ETA extiende de forma masiva su campa?a de extorsi¨®n a profesionales y comerciantes
Las organizaciones sat¨¦lites de la banda recorren las tiendas pidiendo dinero para los presos
"Hace un mes que recib¨ª la carta", confiesa un abogado de San Sebasti¨¢n, "y ya se me est¨¢ acabando el plazo. No logro pegar ojo. Si no pago el mill¨®n que me pide ETA, nos ponemos en peligro yo y mi familia; si lo pago... ?cu¨¢ntas pistolas podr¨¢n comprar esos hijos de puta con mi dinero?". La banda terrorista ETA est¨¢ extendiendo su campa?a de extorsi¨®n -dirigida tradicionalmente hacia el sector empresarial- a peque?os industriales, profesionales liberales y due?os de comercios modestos. Seg¨²n la polic¨ªa, a ETA le est¨¢ saliendo "muy rentable" la estrategia de amedrentamiento puesta en marcha el pasado verano con la explosi¨®n de dos coches bomba en Bilbao y el asesinato del empresario Jos¨¦ Mar¨ªa Korta.
-?Se lo ha contado a la polic¨ªa?El abogado ensaya una sonrisa. "?Cont¨¢rselo...?", responde, "ni a mi mujer. Ya es suficiente con que no duerma uno". No s¨®lo est¨¢ preocupado por las represalias de ETA, en el caso de que no pague, o por las de su conciencia, en el caso de que s¨ª; tambi¨¦n lo est¨¢ porque, al igual que otros extorsionados, a¨²n no sabe ad¨®nde debe dirigirse ni a qui¨¦n para efectuar el pago. "Despu¨¦s de esa carta", a?ade, "no he vuelto a tener noticias de ETA. Me sobresalto al abrir el buz¨®n o al atender el tel¨¦fono. No s¨¦ cu¨¢nto tiempo va a durar este martirio".
Seg¨²n denunci¨® a principios de noviembre la patronal vasca Confebask, la organizaci¨®n terrorista est¨¢ mandando una nueva oleada de misivas exigiendo cantidades no superiores a los 20 millones de pesetas. La novedad radica en que ya no son s¨®lo los grandes empresarios los destinatarios de la temida carta, escrita en euskera y castellano y sellada con el hacha y la serpiente de ETA. Un buen n¨²mero de profesionales -m¨¦dicos, arquitectos, abogados-, peque?os industriales y hasta familiares de empresarios se sobresaltaron tambi¨¦n a principios de noviembre con la noticia de que ETA tiene sus nombres, sabe d¨®nde viven y les pide dinero.
"Nosotros", explica un industrial de Guip¨²zcoa, "estamos acostumbrados a recibir este tipo de cartas, unas veces pagamos y otras no, pero casi nunca lo decimos. Lo que ETA intenta ahora es que nuestros familiares se enteren y que ellos, al estar menos acostumbrados y por tanto ser m¨¢s vulnerables al miedo, nos presionen para que paguemos; hay familias que tardan mucho tiempo en recuperarse del quebranto que les supone una situaci¨®n as¨ª".
Al m¨¦todo tradicional de la carta se une ahora otro, muy parecido al que utilizan las organizaciones sat¨¦lites de ETA -Jarrai, Gestoras pro Amnist¨ªa, Senideak- para recaudar fondos en favor de los presos, pero que la polic¨ªa no duda en calificar de extorsi¨®n encubierta.
"Fue hace dos semanas, como a las seis de la tarde. No hab¨ªa nadie en la tienda, s¨®lo mi marido y yo", se?ala la propietaria de un comercio de San Sebasti¨¢n, "y entr¨® un chaval de unos 20 a?os, conocido de aqu¨ª del barrio. No sabemos su nombre pero s¨ª d¨®nde para y con qu¨¦ amigos va. Nos dej¨® un sobre, nos dijo que era para los presos, que lo llen¨¢ramos y que ya se pasar¨ªa a recogerlo".
Tampoco la polic¨ªa fue informada en esta ocasi¨®n. "?Qu¨¦ le vamos a decir?", se pregunta la tendera, "?que nos han dejado un sobre para que metamos dinero destinado a los presos de ETA...? Nos dir¨¢n que es una decisi¨®n voluntaria, que se lo devolvamos vac¨ªo y ya est¨¢, pero nosotros sabemos lo que nos pasar¨¢ si no pagamos... Tenemos amigos que ya...". Lunas rotas, silicona en la cerradura, una diana en la puerta de la tienda y volver a empezar. Hay quien no lo aguanta, cierra el negocio y se va, pero la mayor¨ªa traga, una y otra vez, hasta acostumbrarse a una bebida tan amarga. Que se lo pregunten si no a Jos¨¦ Antonio Rekondo, de Eusko Alkartasuna (EA), alcalde de Hernani (Guip¨²zcoa), la plaza fuerte del nacionalismo radical, desde 1991 a 1999.
"Intent¨¦ levantar a los comerciantes en contra, pero fue imposible...", reconoce con cierto pesar. A Rekondo le hicieron de todo: un d¨ªa llamaron a su padre y le dijeron que hab¨ªa fallecido en atentado, otro le dieron una paliza, diariamente lo amenazaban de muerte. Cuando los proetarras gritaban en su puerta "Rekondo, asesino, pim pam pum", ¨¦l pon¨ªa en el v¨ªdeo y a todo volumen una pel¨ªcula de dibujos animados para que su hija peque?a no supiera qu¨¦ estaba pasando en la calle, pero ella lo miraba y le dec¨ªa en euskera: "Pap¨¢, ya s¨¦ que est¨¢n ah¨ª".
Dice Rekondo que en algunas zonas de Euskadi donde la presi¨®n violenta es mayor -Hernani, Pasaia, Usurbil, Oiartzun, Lezo- se extiende una muy eficaz "red de control social". Seg¨²n Rekondo, alguien que pase un d¨ªa o dos en Hernani o incluso en alg¨²n barrio duro de San Sebasti¨¢n no llega a percibir lo que de verdad sucede. Bajo cuerda, en un di¨¢logo s¨®lo para iniciados, se representa la danza del miedo. Lo que cuenta el ex alcalde se parece bastante a una pel¨ªcula de El Padrino. Los que recaudan para la causa etarra -vendiendo camisetas a favor del acercamiento de los presos, exigiendo un aguinaldo o instalando huchas negras en los bares- son gente conocida, personajes del barrio, la cara amable tras la que se oculta otra, mucho m¨¢s terrible, que s¨®lo aparecer¨¢ si el comerciante no paga. Y entonces s¨ª, entonces, dice Rekondo, "la red de control social act¨²a de forma ejemplarizante, haci¨¦ndole ver al resto lo que le pasa a quien no se pliega a sus intereses, sean econ¨®micos o de cualquier otro tipo".
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