C¨²per, el asceta
Sirvan dos ejemplos para explicar el car¨¢cter de H¨¦ctor C¨²per. Tras ser expulsado Carew en La Catedral por sus gestos de desconsideraci¨®n hacia el p¨²blico, la ira se apodera del valencianismo: ese tipo de celebraci¨®n ya la practicaron otros (Ra¨²l, Ronaldo, Luis Enrique, Batistuta) sin castigo. C¨²per, en cambio, culpa al jugador: "Deb¨ªa haberlo celebrado con sus compa?eros, que son los que trabajaron para empatar". Y segundo ejemplo: un empleado del club sale una noche de copas en uno de los viajes del Valencia y, a la ma?ana siguiente, se congratula de que C¨²per no se haya enterado. De enterarse, lo habr¨ªa abroncado. "Por la mala imagen que dar¨ªa del club", comenta el empleado, que no es ni jugador ni miembro del cuerpo t¨¦cnico.A C¨²per le vale tanto un roto como un descosido para armar un conjunto competitivo: le sirven un explosivo argentino (Piojo) o un tanque noruego (Carew). Cuatro a?os en Espa?a con dos equipos distintos -dos con el Mallorca y los dos ¨²ltimos con el Valencia- no dejan lugar a dudas. La f¨®rmula es siempre la misma: armar el grupo de atr¨¢s hacia delante. Si en su d¨ªa convirti¨® en internacional al central Marcelino, ahora le saca lustre a la muchachada de los 35 a?os -Djukic, Carboni y Angloma-, adem¨¢s de recuperar an¨ªmicamente a Pellegrino y Ayala. Si en su d¨ªa el mallorquinista Roa fue el mejor portero de la Liga, le ha llegado el turno a Ca?izares, el menos batido en Europa y en Espa?a tras su discreto paso por la Eurocopa.
Para este hombre religioso de profundas creencias, el trabajo y la disciplina son palabras mayores. Y si a sus manos llegan j¨®venes valores dispuestos a sufrir -Gerard, Albelda, Angulo, Farin¨®s, y ahora Vicente y Carew-, C¨²per tiene la paciencia suficiente para luego hacerlos disfrutar.
El t¨¦cnico argentino, por otra parte, es implacable con quienes entiende que le fallaron. El lateral Gerardo, por ejemplo, a quien no dirige la palabra reproch¨¢ndole lo que, a su juicio, fue una mala actuaci¨®n en la final de la pasada Liga de Campeones.
C¨²per traslada su conservadurismo al f¨²tbol y, en ocasiones, ¨¦ste le puede jugar malas pasadas. Arriesga lo justo y eso quiz¨¢ haya derivado en la principal r¨¦mora que arrastra: la p¨¦rdida de tres finales desde que lleg¨® a Espa?a, dos con el Mallorca -la Copa del Rey y la Recopa-, y una con el Valencia -la Liga de Campeones en Par¨ªs ante el Madrid-.
Aparte del conservadurismo t¨¢ctico, la festiva grada de Mestalla le recrimina a C¨²per su excesiva seriedad, en contraste con el dicharachero y populista Ranieri. Por ah¨ª podr¨ªa romperse la continuidad del preparador argentino en el Valencia, ahora que se inician las negociaciones. A pesar de los ¨¦xitos de los ¨²ltimos cursos (plantarse en la final de Par¨ªs y acabar el a?o 2000 como campe¨®n), no hay unanimidad del p¨²blico a favor de su continuidad. El club, en cambio, s¨ª lo tiene claro y le har¨¢ una gran oferta: unos 400 millones de pesetas netos por campa?a (ahora cobra 350) con opci¨®n de llegar a los 500 millones a trav¨¦s de incentivos.
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