Las entidades vecinales alertan de que empresas de telefon¨ªa m¨®vil instalan antenas sin control
Las compa?¨ªas de telefon¨ªa m¨®vil llevan meses instalando antenas en distintos edificios de Barcelona sin tener en muchos casos licencia municipal y aprovech¨¢ndose del vac¨ªo legal existente. Los inquilinos de inmuebles de Gr¨¤cia, de Sant Gen¨ªs dels Agudells (Horta) y del paseo de Maragall temen las consecuencias que puede tener para su salud porque muchas de las antenas se han colocado aparentemente sin respetar las distancias m¨ªnimas exigibles. Responsables municipales de los distritos de Gr¨¤cia y Horta admiten que algunas antenas se han instalado sin permiso.
Contacto con el propietario
Las familias de Gr¨¤cia que viven en las proximidades de la antena aseguran que algunos vecinos sufren frecuentes dolores de cabeza y oyen zumbidos en los o¨ªdos. La Federaci¨®n de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) se ha hecho eco de las protestas y juzga "inadmisible" que el despliegue de estos artefactos se est¨¦ llevando a cabo sin planificaci¨®n alguna y sin cumplir la normativa.El vicepresidente de la FAVB, Andr¨¦s Naya, opina que los poderes p¨²blicos est¨¢n dando un trato desigual a estas compa?¨ªas, que considera "sometimiento a las multinacionales". "Cuando un particular quiere colocar una placa solar en su finca se le exige una serie de documentos, fotograf¨ªas e informes sobre el impacto est¨¦tico, mientras que luego, llegan las grandes empresas y plantan una antena de grandes dimensiones sin m¨¢s", asegura el dirigente vecinal.
El Departamento de Medio Ambiente est¨¢ ultimando una normativa al respecto, pero algunas de las personas que han tenido acceso al texto se muestran poco optimistas. Seg¨²n la abogada que asesora a los vecinos de Sant Gen¨ªs, Paloma ?lvaro, la futura normativa no bastar¨¢ para corregir las irregularidades. Otras voces opinan que el texto se muestra m¨¢s sensible a los intereses de las compa?¨ªas, dej¨¢ndoles el camino expedito para que prosigan su r¨¢pida expansi¨®n.
La forma m¨¢s habitual de actuar de las operadoras cuando est¨¢n interesadas en un determinado edificio que les proporciona mayor cobertura es ponerse en contacto con el propietario de un inmueble. Las cantidades anuales que se est¨¢n pagando por alquilar una terraza oscilan entre 500.000 pesetas y cuatro millones. Estas empresas acostumbran a decantarse por los edificios de viviendas de alquiler, porque quien decide es el propietario y en la mayor¨ªa de ocasiones no vive all¨ª y se limita a cobrar el importe convenido. Los que suelen protestar siempre son los inquilinos porque sin que nadie les consulte padecen las consecuencias y se inquietan a partir del d¨ªa que descubren el artefacto que despunta de la terraza y empiezan a preguntarse si puede ser perjudicial para la salud o incluso si la estructura de la finca soportar¨¢ el peso adicional.
En el paseo de Maragall, la movilizaci¨®n de los residentes logr¨® que la antena fuera desmontada porque afectaba a la estructura y porque Retevisi¨®n la puso ampar¨¢ndose en una licencia a precario, pero sin cumplir las condiciones exigidas por el Ayuntamiento. Cuando se comprob¨® que las quejas de los vecinos eran justificadas, se orden¨® su retirada.
La velocidad de v¨¦rtigo con que el tel¨¦fono m¨®vil se est¨¢ implantando en Catalu?a contrasta con la escasa capacidad de reacci¨®n que est¨¢n demostrando las administraciones a la hora de elaborar las normas que la regulen. Entretanto, cada operadora act¨²a a su aire sin coordinarse con la competencia, lo que contribuye a la proliferaci¨®n de antenas.
La comunidad cient¨ªfica no ha llegado de momento a conclusiones tajantes sobre los efectos que puede acarrear para las personas la exposici¨®n continuada a la radiaci¨®n electromagn¨¦tica. Hoy por hoy, nadie puede garantizar que sea inocua ni lo contrario, pero mientras tanto el cielo de las ciudades se va sembrando de antenas.
Tampoco tranquiliza demasiado a los afectados el encargo por parte de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud del Proyecto CM (campos electromagn¨¦ticos), cuyos resultados definitivos, sin embargo, no se conocer¨¢n hasta el a?o 2006. Ante esta situaci¨®n, algunos inquilinos del barrio de Gr¨¤cia dicen sentirse "conejillos de Indias involuntarios".
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