?nfasis en la dicci¨®n
En la primera sesi¨®n de las tres que componen el ciclo de Lied que se inici¨® el martes en el Palau de la M¨²sica de Valencia, Barbara Bonney cant¨® el Dichterliebe tom¨¢ndose todo el tiempo del mundo para pronunciar cada una de las s¨ªlabas. Ese ¨¦nfasis en la dicci¨®n, complementado perfectamente con el que otorg¨® a los silencios, dibuj¨® a un Schumann muy sugerente, al que iba envolviendo, con su hermosa voz, en un esmalte delicado.
Hubo en el Dichterliebe muchos detalles que revelaban la sabidur¨ªa de la soprano: desde la meditada enunciaci¨®n del texto de Heine hasta la forma en que escanci¨® la tensi¨®n expresiva. Por no hablar de la m¨¦trica el¨¢stica que lucieron en muchos momentos cantante y pianista, y que alcanz¨® en Das ist ein Fl?ten und Geigen su punto m¨¢s ¨¢lgido.
La segunda parte, centrada en compositores n¨®rdicos, tuvo menos inter¨¦s, no por la voz -que continuaba hechizando al auditorio-, sino por la similitud del registro an¨ªmico. Similitud que acentuaba el limitado histrionismo de la Bonney, cuya gestualidad algo amanerada diluy¨® un punto la plenitud obtenida en el ciclo dedicado a Schumann.
A pesar de todo, el canto, por encima del gesto, impon¨ªa su dominio, con un vibrato sabiamente dosificado y una envidiable capacidad para ampliar y adelgazar el caudal sonoro. Poseyendo tales virtudes, es una l¨¢stima que la soprano trivialice el drama en miniatura que se esconde en todo lied. El largo ep¨ªlogo pian¨ªstico de Die alten, b?sen Lieder se abarata con aditamentos gestuales, m¨¢xime cuando se ha cantado bien una m¨²sica que es, de por s¨ª, totalmente autosuficiente. El mundo del lied tiene su c¨®digo, bien diferente al de la ¨®pera, aunque el drama est¨¦ presente en ambos.
Exhibici¨®n
Tras los aplausos, como regalo, m¨¢s Schumann (Der Nussbaum) y Oh, quand je dors, de Liszt, donde Bonney realiz¨® una exhibici¨®n de facultades impresionante. Aqu¨ª y en todo el recital, Malcolm Martineau funcion¨® como pianista m¨¢s generoso en el fraseo que en la belleza del sonido.
Fue especialmente conmovedora la forma en que hizo sus peque?as y b¨¢sicas intervenciones dentro del Am leuchtenden Sommermorgen. Piano y voz gozaron, adem¨¢s, de la intimididad que proporciona el ¨¢mbito reducido de la Sala Rodrigo, mucho m¨¢s apropiada que la Iturbi para el esp¨ªritu camer¨ªstico de este programa.
La actuaci¨®n de la Bonney inici¨® el martes una intensa semana en el Palau de la M¨²sica que continu¨® ayer con el concierto de la Filarm¨®nica de Nueva York y se cerrar¨¢ el domingo con la visita de Rostrop¨®vich.
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