Sorpresas
En estos d¨ªas cercanos a la Navidad, ya sea porque estamos deseando que llegue o que pase, nos ponemos todos de los nervios. M¨¢s que los quehaceres, creo que lo que se nos amontona y lo que se nos dispara son las neuronas: andamos tan locos como insoportables, a toda velocidad, sin enterarnos de lo que nos pasa ni de lo que nos dicen, con la mirada perdida y la cabeza en cualquier cosa menos en lo que estamos haciendo, por eso vamos de sorpresa en sorpresa, y nos da igual porque lo ¨²nico que nos importa es correr.Para correr m¨¢s y mejor, ?oh, error!, utilizamos el coche, lugar en el que mejor podemos acrecentar nuestra irritabilidad. Parados delante de un sem¨¢foro en rojo o¨ªmos un claxon corto que nos pone tan nerviosos como para comprobar que no tenemos las luces encendidas en pleno d¨ªa, que no nos hemos dejado un pico del abrigo atrapado con la puerta, que no estamos en el carril equivocado..., hasta que suenan, no una sino mil bocinas ensordecedoras y entonces salimos a toda velocidad y avanzamos varios metros hacia el atasco inevitable, donde el guapito del claxon nos adelanta por el arc¨¦n y se nos coloca delante atravesado.
Hasta aqu¨ª se puede decir que entra todo dentro de lo penosamente normal; la novedad es que los peatones ataquen con furia a los autom¨®viles sin el menor motivo. Ocurri¨® la otra noche, cuando una amiga iba conduciendo por una de esas calles estrechas que tanto admiramos por pintorescas. Por el centro de la calle se acercaba, tan despacio como mi amiga, porque ya se sabe lo que aqu¨ª pasa con los charcos, una pareja cargada de bolsas; avanzaban y avanzaban sin meterse en un portal, que es lo que se suele hacer en semejante trance, por lo que mi amiga opt¨® por frenar y esperar pacientemente a que pasaran junto a ella. Craso error: lo que hubiera podido ser una delicadeza se convirti¨® en una p¨¦rdida de tiempo coronada por una enojos¨ªsima sorpresa, pues nada m¨¢s alcanzar la pareja el coche la emprendi¨® a bolsazo va y bolsazo viene contra los cristales; as¨ª, sin m¨¢s, sin que mediara un leve salpic¨®n ni palabra alguna. Cuando la v¨ªctima pudo reaccionar y se le atropellaron los insultos en la garganta, la pareja hab¨ªa desaparecido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.