Los hijos de Robert Graves XAVIER MORET
Cuando el 16 de mayo de 1946, el escritor ingl¨¦s Robert Graves y su esposa, Beryl, aterrizaron en la isla de Mallorca en un taxi a¨¦reo, viajaban con ellos sus tres hijos: William, de 5 a?os; Luc¨ªa, de 3, y Juan, de 18 meses. A?os despu¨¦s, en 1953, nacer¨ªa Tom¨¢s, el cuarto y ¨²ltimo hijo de la pareja. Los cuatro hermanos crecieron en Dei¨¤, a la sombra de los viejos olivos que tanto amaba el autor de Yo, Claudio y plenamente integrados en la sociedad mallorquina. Jugaron en las aguas transparentes de Sa Cala, fueron a la escuela del pueblo, aprendieron el mallorqu¨ªn y siguen pasando largas temporadas en su pueblo de Dei¨¤, como una prolongaci¨®n del sue?o de su padre, de aquel gran poeta ingl¨¦s que un buen d¨ªa enton¨® su particular Adi¨®s a todo esto y decidi¨® refundar su vida en la isla de Mallorca, lejos de los fastos de Oxford.Robert Graves lleg¨® por primera vez a Mallorca en 1929, junto con la poetisa norteamericana Laura Riding. Buscaba un lugar tranquilo donde establecerse y Gertrude Stein le recomend¨® Mallorca. "Es el para¨ªso, si puedes resistirlo", fueron sus palabras. Graves se dio cuenta de inmediato de que la isla ten¨ªa, en efecto, mucho de para¨ªso, sobre todo en la parte de Dei¨¤, donde un pueblecito con casas de pesebre abraza una colina situada a medio camino entre una costa rocosa y una imponente monta?a de 1.000 metros de altitud. En lo m¨¢s alto est¨¢n la iglesia y el cementerio, flanqueado de cipreses, y en los m¨¢rgenes que rodean el pueblo crecen los olivos milenarios -de troncos retorcidos, de formas caprichosas- y los huertos de naranjos y limoneros que llenan el aire de un aroma que, una vez m¨¢s, remite al para¨ªso. A un paso, por un camino de cabras que discurre junto a un torrente, est¨¢ Sa Cala con sus aguas transparentes y sus caba?as de pescadores. M¨¢s para¨ªso, si cabe. La guerra civil rompi¨® en 1936 el sue?o de Robert Graves. El poeta regres¨® a Inglaterra y all¨ª, bloqueado por los ecos de la guerra, permaneci¨® durante 10 a?os. En 1946, con su nueva pareja, Beryl Prichard, y sus hijos pens¨® que hab¨ªa llegado el momento de volver a su isla, a su sue?o. Hizo las maletas y se march¨® decidido a quedarse en Dei¨¤ para siempre.
"Los Graves maduran lentamente", sol¨ªa decir Robert Graves cuando hablaba de sus hijos. Y ten¨ªa raz¨®n. Sus hijos mallorquines -hay cinco m¨¢s de un matrimonio anterior- parecen haber alcanzado ya esa madurez que ¨¦l sab¨ªa que llegar¨ªa alg¨²n d¨ªa. Graves muri¨® en 1985 y est¨¢ enterrado en el cementerio de Dei¨¤, en lo m¨¢s alto del barrio de Es Puig, pero 15 a?os despu¨¦s el mito sigue vivo. Son muchos todav¨ªa los turistas que llegan a esa bella poblaci¨®n mallorquina atra¨ªdos por la leyenda del autor de Yo, Claudio. Aparte, queda el testimonio de sus hijos. Con pocos meses de diferencia han aparecido ¨²ltimamente obras de Luc¨ªa y de William Graves que pasan revista a sus a?os mallorquines. Luc¨ªa lo ha hecho en el libro Mujer desconocida (Seix Barral), William en Bajo la sombra del olivo (Ola?eta). Son testimonios de primera mano que hablan del poeta y de Mallorca. A ellos habr¨ªa que a?adir los libros de un tercer hermano, Tom¨¢s, que ha publicado Volem pa amb oli y Un hogar en Mallorca.
De los distintos libros de los hermanos Graves es el de William, el albacea literario de Robert, el que muestra una inclinaci¨®n m¨¢s fiel al g¨¦nero de la memoria. Empieza con la llegada de la familia a la isla y se alarga explicando los olores del pueblo, los cambios de estaci¨®n observados a trav¨¦s de la aparici¨®n de las distintas frutas, las mercanc¨ªas que se alineaban en las estanter¨ªas del estanco, las clases de la escuela, el mito de S'Arxiduc, las gentes de Dei¨¤... Cuenta tambi¨¦n sus enfrentamientos con el padre, sus desencuentros a ra¨ªz sobre todo de las "musas" j¨®venes que Robert Graves ten¨ªa a su alrededor, la llegada de los hippies en los sesenta... Es, en resumen, un libro bien escrito y un excelente testimonio de primera mano.
Luc¨ªa ha dado a su libro, pensado b¨¢sicamente para lectores ingleses, un aire m¨¢s literario. No se trata tan s¨®lo de un testimonio, sino de un libro basado en la fuerza de las mujeres que conoci¨® en Mallorca. Habla de los cuentos que narraban los pescadores de la cala, de sus juegos con los ni?os del pueblo, del aprendizaje del mallorqu¨ªn, de su boda con el m¨²sico catal¨¢n Ramon Farran, de sus hijas... "Un d¨ªa hac¨ªa escudella catalana y al siguiente cocido irland¨¦s o shepherd's pie", escribe para mostrar su pertenencia a dos mundos a los que no quiere renunciar.
A Tom¨¢s Graves, el tercero de los hermanos escritores, le ha dado por huir del tono memorialista y apostar por un tipo de libro m¨¢s l¨²dico, de celebraci¨®n de la vida mallorquina y de los placeres que ofrece Dei¨¤. Quiz¨¢ todo se debe a que ¨¦l es, de hecho, el ¨²nico hermano nacido en Mallorca. Uno de sus libros lleva por t¨ªtulo Volem pa amb oli, y es un extenso y divertido estudio sobre las virtudes del pa amb oli mallorqu¨ªn. Por cierto, Tom¨¢s, con alguno de sus hermanos, toca en una banda local llamada Pa amb oli, lo que da idea de su vinculaci¨®n al pa¨ªs. Volem pa amb oli se abre con una divertida referencia a un joven inquieto que un buen d¨ªa acude a ver a un sabio ermita?o. Cuando el joven llega a la cueva donde vive el ermita?o, ¨¦ste le invita a compartir su silencio y, durante m¨¢s de un a?o, comparten una dieta frugal a base de pa amb oli. Un d¨ªa el sabio, considerando que el joven ya est¨¢ preparado, rompe el silencio y le pregunta qu¨¦ desea. ?ste le pregunta: "?Qu¨¦ es la vida, maestro?". El sabio, tras respirar a fondo, proclama el gran secreto: "La vida ¨¦s un pa amb oli darrera s'altre". Para qu¨¦ darle m¨¢s vueltas. El periplo literario de Robert Graves, su descubrimiento del Mediterr¨¢neo, parece resumirse en esa gran lecci¨®n zen.
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