Buenos Aires se ti?e de azul y amarillo
Unos 150 presos se amotinaron en una c¨¢rcel de C¨®rdoba porque no les dejaban ver el partido
Un rumor de fondo se oye detr¨¢s, debajo, fuera: "Dale campe¨®n / dale campe¨®n / dale campe¨®n". Los coches embanderados con los colores del Boca cruzan raudamente haciendo sonar las bocinas en el centro de Buenos Aires. Es de noche ya y el festejo no se duerme. Hay agitaci¨®n en las calles de los suburbios, en los barrios m¨¢s pobres. Huele a cerveza, a vino. Est¨¢n felices y r¨ªen como nunca aqu¨¦llos que hace ?cu¨¢nto? no disfrutaban de un d¨ªa que les perteneciera enteramente. Cuando acab¨® el partido, la tierra pareci¨® sacudirse con el grito que crec¨ªa de Sur a Norte. Hab¨ªa gente all¨ª, abajo, esperando.La voz, af¨®nica, de Diego Maradona, asomado al balc¨®n de su casa en el barrio de Villa Devoto, canta desde el otro lado de la l¨ªnea telef¨®nica: "Vamos a traer a la Argentina / la Copa que perdieron las gallinas, las gallinas [en alusi¨®n al River Plate] ". Los aparatos port¨¢tiles de radio funcionan como un altavoz. Uno de los miles de hinchas que dan vueltas ol¨ªmpicas alrededor del Obelisco, en el centro de la ciudad, cae de rodillas y se deshace en un llanto inconsolable. Lleva una camiseta del Boca con la imagen de Maradona. Cuando un grupo que se arremolina a su alrededor logra calmarle, dice entre sollozos: "Ayer se fue [muri¨®] mi viejo, el que me hizo bostero [hincha del Boca]. Hoy ganamos la Copa y reci¨¦n, en una radio, escuch¨¦ cantar a Diego...".
Los incidentes m¨¢s graves se produjeron antes de empezar el partido y tuvieron como escenario una c¨¢rcel de C¨®rdoba, en la que un grupo cercano a los 150 reclusos se amotinaron exigiendo, entre otras cosas, que se les permitiera ver en directo el choque. Tomaron como rehenes a varios guardias durante cinco horas, dos de los cuales sufrieron heridas. Pero la direcci¨®n del penal se mostr¨® inflexible y los amotinados acabaron cediendo.
El hecho de que el partido se ofreciera por un canal de pago hizo que los bares se llenaran. Eran poco m¨¢s de las nueve de la ma?ana cuando en el ¨²ltimo instante del encuentro de Tokio una explosi¨®n incesante y sucesiva de bombas de estruendo estremeci¨® al barrio de la Boca, al sur de Buenos Aires, como si sonaran ya las doce campanadas del nuevo milenio.
Los bares se descargaban de la multitud que hab¨ªa seguido el juego por televisi¨®n y un caudaloso r¨ªo de l¨¢grimas, emociones, voces, cuerpos te?idos, familias vestidas de azul y amarillo, corr¨ªa por las calles hacia el tradicional Obelisco, que se alza en el centro simb¨®lico de la Capital Federal. Una hora despu¨¦s del partido hab¨ªa ya 10.000 personas saltando, trepando a los sem¨¢foros, con los brazos alzados y cantando, dedicando el triunfo a las gallinas del River, el eterno y odiado enemigo: "Ya se acerca Nochebuena / ya se acerca Navidad / para todas las gallinas / el regalo de pap¨¢".
El presidente argentino, Fernando de la R¨²a, reconocido hincha del Boca, dijo que casi hab¨ªa "llorado de la emoci¨®n". El Boca estar¨¢ de regreso en Buenos Aires ma?ana, jueves, pero el domingo debe jugar en su estadio de La Bombonera con el San Lorenzo uno de los partidos decisivos del torneo Apertura de la Liga. Si el Boca gana, casi se asegura el t¨ªtulo. Los directivos abrieron ayer las puertas del recinto para recibir a los hinchas del barrio y prometieron un festejo extraordinario antes y despu¨¦s del partido con el San Lorenzo.
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