Viva la revoluci¨®n al alba
La m¨²sica popular (Aute, sin ir m¨¢s lejos) es la prima libertaria de la metaf¨ªsica interclasista. El Palacio de Congresos estaba tomado por una sosegada fauna variopinta de personas y personalidades de cuyo nombre saben mucho los paparazzi y las comadres desocupadas, pero tambi¨¦n la masa encef¨¢lica del pueblo. He visto a Aute en directo en centenares de ocasiones desde hace m¨¢s de 20 a?os, muchas veces infiltrado entre las bambalinas, haci¨¦ndome pasar por alguien de la organizaci¨®n, incluso por guardaespaldas del artista. He podido analizar al cantante y a sus m¨²sicos a dos metros de ellos, en el escenario, en Madrid, Murcia, Gij¨®n, M¨¢laga, Buenos Aires o Montevideo. Los p¨²blicos de ambos continentes aplauden con fluidez y entra?able ignorancia un grito perteneciente a una de sus canciones m¨¢s sublimes, La belleza: '?Viva la revoluci¨®n!'. La expresi¨®n est¨¢ utilizada en un sentido cuajado de cinismo. De todo lo cual se colige que a Aute, aunque diga muchas cosas en broma, se lo toman en serio, incluso en Soria y en Siria.
Aute es como El Greco, aparentemente asc¨¦tico, delicadamente oscuro, sensualmente g¨®tico, pero tiene un punto canalla tan arrebatador que deber¨ªan temerle todos los directores espirituales del mundo. Este individuo, a base de lucidez, belleza y embriagador cinismo, podr¨ªa pervertir en un santiam¨¦n todos los conventos de clausura del mundo. Y todo ello sin cometer delito punible por las leyes vigentes. Aute pertenece por m¨¦ritos a esa jerarqu¨ªa ang¨¦lica de elegidos que se pueden permitir el lujo de hacer lo que les da la gana, a sabiendas de que cualquier esp¨ªritu sensible va a tomar buena nota de los gui?os.
L¨¢grimas clandestinas
Aunque parezca mentira, los intelectuales tambi¨¦n lloran. Hubo l¨¢grimas clandestinas en muchos momentos del concierto, por ejemplo: 'Quiero que me digas, amor, que no todo fue naufragar' (Me va la vida en ello). 'De alguna manera tendr¨¦ que olvidarte, pero no es f¨¢cil, ya sabes' (De alguna manera). '?Qu¨¦ terriblemente absurdo es estar vivo, sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido' (Sin tu latido). Acaso en esa canci¨®n est¨¦ resumida la temblorosa existencia de millones de seres: todo, incluso lo m¨¢s sagrado, es una mierda sin ese espacio humilde y peque?ito de otro ser que forma parte esencial de la vida de la gente.
Fue uno de los conciertos m¨¢s sosegadamente bellos que este cronista ha presenciado. Muy a pesar suyo, Aute es un maestro. Estuvo muy contenido. Mandando en todo momento, torero en plenitud de su arte. Solamente se le quebr¨® la voz de emoci¨®n cuando cant¨® Al alba. El sonido estuvo a la altura de la magia rese?ada. Y ese p¨²blico es el que hubiera so?ado Juana la Loca para todos los espa?oles. Total, que entre el artista y su p¨²blico pecador tuvo lugar un acto de amor inconfesable en presencia de autoridades, intelectuales, esp¨ªas, escritores, poetas, pintores y preciosas s¨ªlfides que pululaban por el ambiente como ovejas perversas.
Aute pretend¨ªa haber hecho su concierto el d¨ªa 1 de enero. ?l tiene alg¨²n tipo de contactos secretos con el n¨²mero uno, dicho sea en el sentido que se quiera entender. Por motivos ajenos al artista, ese d¨ªa no era el oportuno, pero coincidi¨® algo mejor de lo que ¨¦l se esperaba: anteayer era el 11-01-01. Aute no es supersticioso, pero da la impresi¨®n de que algo sabe de estos temas.
En definitiva, la m¨²sica de Aute es revolucionaria, tanto en el fondo como en la forma. Su retablo de melod¨ªas, a pesar de lo que digan algunos, es esplendoroso. Pero ¨¦l es humilde en el sentido m¨¢s orgulloso de la palabra, en el sentido de los que saben que todos somos seres fugaces y que estamos aqu¨ª, en esta cosa, en este v¨¦rtigo, s¨®lo de paso. Pura golfer¨ªa al alba.
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