Derecho a la esperanza
Un grupo de militantes socialistas madrile?os integrantes del Colectivo Alternativa, tras mantener algunas reuniones a lo largo del mes de septiembre en las que analizamos el entonces pr¨®ximo Congreso de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a, cre¨ªmos necesario presentar mi candidatura a la Secretar¨ªa General de la Federaci¨®n. Nos preocupaba que los vicios tradicionalmente imperantes en la FSM -la existencia de familias dif¨ªcilmente inteligibles en clave pol¨ªtica, la b¨²squeda permanente de etiquetas y paraguas (federales) bajo los que cobijar proyectos pol¨ªticos carentes de contenido, y un ensimismamiento org¨¢nico esterilizador que nos imped¨ªa a los socialistas presentar a la sociedad madrile?a un proyecto atractivo y nos condenaba a la oposici¨®n-, marcaran el devenir del Congreso e impidieran que los aires de cambio del XXXV Congreso Federal llegaran a Madrid.Sab¨ªamos que nuestra iniciativa era audaz, pero sab¨ªamos tambi¨¦n que la audacia ha sido una virtud presente en la trayectoria pol¨ªtica de nuestros principales l¨ªderes, desde Pablo Iglesias hasta Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, pasando por Felipe Gonz¨¢lez. Adem¨¢s, cre¨ªamos que una iniciativa de esas caracter¨ªsticas era necesaria para sacar a la FSM del marasmo en el que se encontraba, y en consecuencia, para recobrar la ilusi¨®n que nos permitiera recuperar la confianza de la izquierda madrile?a.
Recuerdo que uno de los promotores defend¨ªa la iniciativa utilizando unas palabras que he tenido presentes durante todo el periodo precongresual: "se lo debemos al partido". En efecto, nos consider¨¢bamos moralmente obligados a presentar una propuesta que nos permitiera a los socialistas aprobar las asignaturas que ten¨ªamos pendientes y as¨ª poder realizar una oferta atractiva a los ciudadanos. No quer¨ªamos que nadie pudiera decirnos que nos estuvo buscando y que no nos encontr¨®; que nadie pudiera pensar que todos los militantes de la FSM est¨¢bamos dispuestos a aceptar pac¨ªficamente que las viejas familias decidieran el resultado del Congreso; nos resultaba inadmisible transmitir a la opini¨®n p¨²blica una imagen de unanimidad en el fatalismo y la resignaci¨®n.
Nuestra apuesta ha sido por un Congreso en el que primaran los proyectos pol¨ªticos sobre las lealtades personales y familiares, en el que se debatiera de personas e ideas al mismo tiempo. Por eso, la presentaci¨®n de mi candidatura a la Secretar¨ªa General de la FSM fue acompa?ada del documento en el que se resum¨ªan las ideas fundamentales de un proyecto pol¨ªtico que pretend¨ªa, adem¨¢s de trasladar a Madrid el esp¨ªritu del XXXV Congreso, operar un cambio de generaci¨®n pol¨ªtica, introducir modos m¨¢s participativos de hacer pol¨ªtica y hacer de la FSM el referente de la izquierda plural de la Comunidad de Madrid.
Durante siete semanas de intenso trabajo en las agrupaciones y grupos sectoriales, he constatado que la voluntad de iniciar una nueva etapa y acompasar nuestros ritmos a los del resto de nuestro partido son claramente mayoritarios entre los socialistas madrile?os. No creo equivocarme, sin embargo, al manifestar que muchos militantes y responsables reconoc¨ªan simult¨¢neamente, por un lado, que una opci¨®n como la nuestra era necesaria, e incluso que pod¨ªamos cimentar en bases s¨®lidas la nueva etapa que la FSM deb¨ªa comenzar, y por otro, que la FSM no estaba madura para el cambio que nosotros pod¨ªamos representar, argumento en el que -me temo- se escond¨ªa la inquietud de algunos notables de no gobernar el periodo de transici¨®n que deber¨ªamos iniciar. Un compa?ero ironizaba sobre algunos h¨¢bitos presentes en nuestra organizaci¨®n: "llevamos tiempo diciendo lo que hace falta en la FSM, y cuando nos encontramos exactamente con lo que reclam¨¢bamos, nos da miedo apoyarlo".
Quiz¨¢ hayan sido ese v¨¦rtigo ante lo nuevo, la inseguridad -propia de los caracteres conservadores que desgraciadamente est¨¢n tambi¨¦n presentes en nuestra organizaci¨®n- que provoca cualquier proceso de cambio, y tambi¨¦n el deseo de apostar por caballo ganador -renunciando de ese modo a que el caballo ganador sea el que uno desea-, las razones que expliquen -junto a la voluntad de las familias de abortar cualquier iniciativa independiente- que el entusiasmo que nuestra propuesta despert¨® en un principio no llegara a cuajar, y que asumi¨¦ramos que ¨¦ste no iba ser nuestro Congreso: una vez roto el acuerdo entre acostistas y renovadores de la base, la constataci¨®n de una creciente polarizaci¨®n en torno a los candidatos propuestos desde ambos sectores dificultaba la consolidaci¨®n de un proyecto que hac¨ªa de la superaci¨®n de ese marco su elemento caracter¨ªstico. Jugar en ese terreno desvirtuaba nuestra iniciativa. No quer¨ªamos ser una fuerza m¨¢s en liza que pudiera ser instrumentalizada, ni constituirnos en un obst¨¢culo que condicionara los proyectos de otros candidatos, ni quer¨ªamos jugar un papel de bisagra que -tras una oportuna negociaci¨®n- decantara el resultado del Congreso en una u otra direcci¨®n.
He mantenido durante todo el periodo precongresual que los socialistas madrile?os tenemos derecho a la esperanza. El desenlace final del IX Congreso no nos puede privar de seguir reivindicando ese derecho. No debemos ocultar que son muchas las dificultades a las que nos enfrentamos en el inmediato futuro, la principal interpretar correctamente la pluralidad e integraci¨®n que deben presidir nuestra acci¨®n pol¨ªtica. En los partidos de izquierda, la pluralidad es un elemento positivo, siempre que responda a diferentes planteamientos ideol¨®gicos o estrat¨¦gicos. Nosotros la hemos confundido -?ojal¨¢ sea correcto utilizar el pasado!- con existencia de familias. La integraci¨®n es positiva cuando descansa en el reconocimiento de la existencia de un proyecto pol¨ªtico mayoritario, y responde al deseo de todos -mayor¨ªas y minor¨ªas- de colaborar en dicho proyecto. Nosotros hemos confundido esa integraci¨®n -un 45% de los delegados del pasado Congreso hemos cre¨ªdo que seguimos haci¨¦ndolo- con el reparto de cuotas de poder, dificultando de ese modo la tarea de direcci¨®n pol¨ªtica.
Para trabajar en la superaci¨®n de esas dificultades, para elaborar una alternativa de progreso al Partido Popular, para presentar proyectos pol¨ªticos -ideas y personas- cre¨ªbles y atractivos para la ciudadan¨ªa madrile?a, entiendo que nuestros planteamientos siguen plenamente vigentes. La nueva ejecutiva sabe que puede contar con nuestra lealtad, con nuestra colaboraci¨®n, y con nuestra firme voluntad de construir una FSM participativa, abierta y din¨¢mica, que se erija en el instrumento que permita hacer una pol¨ªtica de izquierdas en la Comunidad de Madrid. Los militantes socialistas y los ciudadanos que han visto en nuestra iniciativa el embri¨®n de una alternativa de progreso pueden confiar en nuestro compromiso de seguir trabajando en esa direcci¨®n.
Jes¨²s Gonz¨¢lez Amuch¨¢stegui es militante de la Agrupaci¨®n Socialista de Majadahonda.
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