Eje franco-alem¨¢n o hegemon¨ªa alemana
Nadie duda de la importancia crucial que tiene la pr¨®xima cumbre europea en Niza y, sin embargo, no levanta la menor curiosidad entre la gente. Europa se ha hecho, y sigue haci¨¦ndose, de espalda a los pueblos. No es este un aspecto menor del amplio d¨¦ficit democr¨¢tico que marca la construcci¨®n europea. Si hubiera sido necesario un refer¨¦ndum en todos los pa¨ªses comunitarios, el euro no existir¨ªa. Dos tercios de los alemanes est¨¢n hoy en contra de la ampliaci¨®n al Este y, sin embargo, es una de las prioridades de su Gobierno. As¨ª las cosas, son muchos entre la clase pol¨ªtica, los publicistas y expertos en general que reconocen sotto voce que hemos podido llevar adelante tarea tan ardua y que exige hilar tan fino como la construcci¨®n europea, gracias a que los pueblos se interesan poco y cuentan menos.La comunidad original de los Seis s¨®lo pudo arrancar, y luego, pese a las sucesivas ampliaciones, sostenerse, porque a los Estados peque?os se les garantiza un amplio margen de acci¨®n que les libra del temor de ser absorbidos, sin que esta representaci¨®n desmesurada de los peque?os amenace el papel hegem¨®nico de los grandes. Alemania, Francia, Italia y Reino Unido suman 40 votos, y los 10 peque?os, 39. Espa?a, con 8, goza as¨ª de una buena situaci¨®n estrat¨¦gica. Adem¨¢s, desde sus inicios hasta por lo menos 1989, la columna vertebral de la Comunidad la constituyen Francia y Alemania, con poblaciones todav¨ªa similares y, sobre todo, con un cierto equilibrio entre la superioridad pol¨ªtica y militar de Francia (con armas nucleares) y una Alemania, econ¨®micamente m¨¢s fuerte, pero pol¨ªticamente mucho m¨¢s d¨¦bil.
La reunificaci¨®n de Alemania descompone este esquema. La Alemania unida, con 82 millones de habitantes, ha recuperado su autonom¨ªa pol¨ªtica, a la vez que refuerza su primac¨ªa econ¨®mica. A ello se a?ade que la ca¨ªda del comunismo coloca en el orden del d¨ªa la reunificaci¨®n de Europa. La ampliaci¨®n al Este resulta tanto por razones de seguridad -altos riesgos, si no se consolidasen reg¨ªmenes democr¨¢ticos en la regi¨®n- como econ¨®micas: Europa, y no s¨®lo Alemania, necesita un mercado interior cada vez mayor. Ahora bien, la ampliaci¨®n es imposible sin una profunda reestructuraci¨®n que supone, como m¨ªnimo, una Comisi¨®n m¨¢s fuerte y eficaz que no aumente a la par que los Estados miembros y, sobre todo, un nuevo reparto de los votos ponderados. Pues, como dice el canciller Schr?der, "no puede ser que en el futuro, en una Uni¨®n ampliada, Alemania, con m¨¢s de 80 millones de habitantes, disponga de 10 votos en el Consejo, mientras que 19 Estados peque?os, que en su conjunto no llegan a los 80 millones, tengan 57". Efectivamente, esta relaci¨®n entre votos y habitantes repele a la menor sensibilidad democr¨¢tica, pero Alemania ha tolerado sin rechistar tener 10 votos con 82 millones, mientras que Luxemburgo, con 400.000 habitantes, tiene dos. Desde un punto de vista democr¨¢tico, es decir, desde el supuesto de una persona, un voto, la situaci¨®n actual tendr¨ªa tambi¨¦n que haberla calificado de escandalosa. Pero, obviamente, a una forma tan descomunal de favorecer a los pa¨ªses peque?os no cabe aplicar criterios democr¨¢ticos, sino exclusivamente pol¨ªticos.
La imprescindible legitimidad democr¨¢tica de que carece la Uni¨®n exige que, antes o despu¨¦s, en el reparto de votos se tenga en cuenta la poblaci¨®n. Pero a nadie se le oculta que en cuanto se acepte este principio, sea cual fuere la f¨®rmula que se adopte, favorecer¨¢ a Alemania, no s¨®lo el coloso econ¨®mico de la Uni¨®n, sino tambi¨¦n el pa¨ªs con mayor n¨²mero de habitantes. A mediano o largo plazo, esta supremac¨ªa puede terminar haciendo trizas la alianza franco-alemana, hasta ahora el eje central de la Uni¨®n. A pesar de la diferencia de poblaci¨®n, Francia pretende que se mantenga la igualdad de los cuatro grandes; cuando menos, una paridad entre Francia y Alemania que permita mantener como motor de la Uni¨®n la alianza que estuvo en el origen.
Pues bien, en Niza se juega el futuro de esta relaci¨®n. El dilema es una Uni¨®n que encuentra un nuevo equilibrio, conservando como su columna vertebral la paridad franco-alemana, o una nueva Uni¨®n, si se quiere m¨¢s democr¨¢tica, al corresponder el peso espec¨ªfico de cada miembro con la poblaci¨®n, pero en la que a la larga se configure una hegemon¨ªa clara de Alemania, con los altos riesgos que ello comporta.
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