros acababa con ¨¦l en un garaje. Un trabajo sencillo, mucho m¨¢s que acabar con sus ideas. Pero, desenga?¨¦monos, ni al antiguo ministro socialista, ni al modesto concejal popular, ni al empresario de pasteler¨ªa que jam¨¢s ley¨® a Ortega, ni al ch¨®fer del coronel ni al coronel, ni al parado que pasaba por all¨ª con el Marca debajo del brazo les han matado o les van a matar por sus ideas. ?Qu¨¦ ideas? Lo que menos le importa al verdugo son las ideas de sus v¨ªctimas. Si lograse entenderlas morir¨ªa.
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