Gore arranca el ¨²ltimo apoyo del Partido Dem¨®crata antes de tirar la toalla
Al Gore fij¨® ayer un l¨ªmite temporal (hasta el fin de semana) y un ¨²ltimo empe?o (la apelaci¨®n ante el Tribunal Supremo de Florida) a la paciencia con su causa de sus correligionarios dem¨®cratas y el pueblo estadounidense. Al borde del precipicio tras las severas derrotas judiciales que sufri¨® el lunes, Gore despach¨® a su n¨²mero dos, Joe Lieberman, al Congreso de EE UU para evitar la estampida en las filas dem¨®cratas. Lieberman consigui¨® evitarla, pero para ello tuvo que prometer que Gore no prolongar¨¢ su batalla por la Casa Blanca si el Supremo de Florida falla en su contra.
Richard Gephardt y Thomas Daschle, los l¨ªderes de las minor¨ªas dem¨®cratas en las dos c¨¢maras del Congreso, dieron a Gore y Lieberman el apoyo que ped¨ªan en lo que puede ser el ¨²ltimo cap¨ªtulo de su cruzada. Pero en voz alta, y a¨²n m¨¢s en privado, los dem¨®cratas reconoc¨ªan que Gore huele a perdedor. Hasta el progresista Barney Frank declar¨®: "A Gore s¨®lo le queda la apelaci¨®n ante el Supremo de Florida, que probablemente perder¨¢. Entonces estar¨¢ acabado".La gran mayor¨ªa de juristas norteamericanos se?alaban ayer que es muy improbable que el Supremo de Florida, aunque seis de sus siete miembros sean dem¨®cratas, desautorice a Sanders Sauls. Este juez de Tallahassee sentenci¨® el lunes que la demanda de Gore para que se anulen los resultados oficiales de Florida, que dan la victoria a Bush por 537 votos, no tiene el menor fundamento. Ante el Supremo de Florida, Gore tiene la carga de la prueba. Es ¨¦l quien debe demostrar que Sauls err¨®.
"El ¨¢rbitro definitivo ser¨¢ el Supremo de Florida, no habr¨¢ m¨¢s apelaciones", prometi¨® Lieberman. Aunque el caso del condado de Seminola les despierte algunas ilusiones, Gore y su equipo se negaban ayer a reivindicarlo como una causa propia. Fuentes dem¨®cratas reconocieron que Gore ha librado la batalla de Florida exigiendo que se cuenten "todos los votos" y ser¨ªa escandaloso que pretendiera ganarla con un caso, como el de Seminola, en que se plantea lo contrario: arrojar a la basura miles de papeletas por presuntas irregularidades t¨¦cnicas.
Discreci¨®n
Con la Casa Blanca al alcance de su mano, George Bush mantuvo ayer un tono discreto. Prohibi¨® a los suyos cualquier celebraci¨®n p¨²blica hasta que Gore reconozca en p¨²blico su derrota, lo que s¨®lo se producir¨¢ tras la decisi¨®n del Supremo de Florida, si le es desfavorable. Es lo que adelant¨® David Boies, el prestigioso abogado que se ha quemado defendiendo a Gore, tras la sentencia del juez Sauls: "Ellos ganaron, nosotros perdimos. Vamos a apelar ante el Supremo de Florida, pero eso ser¨¢ el final del asunto". "Estamos orgullosos de la campa?a que hemos librado", declar¨® ayer.Lieberman, en el Congreso, en el comienzo de una despedida. Sin embargo, no sal¨ªa del entorno de Gore la menor indicaci¨®n de que el pol¨ªtico de Tennessee ya est¨¦ trabajando en la redacci¨®n del que puede ser el discurso m¨¢s amargo de su vida: el de rendici¨®n ante Bush. The Washington Post, un diario que apoy¨® su candidatura, le inst¨® ayer editorialmente a poner manos a la obra. "Gore", dijo el diario, "tiene el derecho a apelar, pero tambi¨¦n tiene la responsabilidad de empezar a contemplar de qu¨¦ manera va a abandonar su campa?a".
Florida debe tener claros el pr¨®ximo martes los 25 compromisarios que env¨ªa al Colegio Electoral que designar¨¢ en Washington al sucesor de Bill Clinton. Bush, con doble legitimidad, la del Ejecutivo de Florida y la de los tribunales de justicia, ten¨ªa ayer en su bolsillo ese paquete de compromisarios. Pero Bush sigui¨® pidiendo que le llamen gobernador y no presidente, y manifest¨® que no piensa anunciar nombramientos de ministros esta semana. Es un secreto a voces que uno de los primeros ser¨¢ el del ex general Colin Powell como titular de Exteriores.
Bush intentar¨¢ incorporar dem¨®cratas a su Gobierno, en un esfuerzo por cerrar las heridas abiertas por esta salvaje batalla por la Casa Blanca. El l¨ªder republicano sabe, adem¨¢s, que el modo bipartidista de gobernar que prometi¨® durante la campa?a es ahora una necesidad. Los republicanos tan s¨®lo disponen de una corta mayor¨ªa en la C¨¢mara y est¨¢n empatados a 50 en el Senado, tras la confirmaci¨®n de la victoria en el Estado de Washington de la candidata dem¨®crata Maria Cantwell.
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