El archivo de Vitoria
Despu¨¦s de leer el art¨ªculo Un mill¨®n de negativos, referente a la fototeca de la Kutxa en San Sebasti¨¢n y publicado por este peri¨®dico fechas atr¨¢s, un viejo amigo que ejerce de alav¨¦s fervoroso me viene insistiendo tenazmente sobre la importancia de la Secci¨®n de Fotograf¨ªa en el Archivo Municipal de Vitoria. A pesar de indicarle referencias de esta misma columna sobre alguno de los autores que all¨ª se encuentran insisti¨® pertinaz en la importancia del conjunto. Vista su tenacidad solicit¨¦ informaci¨®n detallada sobre el lugar y sus actividades y me lleg¨® sin dilaci¨®n. Con los documentos en la mano y una sigilosa visita al lugar he podido comprobar lo poco exagerado de las palabras de mi amigo.
La secci¨®n de fotograf¨ªa del ayuntamiento vitoriano se cre¨® en 1955. En la base estaban los primeros negativos fueron donados por Enrique Guinea (1875-1944) en 1921. Su fama como fot¨®grafo en la ciudad ven¨ªa de anta?o. A principio de siglo, su nombre pod¨ªa encontrarse en la portada de La Libertad, entonces el diario m¨¢s antiguo de la ciudad. Se le citaba por su aportaci¨®n gr¨¢fica a la memoria anual de las obras realizadas en 1912 en la Catedral. Dos fotos donde se ve¨ªa con detalle el curso de la construcci¨®n.
Sus aportaciones no se limitaron a estos seguimientos arquitect¨®nicos, tan de moda actualmente, son otros muchos (14.900) los aspectos de la vida cotidiana recogidos por su c¨¢mara con ternura y sencillez. Algunos de ellos fueron elegidos para representar a la provincia en el Congreso Internacional sobre Ciencias Administrativas celebrado en Bruselas en 1913. Para este evento tambi¨¦n aportaron fotograf¨ªas Federico Baraibar, Lorenzo Elorza yPedro Gonzalo, nombres que no he podido encontrar incluidos en el listado del archivo.
Bien se trate de adquisiciones o nuevas donaciones las im¨¢genes siguen llegando a los fondos municipales. Cerca de quinientos mil originales certifican una labor de b¨²squeda y recogida constante. Cifra que da idea de los esfuerzos realizados por los profesionales al cuidado de la secci¨®n.
Entre las aportaciones desinteresadas encontramos las provenientes de Tom¨¢s Alfaro, Saturnino Vera-Fajardo, Salvador Azpiazu, Ceferino Yanguas, Gonz¨¢lez de Heredia, Arque (Arocena y Querejazu) y as¨ª hasta un total de unos cuarenta benefactores.
Las salas de consulta est¨¢n abiertas al publico. Se pueden ojear copias de colecciones antiguas, solicitar b¨²squedas de fotograf¨ªas sobre temas o autores concretos o, incluso, su reproducci¨®n si interesa. La preocupaci¨®n por difundir el patrimonio que guardan estanter¨ªas y cajones genera colaboraci¨®n con otras entidades o instituciones para llevar a cabo publicaciones y exposiciones. Agiliza estas actividades una acertada catalogaci¨®n que requerir¨ªa un mayor apoyo inform¨¢tico. Es una formula sencilla repartida en cuatro grandes bloques: lugares, personas, vida cotidiana, celebraciones y acontecimientos. Mayormente se refieren a la provincia y su capital, aunque pueden encontrarse referencias m¨¢s reducidas a territorios colindantes. A su vez, en otros dos apartados se ordenan seg¨²n la intenci¨®n de los trabajos: documental o art¨ªstica.
Resulta curioso ver, fechada en 1898, una manifestaci¨®n en la calle de la Estaci¨®n (actual Dato) protestando por la voladura del crucero Maine en la bah¨ªa de La Habana durante la guerra de Cuba. Las escenas de corte rural se pueden resumir en mujeres con pa?uelo blanco a la cabeza recogiendo paja en la era o el mercado agr¨ªcola en la plaza de Espa?a. Las autoridades bailando jotas t¨ªpicas, con chaquet y sombrero de copa, ante el palacio de la Diputaci¨®n en el acto de clausura del IV Congreso de Estudios Vascos, contrasta con los soldados remendando ropa en el frente de Ordu?a o con las alumnas de costura en un establecimiento de m¨¢quinas Singer y es forma de entender de manera global la diversidad y riqueza que guardan estos fondos.
Documentos para oscurecer intenciones art¨ªsticas aferradas a un pictorialismo de corte tradicional.
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