El f¨²tbol antes que el futbolista
Especialmente generoso con los arietes, punto y final del juego, el f¨²tbol ha sido por costumbre r¨¢cano en el reparto de premios con los medios y demasiado esquivo respecto a los defensas. Al delantero centro, al fin y al cabo, se le juzga en funci¨®n de su fecundidad de la misma manera que a los porteros se les valora de acuerdo a su capacidad para negar el gol. El Pichichi, as¨ª como el trofeo Ricardo Zamora, no admiten dudas porque los goles se pueden cuantificar. M¨¢s que nada se premia el ego¨ªsmo. El d¨ªa que Romario fich¨® por el Barcelona, por ejemplo, no prometi¨® la Liga sino que pronostic¨® que marcar¨ªa 30 goles en un a?o.Una cosa es la Bota de Oro y otra el Bal¨®n de Oro pese a que a veces se confunden de mala manera. Jubilado Romario, lesionado Ronaldo, premiado Rivaldo, y ya reconocido Zidane por la FIFA, hoy parece que cualquier distinci¨®n es un mal menor, necesario a fin de cuentas porque el mundo de f¨²tbol no entiende de premios desiertos. Y no es el caso.
No hay futbolista mejor que Figo para dignificar el Bal¨®n de Oro. Por encima de cualquier discusi¨®n tribal entre madridistas y barcelonistas sobre el premio y su paternidad, Figo simboliza el futbolista de equipo por excelencia, digno sucesor de Di St¨¦fano, justamente el ¨²ltimo Bal¨®n de Oro del Madrid y el jugador que ha sido apartado de mala manera de la pugna entre Pel¨¦ y Maradona por ser reconocido como el mejor del siglo. El f¨²tbol tiene esos gui?os.
Figo viene a ser hoy Di St¨¦fano, dicho sea con todo el respeto del mundo, sobre todo por lo que significa de compromiso y de complicidad con el juego, con el equipo, con el club y tambi¨¦n con el puesto, porque Figo ha llegado a la meta desde el extremo, una especie en extinci¨®n por rara y dif¨ªcil. Frente a la comodidad de los media punta, ante la proliferaci¨®n de carrileros, contra los delanteros sedentarios y en medio del debate del doble pivote, aparece siempre la figura por la banda de Figo, generoso y altruista, poniendo la pelota a punto para el remate. Figo juega, hace jugar y forma equipo, y de ah¨ª el quejido azulgrana, hu¨¦rfano como se ha quedado de f¨²tbol y de futbolista, pla?idero como es, fatalista como ha sido, temeroso de revivir la leyenda de Su¨¢rez.
Ning¨²n otro futbolista extranjero resisti¨® como Figo el paso de Cruyff, Robson y Van Gaal por el Barcelona. Jugador universal como es y se siente, el portugu¨¦s nunca presumi¨® de curr¨ªculo sino que se exigi¨® en cada partido. Ahora le ha dado por meter goles, no por nada sino por est¨ªmulo. A Figo, al fin y al cabo, solamente le interesa la pelota. Por eso hoy no le dan la Bota de Oro sino que le conceden el Bal¨®n de Oro, el premio m¨¢s grande que existe en un juego colectivo como es el f¨²tbol. Figo es el f¨²tbol antes que el futbolista. Felicidades.
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