Los 'caraconos'
La cabeza del concejal de Movilidad Urbana, Sigfrido Herr¨¢ez, corre serio peligro de sufrir una horrible metamorfosis. Su cr¨¢neo dolicoc¨¦falo podr¨ªa experimentar una evoluci¨®n geom¨¦trica y convertirse en un caracono. Los caraconos son esos personajes de ficci¨®n, procedentes de otro planeta, protagonistas de una famosa serie televisiva cuya principal caracter¨ªstica es la forma apepinada de sus cabezas. Y es que de un tiempo a esta parte don Sigfrido no piensa en otra cosa que no sean conos. Compr¨® miles de conos, sembr¨® Madrid de conos y sue?a con los conos. Esos pirulos de pl¨¢stico anaranjado que ha dispuesto para delimitar los carriles-bus constituyen, a d¨ªa de hoy, la gran apuesta del se?or concejal para resolver el fenomenal problema de tr¨¢fico que sufre la capital. Su idea era experimentar durante las navidades en unas cuantas calles como paso previo a la instalaci¨®n generalizada de otros elementos de car¨¢cter fijo. Con esa intenci¨®n, la ma?ana del viernes 15 de diciembre, Madrid se convert¨ªa en la ciudad del cono. Cinco mil pivotes recib¨ªan su bautismo de fuego en una veintena de kil¨®metros de carril-bus del centro de la capital. Fuego infernal, porque a las pocas horas el espect¨¢culo que ofrec¨ªan las hileras de pirulos resultaba desolador. Empujados por los motoristas, derribados por los autom¨®viles y aplastados por autobuses, la formaci¨®n de conos parec¨ªa un ej¨¦rcito maltrecho en franca retirada.Al mismo tiempo, el aluvi¨®n de protestas era clamoroso. Los conductores de la EMT se quejaban de tener que sortear con sus pesados veh¨ªculos los conos ca¨ªdos, los taxistas de quedar bloqueados cuando otro autom¨®vil interrump¨ªa el paso, y el resto de los conductores, de los bandazos que se ve¨ªan obligados a dar para no tragarse los pivotes que estaban en medio de la calzada. Todos se echaban las manos a la cabeza ante tama?a insensatez, todos menos el concejal, quien se esforzaba en defender sus conos con un empe?o y una ingenuidad que resultan enternecedores. A¨²n hoy mantiene su "enconamiento" sin el menor sonrojo, a pesar del abultado balance de bajas entre las filas de conos. Nada comparable, en cualquier caso, al bochorno hist¨®rico que para el actual gobierno municipal del PP supondr¨¢ el instalar separadores en los carriles-bus despu¨¦s de la batalla que libr¨® contra ellos cuando gobernaba el PSOE. Es cierto que los bordillos que mont¨® el entonces concejal de circulaci¨®n, Valent¨ªn Medel, eran de cemento y los que pondr¨¢ Herr¨¢ez ser¨¢n elementos de caucho, pero no fue la seguridad, ni mucho menos, el ¨²nico argumento que los populares esgrimieron en su contra. Baste recordar c¨®mo la entonces oposici¨®n al gobierno de izquierdas jaleaba a los comerciantes de Serrano contra el bordillo que imped¨ªa aparcar a la distinguida clientela de sus tiendas. Apoyados por un peri¨®dico cuyo edificio se encontraba en esa misma calle, defendieron la causa como si en ella les fuera la vida. Pocos saben la enorme incidencia que tuvo en esa guerra la inquina que le profesaba al concejal Medel un pariente suyo que trabajaba en la redacci¨®n del rotativo. Y a¨²n son menos los que conocen que el motivo real por el que dimiti¨® el edil de Circulaci¨®n fue un asunto feo relacionado con el Metro y en el que hubo otros dos altos cargos implicados. Esa pol¨¦mica sobre el carril-bus les vino al pelo a quienes dirig¨ªan entonces la FSM para quitarle de en medio sin esc¨¢ndalos. Los populares, por su parte, lo vendieron como una gran victoria y, en cuanto llegaron al poder, desmontaron los odiados bordillos.
Ahora, 12 a?os despu¨¦s, el bueno de Sigfrido Herr¨¢ez viene con su plan de separadores a descubrir la necesidad de imponer respeto en la utilizaci¨®n del carril-bus. Conociendo al personaje, s¨¦ que lo hace con la mejor intenci¨®n y no para jorobar a los automovilistas ni enriquecer al fabricante de pirulos. Sin embargo, el resultado de la operaci¨®n cono ha sido penoso y bastante penitencia tendr¨¢ su promotor con ponerse a cubierto del escarnio p¨²blico. El mi¨¦rcoles pasado, en la tradicional comida de Navidad, los periodistas regalaron a ?lvarez del Manzano un cono envuelto en plata a modo de antorcha ol¨ªmpica. El alcalde se la pas¨® de inmediato a Herr¨¢ez, quien sali¨® a recogerla rojo como un tomate. En su camino de vuelta a la mesa, alguien susurr¨® con maldad que ya parec¨ªa un caracono.
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