Dos trasvases del Ebro
Y EM?RIT BONOAprovechando su comparecencia en una sesi¨®n de las Cortes Valencianas durante el pasado mes de octubre, el Presidente de la Generalitat se refiri¨® al d¨¦ficit h¨ªdrico de la Comunidad Valenciana como "importante y evidente", a?adiendo a continuaci¨®n que "es imposible otra soluci¨®n que no sea trasvasar aguas de las cuencas excedentarias a las del territorio valenciano". Dada la rotundidad empleada, podr¨ªa pensarse que semejantes afirmaciones est¨¢n fuera de toda discusi¨®n razonada y razonable. Nosotros pensamos, sin embargo, justamente lo contrario.Aunque existen algunos argumentos de peso en contra, vamos a aceptar que el d¨¦ficit h¨ªdrico valenciano resulte, a la vez, evidente e importante. En su sentido m¨¢s general, d¨¦ficit es la falta o escasez de algo que se juzga necesario; as¨ª lo define el Diccionario. Lo necesario, claro est¨¢, es aqu¨ª el agua; mientras que la falta o escasez hace relaci¨®n al desequilibrio existente en las tierras valencianas entre demandas y disponibilidades de tan preciado l¨ªquido. El origen de semejante d¨¦ficit puede encontrarse fundamentalmente en una de estas dos cosas: o bien los recursos disponibles son demasiados bajos en relaci¨®n a los niveles de poblaci¨®n y actividad econ¨®mica o bien, las demandas planteadas son demasiado altas respecto a la demograf¨ªa y econom¨ªa existentes.
Hasta hoy, la planificaci¨®n hidrol¨®gica hecha en Espa?a siempre se ha inclinado expl¨ªcita o impl¨ªcitamente por lo primero: la demanda h¨ªdrica ha sido considerada una variable ex¨®gena, estrechamente asociada al crecimiento demogr¨¢fico y econ¨®mico del pa¨ªs y, por tanto, no gestionable, al menos desde la hidrolog¨ªa. Consiguientemente la estrategia a seguir para hacer desaparecer cualquier d¨¦ficit h¨ªdrico estribaba (y estriba) en el incremento de los recursos disponibles, en el aumento de la oferta. Una f¨®rmula por cierto, que siempre ha encantado (y si-gue encantando) a aquellos directamente ligados al mundo de las obras hidr¨¢ulicas, desde t¨¦cnicos que proyectan hasta empresas que construyen. Nada ha cambiado bajo el sol ib¨¦rico y el anunciado proyecto de trasvase del Ebro (Ebro=Iber) es fiel a esta a?eja e inamovible visi¨®n.
Por supuesto que no s¨®lo la cortedad de la oferta, sino tambi¨¦n la holgura de la demanda pueden hallarse en la base de un d¨¦ficit h¨ªdrico. Usando un criterio pragm¨¢tico y yendo al caso que aqu¨ª nos ocupa -el valenciano- podremos afirmar que la demanda no ser¨¢, o s¨ª ser¨¢, la principal causa del d¨¦ficit h¨ªdrico de la Comunidad, cuando al compararnos con nuestro entorno as¨ª se pueda deducir. O sea, que si nuestra demanda de agua se encuentra por debajo (especialmente si se halla muy por debajo) de la media de nuestros vecinos, habr¨¢ que aceptar como causa primordial una oferta insuficiente. Pero si nuestra demanda h¨ªdrica se sit¨²a por encima (y todav¨ªa m¨¢s, si lo hace muy por encima) de esa media, forzoso ser¨¢ concluir que la causa de nuestros problemas radica mucho m¨¢s en una demanda sobredimensionada que en una oferta exigua.
Pues bien, si comparamos la demanda de agua por habitante y a?o de la Comunidad Valenciana con los diferentes pa¨ªses circunmediterr¨¢neos (con quienes posee numerosas caracter¨ªsticas climatol¨®gicas, hidrol¨®gicas, incluso econ¨®micas -como el peso de la agricultura de regad¨ªo o la importancia del turismo- en com¨²n), la situaci¨®n es del tenor siguiente: de los 18 estados circunmediterr¨¢neos, ¨²nicamente 5 presentan una demanda h¨ªdrica superior a la valenciana (Siria, Egipto, Libia, Italia y naturalmente, Espa?a), mientras que en los 13 restantes se sit¨²a por debajo. Aqu¨ª los requerimientos valencianos se hallan por encima de la media: suponen un 13% m¨¢s que los 687 m3/hab. a?o del promedio mediterr¨¢neo.
Podemos, por tanto, aceptar que el nivel alcanzado por nuestras necesidades de agua es la causa principal del d¨¦ficit h¨ªdrico valenciano, de ese desequilibrio "importante y evidente" del que habla Eduardo Zaplana. Pero nada tiene que ver esta situaci¨®n con un pa¨ªs que se muere de sed o en el que el desarrollo se encuentra yugulado por la cr¨®nica carencia de agua, im¨¢genes que tanto gustan repetir algunos propagandistas del trasvase. Los 744.000 litros que, en promedio, demanda anualmente cada ciudadano valenciano, sugieren mucho m¨¢s avidez o despilfarro, que depauperaci¨®n o escasez. Y apuntan al aut¨¦ntico problema: la ineficiencia h¨ªdrica del sistema valenciano de producci¨®n-consumo. Dentro de la Uni¨®n Europea, tan s¨®lo Portugal y Espa?a requieren m¨¢s litros de agua para generar un euro de PIB que la Comunidad Valenciana. La intensidad h¨ªdrica de nuestra econom¨ªa es justamente el doble que la media de la UE.
Que enmendar la mediocre eficiencia ecoh¨ªdrica valenciana en un contexto t¨ªpicamente mediterr¨¢neo es perfectamente posible, nos lo muestra el caso de Israel. Con una climatolog¨ªa m¨¢s seca que la valenciana, con un PIB per c¨¢pita comparable, con un peso similar del sector agrario en el conjunto de la econom¨ªa, con una distribuci¨®n porcentual de la demanda de agua pr¨¢cticamente id¨¦ntica, la intensidad h¨ªdrica de la econom¨ªa israel¨ª es menos de la mitad de la que posee la econom¨ªa valenciana. Y mencionamos el ejemplo de Israel, no porque este pa¨ªs constituya un ejemplo de sostenibilidad h¨ªdrica (las demandas de agua siguen siendo excesi-vas en relaci¨®n a los recursos disponibles), sino porque muestra lo que una econom¨ªa t¨ªpicamente mediterr¨¢nea puede hoy alcanzar en eficiencia h¨ªdrica. No en balde Israel es l¨ªder mundial en aspectos de la gesti¨®n del agua que va, desde la microirrigaci¨®n (m¨¢s de la mitad de su superficie de regad¨ªo se riega as¨ª), hasta la reutilizaci¨®n de aguas residuales (las 3/4 partes de las mismas se vuelven a usar).
Si analizamos la demanda, tres son las ramas productivas particularmente implicadas en nuestra ineficiencia ecoh¨ªdrica; una pertenece al sector agrario, otra a la industria y una ¨²ltima a los servicios. Con mucho, la m¨¢s relevante es la agricultura de regad¨ªo; a considerable distancia le sigue la rama industrial del agua (empresas de suministro y distribuci¨®n) y a una distancia mucho mayor a¨²n, los servicios ligados al turismo. Las cifras son esclarecedoras: en la actualidad, la agricultura de regad¨ªo -la rama productiva h¨ªdricamente m¨¢s dispendiosa-, precisa como media diez litros de agua para generar a precios de mercado una ¨²nica peseta de valor a?adido. Sobran comentarios; el campo potencial de actuaci¨®n es enorme.
?Por d¨®nde encaminarnos, entonces? ?Vamos a seguir insistiendo en que la soluci¨®n a nuestros problemas h¨ªdricos tiene que venir de la mano de la oferta, reclamando solidaridades hidrol¨®gicas? ?C¨®mo va a solucionar un nuevo incremento de la oferta problemas estructurales propios de la demanda? ?Hemos de creer c¨¢ndidamente en las palabras del ministro Matas cuando asegura que la problem¨¢tica del agua en Espa?a se resolver¨¢ definitivamente con el nuevo Plan Hidrol¨®gico Nacional y su trasvase desde el Ebro? ?No hay otra opci¨®n que confiar en esa agua del Ebro que posiblemente nunca llegue, que probablemente no suponga las aportaciones netas previstas (por ejemplo, por mermas en el actual trasvase Tajo-Segura) y que casi con entera seguridad, ser¨¢ absorbida mayoritariamente por el aumento de la demanda, incremento favorecido por las expectativas creadas? S¨ª la hay. La habr¨¢, si dejando de lado inercias hidr¨¢ulicas, proclamas ret¨®ricas, declaraciones quejosas y reivindicaciones hist¨®ricas, y utilizando criterios conservadores de c¨¢lculo, nos centramos en las cuatro l¨ªneas maestras siguientes:
a) Mejorar dr¨¢sticamente la eficiencia h¨ªdrica, muy especialmente en las ramas productivas ya indicadas (agricultura de regad¨ªo, industria del agua, servicios tur¨ªsticos). En la actualidad, el agua captada y no aprovechada por estas actividades va, desde m¨¢s de 1/5 en el caso de los abastecimientos urbanos e industriales, hasta cerca de la mitad en el regad¨ªo hist¨®rico valenciano. Reducir un 10% las demandas urbana y agr¨ªcola (en el caso de los regad¨ªos en proceso de modernizaci¨®n) y un 25% de la industrial y de la provinente del regad¨ªo hist¨®rico, es perfectamente posible: no se precisa revoluci¨®n tecnol¨®gica alguna, basta aplicar las recetas t¨¦cnicas y organizativas al uso.
b) Potenciar la reutilizaci¨®n de las aguas residuales, previamente depuradas, que hoy no llegan al 20% del total (40 hm3 en 1998 de los 356 que alcanzaban los efluentes de depuradora ese a?o). Para ello es imprescindible una sustancial mejora en los niveles de depuraci¨®n (y, a fin de conseguirlo, un estricto control de los vertidos industriales que se vierten a la red p¨²blica de saneamiento, toda una asignatura pendiente hoy).
c) Explorar las posibilidades de la desalaci¨®n del agua del mar, en especial en las comarcas del sur en que los costes unitarios del agua desalada se acercan a los que se est¨¢n proponiendo para el agua del trasvase. Tanto el abastecimiento urbano como la actividad tur¨ªstica, o incluso determinadas formas de agricultura de exportaci¨®n de alto valor a?adido pueden absorber perfectamente esos costes. Para evitar que la desalaci¨®n suponga una mayor presi¨®n sobre los combustibles f¨®siles y nucleares, pod¨ªa utilizarse energ¨ªa solar t¨¦rmica complementada por electricidad de origen e¨®lico.
d) De todo lo anterior se desprender¨ªa la necesidad de avanzar en una reestructuraci¨®n ecoh¨ªdrica del tejido productivo valenciano; el motor de la econom¨ªa valenciana del futuro no puede radicar en los sectores y ramas m¨¢s intensivos en agua. Naranjas, redes de abastecimiento de agua y turistas, han cumplido su papel hist¨®rico; seguir pensando en la necesidad de que sigan creciendo en el futuro como lo han hecho en el pasado, no es nada deseable, por mucho motivos, h¨ªdricos y no h¨ªdricos.
En el marco general de estabilizaci¨®n de la demanda contemplada en el ¨²ltimo apartado, el punto a) supondr¨ªa un ahorro de agua de 540 hm3/a?o que podr¨ªa dedicarse a otros fines; el b) una reutilizaci¨®n de 240 hm3 m¨¢s que en 1998 (2/3 del agua producida a principios de la pr¨®xima d¨¦cada) y el c) una oferta complementaria de 60 hm3/a?o, aproximadamente la mitad del agua prevista en el trasvase para la parte valenciana de la Cuenca del Segura. Todo lo cual supondr¨ªa 840 hm3/a?o, exactamente el doble del agua anualmente a trasvasar seg¨²n el PHN a la Comunidad Valenciana (unos 420 hm3/a?o). Dos trasvases virtuales del Ebro en nuestras manos, procedentes en m¨¢s de un 60% del ahorro y en m¨¢s del 90% de la acci¨®n combinada de ahorro y reutilizaci¨®n. Unos porcentajes satisfactorios desde los m¨¢s exigentes criterios de sostenibilidad y unas cantidades suficientes para cubrir necesidades actuales y futuras de la econom¨ªa valenciana.
Solamente, a nuestro juicio, una vez puestas en marchas aquellas iniciativas, estar¨ªamos en condiciones de abordar seriamente la supuesta necesidad de trasvasar agua de la cuenca del Ebro. Obviamente, este procedimiento de ahorro de agua tambi¨¦n habr¨ªa que aplicarlo a la mencionada cuenca. Con ello aumentar¨ªamos la eficiencia ecoh¨ªdrica abriendo un camino hacia la sostenibilidad.
Ricardo Almenar pertenece a la c¨¢tedra Unesco de Estudios para el Desarrollo de la Universidad de Valencia y Em¨¨rit Bono es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad de Valencia.
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