Ernest Lluch y el 'ambiente' de Madrid
A Montse Lamarca
'En Madrid no hay caliu [ambiente propicio] para presentar este libro', me dijo Ernest Lluch la ma?ana del 14 de noviembre, siete d¨ªas antes de ser asesinado. El libro en cuesti¨®n es el titulado Derechos hist¨®ricos y constitucionalismo ¨²til, que ¨¦l y Miguel Herrero de Mi?¨®n hab¨ªan publicado hac¨ªa unos meses. Ernest hab¨ªa tenido la amabilidad de presentar a la prensa barcelonesa, junto con Joan Culla, mi libro Identitats contempor¨¤nies: Catalunya i Espanya. En el curso de su intervenci¨®n, y luego en privado, se quej¨® con amargura de que casi nadie quer¨ªa presentar en Madrid dicho libro y de la notable incomprensi¨®n, e incluso hostilidad, que hab¨ªa hacia las tesis que en ¨¦l se defend¨ªan. Ernest, Joan y yo coincidimos en el diagn¨®stico: el ambiente de Madrid se hab¨ªa transformado notablemente en los ¨²ltimos a?os, y aquellas actitudes esencialistas e intransigentes que casi hab¨ªan desaparecido durante la transici¨®n parec¨ªan rebrotar con br¨ªo. Realmente, con el libro de Lluch y Herrero est¨¢ pasando algo curioso: no hay manera de encontrarlo. Parece que lo del ambiente poco propicio tambi¨¦n afecta a los propios editores de la obra, una conocida fundaci¨®n bancaria. Varios libreros de Madrid y de Barcelona me han asegurado que ante su solicitud de ejemplares de dicho libro la respuesta de los editores ha sido la de afirmar que est¨¢ agotado, cosa que me parece bastante extra?a dado que se public¨® tan s¨®lo hace unos meses.
Pero, realmente, ?son tan peligrosas e inaceptables las tesis de Lluch y Herrero? El libro, en el que colaboran tambi¨¦n prestigiosos especialistas en derecho e historia (B. Clavero, J. L. L¨®pez Burniol, E. Gay, I. Zubiri, J. Arrieta, J. Astigarraga, J. Rigol, J. Ca?o, J. Arregui y J.-C. Alli), contiene una propuesta, l¨®gicamente discutible, pero inequ¨ªvocamente democr¨¢tica, acerca de la posibilidad de que el desarrollo de la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n, referente a los derechos hist¨®ricos vascos, signifique una v¨ªa para la soluci¨®n del contencioso existente hoy en el Pa¨ªs Vasco. Los autores consideran la Constituci¨®n como un texto abierto que se debe adaptar a las necesidades reales de los ciudadanos y que, por ello, puede permitir encontrar formas pol¨ªticas que posibilitar¨ªan superar el terrorismo, alcanzar la paz, salvaguardar los derechos individuales y los colectivos y restablecer la concordia entre los vascos y el resto de los espa?oles. Porque no debe olvidarse que el error pol¨ªtico de la UCD de no incluir en la ponencia constitucional a ning¨²n representante del nacionalismo vasco concluy¨® con el hecho de que finalmente la mayor¨ªa de los ciudadanos vascos no votasen la Constituci¨®n de 1978.
La propuesta de Lluch y de Herrero realmente no es sencilla, pero est¨¢ formulada desde la total lealtad constitucional y con una generosa imaginaci¨®n pol¨ªtica. Pese a ello, fue recibida con notable reticencia, e incluso con hostilidad, desde los sectores m¨¢s intransigentes de los nacionalismos espa?ol y vasco. Y ese rechazo se ha manifestado de nuevo, y en tonos casi viscerales, tras el asesinato de Ernest. Uno puede comprender la dif¨ªcil situaci¨®n personal de Jon Juaristi, pero eso no justifica acusar a Lluch, en un duro art¨ªculo publicado en Abc el pasado d¨ªa 25 de noviembre, de querer dividir a los dem¨®cratas con un ideario 'romo, empecinado y est¨²pido'. Es igualmente significativo que C¨¦sar Alonso de los R¨ªos afirme, al d¨ªa siguiente y en el mismo diario de Madrid, que Lluch 'buscaba salidas espurias, apa?os criptoespa?olistas, peque?oburgueses'.
Hace unos d¨ªas me comentaba un colega y amigo gallego lo dif¨ªcil que era mantener en Madrid una conversaci¨®n serena y ponderada sobre la situaci¨®n vasca. Incluso en los ambientes intelectuales o acad¨¦micos, me dec¨ªa, predominan las actitudes intransigentes y radicales. ?Es esto reflejo del aut¨¦ntico ambiente pol¨ªtico de Madrid? ?Son muchos los que est¨¢n de acuerdo con la afirmaci¨®n, formulada hace poco, de que discutir y proponer la reforma de la Constituci¨®n o de los estatutos significa ni m¨¢s ni menos que 'reconocer el triunfo de los terroristas'? ?Se acepta, sin m¨¢s, la vieja tesis franquista, de nuevo utilizada ahora, de que lo peligroso no es el terrorismo, sino el nacionalismo (por supuesto, vasco o catal¨¢n)?
Desde la muerte de Ernest se han producido dos asesinatos m¨¢s de ETA, los dos en Catalu?a, y el PP y el PSOE han firmado el acuerdo 'Por las libertades y contra el terrorismo'. No es demasiado l¨ªcito especular sobre qu¨¦ opinar¨ªa Lluch de todo ello, pero lo que es evidente es que ¨¦l siempre vio como un peligro la polarizaci¨®n del Pa¨ªs Vasco en dos bloques identitarios, que es lo que siempre han deseado los extremismos de ambos lados. Me escribe otro amigo y colega, en este caso vasco, diciendo que con la muerte de Lluch 'ETA quiere eliminar a los dialogantes, a los que proponen terceras v¨ªas porque se ha impuesto el discurso anti-intelectual, el de los ignorantes. Viene de lejos esa visi¨®n militarista. Si nos matan a los que pedimos el di¨¢logo sin condiciones es porque desean escenificar una guerra sin cuartel, sin mediadores ni mediaci¨®n'. Y lo peor es que algunos de los 'otros' parecen haber ca¨ªdo tambi¨¦n en la trampa de la polarizaci¨®n.
Pienso que hoy m¨¢s que nunca la soluci¨®n est¨¢ en esta tercera v¨ªa basada en la trilog¨ªa libertades, di¨¢logo y paz, reclamada masivamente el 23 de noviembre por el mill¨®n largo de catalanes que nos manifestamos por las calles de Barcelona. Me resisto a creer que hoy no es posible presentar y defender en Madrid las tesis de Lluch y de Herrero, porque, de ser cierto, ello ser¨ªa una preocupante muestra de que algo huele a podrido en la vida pol¨ªtica espa?ola. El 'esp¨ªritu de Lluch', tan invocado hoy, siempre signific¨® tener una suma tolerancia con las ideas de los otros y al mismo tiempo una m¨¢xima intransigencia frente a todos los procedimientos antidemocr¨¢ticos. Quiz¨¢s por ello tambi¨¦n pueda plasmarse en una frase, creo que de Isaac Rabin, relativa a las dificultades que exist¨ªan para establecer un di¨¢logo palestino-israel¨ª: 'Debemos negociar como si no hubiera terrorismo, y actuar contra el terrorismo como si no hubiera negociaci¨®n'.
Borja de Riquer i Permanyer es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universitat Aut¨®noma de Barcelona.
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