La "armonizaci¨®n" anunciada
En las ¨²ltimas semanas se han publicado dos noticias muy importantes, pero que han pasado casi inadvertidas. La primera es el acuerdo en la cumbre europea de Niza -impulsado por Alemania- de estudiar a fondo el papel de las regiones -o sea, las nacionalidades y regiones seg¨²n nuestra Constituci¨®n- en el futuro de la Uni¨®n Europea, para atribuirles importantes competencias. La segunda es el anuncio, por parte del presidente del Gobierno espa?ol, J. M. Aznar, de emprender en los pr¨®ximos meses una "armonizaci¨®n" de las comunidades aut¨®nomas, en lo que se refiere a sus finanzas y sus competencias. La primera noticia abre importantes perspectivas. La segunda abre importantes temores.La diferencia es que Alemania es un Estado federal que sabe lo que representan pol¨ªtica y econ¨®micamente sus regiones y cu¨¢l debe ser su papel en el futuro de una Europa unificada. En cambio, Espa?a es un Estado federal que no funciona como tal y que, por lo que hemos visto hasta ahora, el PP se dispone a minimizar.
Como es bien sabido, la Europa comunitaria es una suma de Estados muy compleja. En todos ellos funcionan unos Estados potentes, pero que, en la medida en que ¨¦stos est¨¢n perdiendo competencias -como se ver¨¢ pl¨¢sticamente con la puesta en marcha del euro como moneda ¨²nica-, necesitan fortalecer el papel de las regiones y las ciudades como estructuras m¨¢s pr¨®ximas a sus respectivos ciudadanos y, por consiguiente, m¨¢s capacitadas para resolver los problemas de ¨¦stos en el seno de una Europa multinacional y multirracial.
?sta, y no otra, es la raz¨®n de que en los Estados m¨¢s grandes y m¨¢s complejos haya una tendencia creciente a la descentralizaci¨®n. No hay m¨¢s que recordar los importantes pasos dados en esta direcci¨®n por una Gran Breta?a secularmente centralizada, los intentos complejos de Italia en esta misma l¨ªnea, a menudo fallidos por la heterogeneidad de sus fuerzas pol¨ªticas, y hasta la tendencia a fortalecer las regiones en un Estado como el franc¨¦s, paradigma del centralismo m¨¢s s¨®lido. Por consiguiente, uno de los temas fundamentales de la Uni¨®n Europea en los pr¨®ximos a?os ser¨¢, sin duda ninguna, el del papel que van a desempe?ar en la construcci¨®n de la Europa unida sus regiones y sus ciudades.
Por lo visto en los ¨²ltimos meses -o, m¨¢s exactamente, en la anterior legislatura y en la presente-, en nuestro pa¨ªs vamos en sentido contrario. Ampar¨¢ndose en el complejo desarrollo de las comunidades aut¨®nomas gobernadas por partidos nacionalistas, el Gobierno del PP emprendi¨®, desde el primer minuto de su primera victoria, en 1996, y ha reforzado much¨ªsimo en su actual legislatura, una fuerte presi¨®n para reducir las competencias reales de dichas comunidades y de someter a todas a un creciente proceso de centralizaci¨®n.
El resultado obtenido hasta ahora es que las comunidades aut¨®nomas gobernadas por el PP son meras estructuras m¨¢s o menos provinciales, que las gobernadas por el PSOE est¨¢n sometidas a una dura presi¨®n -no hay m¨¢s que recordar al inefable ministro de Agricultura, el de los "huevos", cuando dec¨ªa a sus interlocutores que el Plan Hidrol¨®gico se iba a llevar a cabo porque ten¨ªan mayor¨ªa absoluta y porque hab¨ªan perdido Arag¨®n- y las gobernadas por los nacionalistas est¨¢n sometidas a un duro forcejeo. Los nacionalistas canarios ya han pactado; en Catalu?a, CiU, que perdi¨® las elecciones, hace ver como que gobierna, pero vive sometida al PP en Barcelona y en Madrid, y Euskadi es un horno de terribles implicaciones que el PP se empe?a en ver como un territorio de conquista.
Todo permite pensar, por consiguiente, que el anunciado proceso de "armonizaci¨®n" -palabra que tanto recuerda el conflicto de la LOAPA de los a?os ochenta- ir¨¢ por esta l¨ªnea de presi¨®n y que, en vez de avanzar hacia una aut¨¦ntica descentralizaci¨®n y de emprender las necesarias reformas para otorgar a las comunidades aut¨®nomas y a las ciudades la dimensi¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica necesaria para desempe?ar su futuro papel en la Uni¨®n Europea, vamos hacia un neocentralismo -perfectamente visible ya ahora- que nos alejar¨¢ de la futura arquitectura de Europa.
Nada es m¨¢s expl¨ªcito al respecto que la forma en que el PP trata a los representantes y a las estructuras de las comunidades aut¨®nomas y a los ¨®rganos centrales que deber¨ªan representar a ¨¦stas, como el Senado. No hay en nuestro pa¨ªs ning¨²n mecanismo, ninguna instituci¨®n, que permita al presidente del Gobierno reunirse con los presidentes de las comunidades aut¨®nomas para tratar conjuntamente los problemas de Estado que les conciernan. De vez en cuando nos enteramos por la prensa de que el se?or Aznar ha recibido en La Moncloa al presidente tal o cual de tal o cual autonom¨ªa, y eso es todo. No tenemos una C¨¢mara parlamentaria que represente a las comunidades aut¨®nomas y les abra camino para discutir y tomar decisiones conjuntas, entre ellas y con el Gobierno central. No tenemos ning¨²n mecanismo para que las comunidades aut¨®nomas puedan participar de verdad en la legislaci¨®n que les afecte. Y ahora nos dicen que el Gobierno va a "armonizar" todo esto, o sea, que el Gobierno va a decidir por cuenta propia centralizar lo que le venga en gana y discutir lo que le parezca.
Mal asunto. Malo porque un retraso o una acci¨®n unilateral del Gobierno como la que estamos soportando desde hace meses convertir¨¢ a nuestras comunidades aut¨®nomas y a nuestras ciudades en los vagones de cola de un gran cambio pr¨®ximo e indispensable en el espacio europeo. Y malo porque, en vez de coordinar esfuerzos y de aunar voluntades, vamos hacia una toma de decisiones en solitario que luego habr¨¢ que rehacer, si se puede, deprisa, corriendo y con el viento en contra.
Jordi Sol¨¦ Tura es diputado por el PSC-PSOE.
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