Silencio en la Maestranza

No soy ning¨²n experto en ¨®pera, s¨®lo aficionado con algunos discos. El s¨¢bado pasado fui por primera vez al Teatro de la Maestranza a ver mi primera ¨®pera: La Traviata. El comentario sobre la representaci¨®n me lo guardo para otra ocasi¨®n, pero lo resumo en que me gust¨® mucho.Mi comentario lo quiero referir a la sensaci¨®n de bochorno que me produjo, a m¨ª y a mi acompa?ante, el comportamiento del p¨²blico. Empezando por la mujer de delante que tarareaba en voz perfectamente audible los pasajes m¨¢s conocidos; el de dos filas m¨¢s all¨¢ sonando el envoltorio de un caramelo; los aplausos y ovaciones a destiempo y lo insoportable, lo que te hace perder toda concentraci¨®n: el coro interminable de bronqu¨ªticos o faring¨ªticos desde todos los puntos de la sala sin parar de toser, en intervalos de pocos segundos desde el principio hasta el final de la representaci¨®n. Realmente bochornoso; si as¨ª nos sent¨ªamos nosotros, no quiero ni pensar en los protagonistas, el director o los m¨²sicos.

Repito que no soy ning¨²n entendido, ni si s¨¦ si se debe a la falta de cultura oper¨ªstica de la ciudad. Pero ¨¦sta misma ciudad que se jacta de "los silencios de la Maestranza", la de los toros, o del silencio en torno de cualquiera de los pasos de Semana Santa, tiene, a mi entender, mucho que aprender acerca de c¨®mo se asiste con correcci¨®n a un espect¨¢culo tan maravilloso en un escenario tan majestuoso.- .