El Mozart m¨¢s m¨¢gico

Al servicio de la obra

En mayor o menor medida, las principales producciones oper¨ªsticas de Mozart tienen todas su magia, pero, sin duda, el Mozart m¨¢s m¨¢gico, valga la redundancia, es el de La flauta m¨¢gica, que ahora ha vuelto al teatro del Liceo de Barcelona, con cuyo p¨²blico mantiene desde hace algunos a?os una historia de amor que tard¨® algo en comenzar. Estrenada en Viena en 1791, esta ¨®pera no lleg¨® al Liceo hasta 1925, donde se volvi¨® a representar en 1951. Desde entonces ha figurado en cartel en ocho temporadas distintas, lo cual permite considerarla pr¨¢cticamente como de repertorio. Y la temporada pr¨®xima, aunque fuera de abono, volver¨¢ al escenario del coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s.En la presentaci¨®n de la ¨®pera, el s¨¢bado por la noche, la magia de la obra encontr¨® la necesaria colaboraci¨®n en la s¨®lida direcci¨®n musical de Bertrand de Billy, la atractiva producci¨®n dirigida por Joan Font, que el Liceo estren¨® en el teatro Victoria de Barcelona en junio de 1999, y el solvente y bien conjuntado equipo de cantantes.

Joan Font y Comediants han modificado ligeramente la producci¨®n, dadas las diferencias de espacio y equipamiento existentes entre el escenario del teatro Victoria y el del nuevo Liceo. A favor de su presentaci¨®n en el escenario del Liceo est¨¢ que el movimiento y los grupos respiran ahora mejor. En contra, que el escenario aparece excesivamente desnudo en algunos pasajes. Pero, en conjunto, sigue siendo un muy buen trabajo, sencillo en su factura, pero que expone la acci¨®n con fluidez y poder comunicativo.

En esta ocasi¨®n, adem¨¢s, Joan Font y su equipo han tenido la suerte de contar con int¨¦rpretes f¨ªsicamente ideales para sus personajes: hermosos, juveniles y principescos, Pamina y Tamino; gal¨¢ctica la Reina de la Noche; regordeta Papagena -delicioso su figur¨ªn que recuerda a una patata cuando aparenta ser una vieja-; pajaril y muy activo Papageno; con presencia y grave solemnidad Sarastro; hinchado como una bota Monostatos; p¨¦treos los sacerdotes; de aspecto ornitol¨®gico las damas; mozartianas las ni?as.

Bertrand de Billy tambi¨¦n tuvo buena parte del m¨¦rito en el ¨¦xito de esta versi¨®n, porque supo ponerse al servicio de la obra, que no es lo mismo que buscar el lucimiento personal, y lo hizo acertando en el volumen, los tempi (algo vivos), el equilibrio y el estilo, aunque no pudo evitar cierta aspereza del sonido instrumental en algunos pasajes. El coro fue a m¨¢s a lo largo de la representaci¨®n, acabando con pujanza y empaste.Entre los numerosos int¨¦rpretes hay que destacar en primer lugar la fascinante Pamina, vocal y esc¨¦nicamente, de la soprano francesa V¨¦ronique Gens, que consigui¨® que se enamoraran del personaje, no s¨®lo Tamino, sino todos los espectadores. Tambi¨¦n de gran l¨ªnea y perfecto en el estilo, el Tamino del tenor surafricano Deon van der Walt, a pesar de un ligero traspi¨¦s por el enfoque de alguna nota del registro superior. El bar¨ªtono alem¨¢n Wolfgang Rauch, simp¨¢tico como actor y con buenos medios vocales, hizo un vivaz Papageno, personaje siempre muy agradecido, mientras que el Sarastro del bajo alem¨¢n Reinhard Hagen tuvo la oportuna y grave solemnidad.

Del resto del reparto hay que citar la Reina de la Noche de la soprano napolitana Valeria Esposito, f¨¢cil en agudos y coloratura, pero con voz peque?a y de escasa proyecci¨®n. Magn¨ªficos el Monostatos del tenor estadounidense Steven Cole (un punto apagado al final de su aria) y el Orador del bajo alem¨¢n Matthias H?lle, que encarnar¨¢ el personaje de Sarastro en el segudo reparto de la obra. Graciosa la Papagena de la soprano bilba¨ªna Olatz Saitua y eficaces y perfectamente integradas en el conjunto las intervenciones de Mar¨ªa Jos¨¦ Martos, Mireia Pint¨®, Merc¨¨ Obiol, Francisco Vas, Mariano Vi?uales y las ni?as J¨²lia Ses¨¦, Anna Maria Altemir y Bel¨¦n Barnaus.

Al final de la representaci¨®n, un¨¢nimes, prolongadas y entusiastas ovaciones para todos, con un Joan Font f¨ªsicamente identificado con el sin par Papageno, merced al gorro con cresta que le cedi¨® Wolfgang Rauch, su int¨¦rprete en esta representaci¨®n de la primera ¨®pera en el nuevo Liceo que comparte escenario altern¨¢ndose con la pol¨¦mica versi¨®n de Calixto Bieito de la ¨®pera de Verdi Un ballo in maschera.