Sin g¨¦nero
Los escritores sin g¨¦nero son como los exiliados continuos, los individuos sin dinast¨ªa, las criaturas sin religi¨®n, los pensadores sin fuerte ideolog¨ªa. Frente a estas carencias de principio, deben procurarse casi todo por invenci¨®n: creando sus patrias fugaces, sus afiliaciones arbitrarias, sus referencias para sobrevivir. De tal combinaci¨®n de esfuerzos se genera una particular percepci¨®n, y de tal manera de percibir, original y heroica, nace como una extrema necesidad el estilo. Hay renombrados escritores de g¨¦nero, de mucho g¨¦nero, sin ning¨²n estilo, pero no se conoce a alguien sin g¨¦nero cuyo estilo no hubiera requerido templarse como un brillante hilo de acero capaz de sostener y lucir su identidad. En este caso, Umbral es el ejemplo entre una peque?a lista de autores que ofrecen lo mejor y m¨¢s leg¨ªtimo de la escritura. No importa si se trata de literatura, de periodismo, de ensayo o de memorias, de narraciones o meditaciones. Donde se reconoce el valor mayor de una escritura es en su capacidad para convertirse en el objeto central de la seducci¨®n. Es decir, cuando la escritura puede plantarse frente al lector o la lectora cuerpo a cuerpo, desnuda y sin g¨¦nero. Unos leen novelas, y otros, versos o tratados. El lector superior es s¨®lo aquel que distingue la certidumbre de la escritura y prosigue su direcci¨®n sin importarle en qu¨¦ otro tomo se introduce la l¨ªnea, a qu¨¦ nueva taxonom¨ªa le conduce el placer de las palabras. Sigue la escritura como un adicto porque quien suministra la sustancia es un seductor y el estupefaciente resulta de calidad suprema.Nada hay actualmente m¨¢s caduco que los g¨¦neros, los apartados, los apartheids. Y nada, a la vez, es m¨¢s moderno que la mixtura, la congregaci¨®n, la transversalidad, la no pertenencia. De ah¨ª que Umbral resulte tan vigente y tan resistente al tiempo. El tiempo abate y erosiona los d¨®ciles encuadramientos, pero codicia, para renovarse, a los autores ¨²nicos, liberados de las casillas de una modalidad y recre¨¢ndose a s¨ª mismos por la incesante inauguraci¨®n de un modo. Larra, Pla, Umbral han sido escritores de p¨¢ginas, de libros, de obras enteras sin r¨®tulo, sin t¨¦rmino. Sin el aire de menesterosidad, de mansedumbre o de fin que poseen los g¨¦neros.
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