Roscubas
Los hermanos Fernando y Vicente Roscubas mostraron su acreditada talla de artistas en la exposici¨®n de la Sala Rekalde del a?o pasado. Fue a trav¨¦s de una amplia recopilaci¨®n de sus trabajos desde 1974 a 1999. Por encima de las calidades pl¨¢sticas de cada obra expuesta, algunas ciertamente notables, sobresal¨ªa la variedad inventiva de los temas. Con esos trabajos, los Roscubas demostraron que si bien estuvieron sujetos durante muchos a?os al dictado del ¨®leo y los pinceles, ya su materialidad c¨®mplice y aliada se llamaba madera, poli¨¦ster, vinilo, espejos, gomas, im¨¢genes fotogr¨¢ficas producidas en serie, metacrilato, etc¨¦tera, etc¨¦tera... Sus pinceles no fatigaban, como hac¨ªan antes, un figurativismo estallante, con estramb¨®ticos personajes -puro fe¨ªsmo, no exento de gran fuerza expresiva- y objetos multiformes, forzado todo ello a hacerlos convivir en los lienzos. Con la utilizaci¨®n de los nuevos materiales, el tratamiento produc¨ªa otra clase de maneras y, consecuentemente, de formas. Un objeto ya no bastaba con representarlo c¨®mo es. Ahora lo tomaban con las manos y lo llevaban de aqu¨ª para all¨¢, y hasta lo pod¨ªan forrar con otros materiales. Incluso las figuras no precisaban ser pintadas, porque el mundo de la fotograf¨ªa y la imprenta son inagotables proveedores de im¨¢genes...
Entendieron los dos hermanos que con el pincel en la mano el artista, aunque inm¨®vil, se agita, tantea y sue?a, en tanto que al verse libre de ese pincel queda obligado a moverse y a buscar imparablemente. En el primer caso tiene ante s¨ª la v¨ªa abierta de lo imaginario, y en el segundo la ampl¨ªsima recurrencia de lo selectivo combinatorio.
Sin ninguna clase de reticencias, a partir de aquella muestra de la Sala Rekalde, supimos que los Roscubas pod¨ªan convertir en arte cuanto se lo propusieran y en el momento que quisieran. El mundo de las im¨¢genes y su vasto temblor de objetos quedaban a la espera de sus decisiones o, para expresarlo con m¨¢s propiedad, dispuestos a dejarse elegir por estos artistas.
Un a?o m¨¢s tarde, los Roscubas presentan sus ¨²ltimos trabajos en la Galer¨ªa Juan Manuel Lumbreras de Bilbao. Como en la ocasi¨®n memorable de entonces, tambi¨¦n existe la voluntad de exhibir una dilatada variedad tem¨¢tica. Sin embargo, resulta corta esa variedad, en raz¨®n a que el tiempo transcurrido es ciertamente exiguo. Nos hab¨ªan acostumbrado a regalarnos una ampl¨ªsima gama inventiva, por la que "viaj¨¢bamos" gozosos. Ahora lo mostrado posee, en su mayor parte considerable valor, mas echamos en falta que el "viaje" no sea m¨¢s largo.
Pese a lo aparentonas que parezcan las obras sobre el mundo de la moda y el rococ¨®, en acr¨ªlicos y escayola, la cosa no pasa de lo anecd¨®tico y banal. Es un hallazgo feliz esa cabeza construida con m¨²ltiples lonchas de goma. Muy sugerentes las cabezas de poli¨¦ster revestidas de finos hilos de lana...
Resulta chocante que hayan dejado convivir, sin introducir dial¨¦ctica alguna, las 31 cabezas de poli¨¦ster y acr¨ªlico con los 55 rostros neoexpresionistas de ¨®leo sobre madera, que habitan en el mismo ¨¢mbito del s¨®tano. No es suficiente que se limitaran a jugar con las cabezas de poli¨¦ster, variando sus posiciones o formando grupos de mayores o menores unidades. Lo recurrente ser¨ªa que el ¨®leo pasara a impostar su febril neoexpresionismo sobre m¨¢s de una de las fr¨ªgidas cabezas de poli¨¦ster...
En este caso, quiz¨¢ la falta de tiempo no les ha permitido dejar reposar las ideas. En otros momentos, comprobaban que cuanto m¨¢s tiempo pasaba, tantas m¨¢s ideas nuevas se acumulaban en torno a las obras. Si una obra iniciada seis meses atr¨¢s la dejaban sin tocar, cuando la retomaban, esa obra cambiaba. De ah¨ª su adicci¨®n permanente al hacer y dejar, volver a hacer y dejar....
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