Locura por Michael Schumacher
El piloto de Ferrari es arisco con sus seguidores, pero es el mejor y eso le basta
Las once de la noche no es una hora agradable para estar esperando al aire libre en una estaci¨®n de invierno. Sin embargo, ninguna de las m¨¢s de 200 personas que estaban en una explanada cubierta por la nieve en Madonna di Campiglio se planteaba abandonar su puesto. Esperaban la llegada de Michael Schumacher, el hombre que el a?o pasado dio el primer t¨ªtulo de pilotos de f¨®rmula 1 a Ferrari desde que Jody Scheckter gan¨® en 1979, y para todos ellos aquel momento era el m¨¢s importante de la jornada.
Schumacher lleg¨® el ¨²ltimo en una procesi¨®n de esquiadores con antorchas que dieron vida a unas pistas blancas que hab¨ªan recobrado ya la serena quietud de la noche. Nevaba. Y Michael pas¨® por delante de aquella masa de gente como una exhalaci¨®n y busc¨® la salida m¨¢s r¨¢pida para dirigirse al hotel. No pudo evitar verse rodeado de personas que le ped¨ªan aut¨®grafos, como siempre cuando est¨¢ en Italia. Pero no se entretuvo con ellos. Entr¨® en un coche y se larg¨®.
?sta no fue una reacci¨®n at¨ªpica en Schumacher. ?l es as¨ª. 'Es muy familiar, se transforma cuando est¨¢ con su esposa, Corinna, y con sus dos hijos. Incluso le cambia la cara', asegura su jefa de prensa personal, Sabine. Pero ¨¦sa no es la imagen que suele dejar entre los aficionados al mundo de la f¨®rmula 1. Incluso en un ambiente tan distendido como el que vivi¨® durante la pasada semana en los Dolomitas, donde acudi¨® a petici¨®n de su equipo para mantener el primer contacto del a?o con los medios de comunicaci¨®n mundiales, se hizo el sordo cuando un periodista le pidi¨® que posara con ¨¦l para una fotograf¨ªa.
Si hace esto incluso con personas relativamente cercanas, si no se decidi¨® a aprender italiano hasta que vio que Barrichello lo hablaba en sus conferencias de prensa ya en su primer a?o en Ferrari, y si pasa ol¨ªmpicamente de los aficionados la mayor¨ªa de las veces, ?por qu¨¦ sigue siendo el piloto m¨¢s carism¨¢tico del mundo del motor?
A sus 32 a?os -los cumpli¨® el pasado 3 de enero-, parece tan fr¨¢gil, tan poca cosa cuando uno se cruza con ¨¦l sin esperarlo, que hay que mirarle dos veces para verificar que no se trata de otro. Da la sensaci¨®n de que le tumbar¨ªas con un leve golpe en el hombro. Schumacher rompe la imagen de gran campe¨®n que ofrece en la peque?a pantalla cuando se le ve fuera de los circuitos. No tiene el aura especial que envuelve a las grandes estrellas del cine, ni siquiera da la impresi¨®n de romper moldes como muchas otras figuras del deporte que han alcanzado la c¨²spide en sus respectivas especialidades. Y cuando se lanza a un escenario micr¨®fono en ristre -tal como ocurri¨® en Madonna una noche de celebraciones que acab¨® con una tajada notable-, demuestra sin ning¨²n rubor que cantando no se ganar¨ªa la vida.
Tal vez fue esa misma sensaci¨®n la que llev¨® a Eddie Irvine en 1999 y a Rubens Barrichello en 2000 a pensar que pod¨ªan desbancar a su carism¨¢tico jefe de filas en Ferrari. El irland¨¦s intent¨® arrebatar protagonismo a Schumacher con todo tipo de excentricidades hasta llegar a provocar una rotura interna en el seno del equipo. Irvine obtuvo poca ayuda de Schumacher en 1999 cuando, tras un grave accidente del alem¨¢n en Inglaterra, estuvo luchando por el t¨ªtulo frente al McLaren Mercedes del finland¨¦s Mika Hakkinen. Y la pasada temporada, Barrichello quiso demostrar que era mejor que Schumi luchando abiertamente contra ¨¦l en las primeras carreras del campeonato.
'Fue un error', reconoci¨® luego el piloto brasile?o. 'Estaba empe?ado en derrotarle, pero aquello me puso presi¨®n a m¨ª y cre¨® una situaci¨®n de tensi¨®n en el seno del equipo. Al final de la temporada, cuando yo estaba m¨¢s tranquilo, fue precisamente cuando m¨¢s opciones tuve de ganarle. Cuando en Montecarlo cambi¨¦ la estrategia, las cosas mejoraron mucho para m¨ª en el seno del equipo'.
Uno y otro tuvieron que abdicar y reconocer que la grandeza de Schumacher queda absolutamente al descubierto cuando se sube a un b¨®lido. Entonces es el mejor, sobre seco o sobre mojado, da lo mismo. Nadie puede con ¨¦l. Es el m¨¢s r¨¢pido y el aura que le falta fuera le sobra cuando atraviesa un circuito a toda velocidad ante la admiraci¨®n de amigos y enemigos. Nadie le discute. Y ah¨ª radica precisamente todo su carisma: en su irreprochable profesionalidad, en el hecho de que lo da todo en cada carrera, en las victorias que consigue (44 en 145 grandes premios disputados), en los tres t¨ªtulos mundiales que adornan su palmar¨¦s (1994, con Benetton-Ford; 1995, con Benetton-Renault, y 2000, con Ferrari).
'?Qu¨¦ opini¨®n le merece Schumacher?', le preguntaron esos d¨ªas a un taxista de Madonna di Campiglio que ha convivido con ¨¦l una semana al a?o durante los ¨²ltimos 11. Y de forma espont¨¢nea, sin pensarlo dos veces, con toda naturalidad, defini¨® al personaje: 'Es un piloto muy bravo, pero arisco'.
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