Dos gratos regalos de a?o nuevo
Nuevo triunfo de Rostropovich y la Filarmon¨ªa de Londres en su concierto para las Juventudes Musicales de Madrid. Esta vez, el gran violoncellista de Baku no altern¨® la batuta con el instrumento de su predilecci¨®n, ya que en el programa interven¨ªa otro solista: el torin¨¦s Gianluca Cascioli, poco m¨¢s que veintea?ero: un pianista de t¨¦cnica preciosa, rara sensibilidad ac¨²stica y po¨¦tica imaginaci¨®n sonora. En su gira espa?ola, Cascioli lleva el Concierto n? 5 en Sol Mayor, Op. 55, de Sergei Prokofiev. P¨¢gina de singular fantas¨ªa. Se aleja de la estructura habitual del concierto hasta el punto de que en principio, el compositor pens¨® titular esta obra M¨²sica para piano y orquesta.
Rostropovich, Cascioli y la Filarmon¨ªa de Londres
Concierto Extraordinario de Juventudes Musicales Madrile?as. London Philharmonia. Director: M. Rostropovich. Obras de Tschaikowsky, Prolofiev y Shostakovich. Auditorio Nacional. Madrid, 11 de enero.
A lo largo de los distintos movimientos y secciones, el discurso siempre atractivo y con frecuencia sorprendente, cobra distintos grados de flexibilidad en todos los sentidos, pero el compositor mantiene ideas b¨¢sicas de su personalidad: melodismo sin f¨®rmulas, r¨ªtmica y din¨¢mica aceradas, gran virtuosismo sin ret¨®rica y una continua voluntad de contrastes: de color, de ideas instrumentales, de invenci¨®n orquestal ¨¢cida y l¨ªrica a la vez. Todo ello lo resolvi¨® el joven int¨¦rprete italiano con noble y elegante estilo. No hay que decir que Rostropovich fue un colaborador entra?able del solista y que ¨¦ste supo escuchar, en todo instante, la voz del conjunto. Al final, el p¨²blico -con la Reina Do?a Sof¨ªa en cabeza- estall¨® en una prolongada ovaci¨®n. Cascioli toc¨® como 'propina' el Allegro b¨¢rbaro, de Bartok, aquella p¨¢gina de 1911 que tanto enfadaba al p¨²blico de las Culturales y Filarm¨®nicas hasta bien entrados los a?os treinta.
Tiene Rostropovich especiales acentos y matices para la obra de Shostakovich, como evidenci¨® en su versi¨®n de la Sinfon¨ªa n? 10, dada a conocer en Leningrado por Mravinski, el 17 de diciembre de 1953, una obra que tiene mucho de claridad, bastante de enigma y cierta dosis de pesimismo. Rostropovich nos llev¨® de la mano por todos los rincones y meandros de una partitura fluvial y extensa, tras cuya escucha nos parece conocer un poco mejor el mundo interior del compositor y del hombre Shostakovich. Excelente trabajo y magn¨ªfica presentaci¨®n de la orquesta londinense que, para comenzar, hab¨ªa servido con pasi¨®n la obertura para Romeo y Julieta, de Tschaikowsky. Quiz¨¢ no eran necesarias las 'propinas', pero Rostropovich nos hizo o¨ªr una polca de Strauss y el popular¨ªsimo T¨¦ para dos, en arreglos de Shostakovich, dos gratos regalos de a?o nuevo.
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