La crisis de las 'vacas locas' llega a Alemania
El aparato administrativo alem¨¢n no puede reaccionar con la celeridad que promet¨ªan los pol¨ªticos ante los primeros casos de encefalopat¨ªa espongiforme bovina, o mal de las vacas locas. La prohibici¨®n total de los piensos con residuos animales, anunciada el pasado viernes por el canciller Gerhard Schr?der ante la crisis desatada en Alemania y decidida al d¨ªa siguiente por los ministros de Agricultura de los l?nder (estados federados), ser¨¢ posible, como muy pronto, el pr¨®ximo s¨¢bado y no el mi¨¦rcoles, tal como se hab¨ªa previsto. La raz¨®n de esta demora es que la prohibici¨®n requiere de una ley aprobada por el Bundesrat, el organismo competente en los temas que afectan a los l?nder, y no puede aplicarse en base a una ordenanza urgente, como era la intenci¨®n inicial de la Administraci¨®n federal, seg¨²n explic¨® ayer el ministro de Agricultura Karl-Heinz Funke.
El proyecto de ley, en el que trabajaban ayer los grupos parlamentarios, ser¨¢ presentado a la c¨¢mara de los l?nder el viernes y, de ser aprobado como se espera, podr¨¢ entrar en vigor al d¨ªa siguiente. El retraso tiene al menos un aspecto positivo. Los pollos y cerdos que aguardan para ser sacrificados en los mataderos no se morir¨¢n de hambre como tem¨ªan algunos medios agr¨ªcolas, seg¨²n los cuales resultaba imposible sustituir en tres d¨ªas toda la alimentaci¨®n a base de piensos de origen animal por otros piensos.
La informaci¨®n sobre las primeras vacas locas alemanas (una en el land de Schleswig-Holstein y la otra en las islas Azores) ha causado un fuerte impacto en Alemania, donde, hasta el mismo viernes por la ma?ana, los responsables de Agricultura afirmaban con vehemencia que su pa¨ªs estaba a salvo de la infecci¨®n. La mala suerte de Peter Lorenzen, un granjero del pueblo de H?rsten (Schleswig-Holstein), a una de cuyas reses le fue diagnosticada la enfermedad, ha acabado con el espejismo. Lorenzen, un granjero modelo que, de forma voluntaria, hab¨ªa sometido sus reses a una prueba, se encontraba ausente ayer de madrugada, cuando un convoy de transporte de ganado, flanqueado por un ej¨¦rcito de periodistas y c¨¢maras de televisi¨®n, apareci¨® en el pueblo de menos de un centenar de almas y se llev¨® sus 160 reses camino del matadero. El granjero ser¨¢ indemnizado por el ministerio federal de Agricultura, pero sus colegas temen por el futuro del sector. Una red de servicios de informaci¨®n telef¨®nica y por Internet ha comenzado a tejerse alrededor de los ciudadanos, que est¨¢n desorientados sobre c¨®mo organizar su alimentaci¨®n.
Hasta la esposa del canciller Gerhard Schr?der, la periodista Doris Schr?der-K?pf, ha querido mostrar que ella y su familia no son una excepci¨®n en la confusi¨®n general. En una columna en el peri¨®dico popular Bild, Doris asegura que se siente mal cuando piensa en los muchos kilos de salchichas, ahora sospechosas, que se ha comido a lo largo de su vida. "?Qu¨¦ preparo ahora para comer a mi familia y a mi hija?", se pregunta la esposa del canciller, que dice "estar algo perpleja". Doris se?ala que hasta ahora s¨®lo compraba carne de ternera en las carnicer¨ªas controladas ecol¨®gicamente y cuando conoc¨ªa la procedencia de la carne. Tambi¨¦n dice que vigilaba que los cubitos para sopa fueran s¨®lo vegetales y que los ositos de gelatina fueran de producci¨®n alemana. "Se debe hacer algo en Alemania y en la UE, para que los consumidores no pierdan totalmente la confianza", afirma Schr?der-K?pf.
La pregunta que m¨¢s interesa hoy a los alemanes es, sin duda, la que se hac¨ªa el diario Tagesspiegel. A saber: ?De qu¨¦ est¨¢n hechas las salchichas?". Prueba de ello era el des¨¦rtico aspecto de la secci¨®n de carnicer¨ªa y charcuter¨ªa del comercio m¨¢s lujoso de Berl¨ªn, donde la carne, tal vez por inercia, a¨²n luc¨ªa una etiqueta de "producci¨®n alemana" como s¨ªmbolo de calidad.
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