El Decreto de Unificaci¨®n
Es necesario insistir en el famoso "pacto". El "pacto de la nada", si se suprime el pre¨¢mbulo. As¨ª lo defini¨® el diario gubernamental, El Mundo, el domingo pasado: "Si se suprime el pre¨¢mbulo, el acuerdo entre el PP y el PSOE se queda en nada". (Pedro J. dixit en un editorial). ?Y qu¨¦ dice el pre¨¢mbulo?. Literalmente, lo que sigue: "La ruptura del Pacto de Estella y el abandono de sus organismos constituye para el Partido Popular y el Partido Socialista un requisito inprescindible para alcanzar cualquier acuerdo pol¨ªtico o pacto institucional con el Partido Nacionalista Vasco o Eusko Alkartasuna". Muy bien. El PP y el PSOE tienen todo el derecho de pactar lo que quieran para despu¨¦s de las elecciones vascas con el fin de repartirse el poder al margen de PNV y EA. Que esa es la verdadera cuesti¨®n: un pacto leg¨ªtimo entre dos partidos. Pero, ?por qu¨¦ lo tiene que firmar todo el mundo?Aznar, sin embargo, quiere que el pacto PP-PSOE se firme ¨ªntegro. Por todos y "sin fisuras". El primer ministro espa?ol quiere convertir el famoso pacto en un documento plebiscitario, firmado por todo el mundo, desde el partido m¨¢s peque?o, pasando por sindicatos, patronales, entidades de todo tipo hasta, incluso la asociaci¨®n de prot¨¦sicos dentales, si a bien tuviesen poner su firma. El se?or Aznar, en definitiva, quiere un documento que esconda el fracaso de su pol¨ªtica antiterrorista despu¨¦s de m¨¢s de cinco a?os de Gobierno. En una palabra: el se?or Aznar lo que quiere es una especie de Decreto de Unificaci¨®n como el que promulg¨® Franco en abril de 1937. Se dec¨ªa en aquel decreto que la "gran causa" -la que se libraba contra el comunismo y el separatismo- "era incompatible con la lucha de partidos y organizaciones pol¨ªticas que, si bien pugnan todas ellas noblemente por el mejor servicio de Espa?a, gasta sus mejores energ¨ªas en la lucha por el predominio de sus estilos peculiares o, lo que es peor, en cuestiones de tipo personalista, que dan lugar a discordias peque?as dentro de las organizaciones, resucitando la vieja intriga pol¨ªtica, y poniendo en trance de descomposici¨®n organizacines y fuerzas cuyas masas se mueven a impulso de los m¨¢s fuertes ideales". Franco quer¨ªa, tambi¨¦n, una unidad "sin fisuras". Entonces, entre falangistas y requet¨¦s. (Tambi¨¦n el dem¨®cratacristiano Gil Robles, desde Portugal, se apresur¨® a adherirse a la "unificaci¨®n" en una "emocionante" carta dirigida a Franco).
Quien no mostr¨® su adhesi¨®n sino su rechazo fu¨¦ el falangista Manuel Hedilla, a pesar de que se le nombraba secretario general del "partido unificado". Alguien no dudoso de estar contra el enemigo: los rojos y los separatistas. Pero, a pesar de todo, se organiz¨® una campa?a contra Hedilla a quien se lleg¨® a acusar, con falsedades y manipulaciones, de ser un agente de Indalecio Prieto. Es decir, del enemigo. Naturalmente, Hedilla di¨® con sus huesos en la c¨¤rcel. En esta versi¨®n moderna del Decreto de Unificaci¨®n, los Hedilla son Llamazares y Pujol. La caverna medi¨¢tica madrile?a los est¨¢ presentando, ante la opini¨®n p¨²blica, como c¨®mplices del enemigo, es decir, del terrorismo. La portada del pasado jueves de La Raz¨®n era un claro ejemplo de la vileza de su editor, Luis M? Ans¨®n: junto a la fotograf¨ªa del cuerpo asesinado del polic¨ªa municipal de Barcelona en medio de un charco de sangre, aparec¨ªa la fotograf¨ªa del president Pujol. ?Periodismo subliminal? ?Periodisma facistoide! Afortunadamente, el presidente Aznar ya no puede meter en la c¨¢rcel ni a Llamazares ni a Pujol. Pero s¨ª ponerlos en la picota ante la opini¨®n p¨²blica de la mano del portavoz del Gobierno -el ¨ªnclito Cabanillas- y de toda la tropa medi¨¢tica aznarista. ?Qu¨¦ le vamos a hacer! ?Paciencia y barajar!
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