Julio Robles muere a los 49 a?os a causa de una perforaci¨®n de colon
El torero ser¨¢ enterrado hoy en la localidad de Ahigal de los Aceiteros
La noticia del fallecimiento de Julio Robles llen¨® de estupor al mundo taurino de Salamanca, que poco a poco iba congreg¨¢ndose en el hospital de la Sant¨ªsima Trinidad. El torero fue ingresado el s¨¢bado con abdomen agudo y shock s¨¦ptico y en la madrugada del domingo fue intervenido quir¨²rgicamente. Hubo momentos de mucha inquietud porque el diestro ten¨ªa la tensi¨®n arterial muy baja y el anestesista tem¨ªa lo peor. Por fin fue sometido a la operaci¨®n, que se desarroll¨® con normalidad, aunque ayer, a las cinco de la tarde, mor¨ªa v¨ªctima de una perforaci¨®n de colon con peritonitis aguda y difusa.
Julio Avelino Robles Hern¨¢ndez, nacido en Fontiveros (?vila, 1951), fue considerado siempre como un torero salmantino y ¨¦l mismo sinti¨® hacia esa tierra un especial afecto y honda vinculaci¨®n. Pas¨® su infancia en La Fuente de San Esteban, un pueblo charro, torero por los cuatro costados, y all¨ª naci¨® su afici¨®n. Se visti¨® de luces por primera vez en Villavieja de Yeltes, otra localidad salmantina de claras ra¨ªces ganaderas, el 28 de agosto de 1968, y actu¨® sin caballos en torno a 40 tardes. Su presentaci¨®n con caballos fue en Lleida el 10 de mayo de 1970 con reses de Mar¨ªa Lourdes Mart¨ªn de P¨¦rez Tabernero y tore¨® por primera vez en Madrid el 10 de junio de 1972, con novillos de Juan Pedro Domecq, alternando con ?ngel Rodr¨ªguez Angelete y Ni?o de la Capea.
La alternativa se la concedi¨® Diego Puerta en Barcelona, el 9 de julio de 1972, con Paco Camino como testigo, matando un toro de Juan Mari P¨¦rez Tabernero de nombre Clarinero. La confirmaci¨®n tuvo lugar el 22 de mayo de 1973, apadrinado por Antonio Bienvenida, con el acompa?amiento de Palomo Linares. El 13 de agosto de 1990 en B¨¦ziers (Francia), un toro le volte¨® tr¨¢gicamente cortando su carrera profesional.
Todas estas cosas se recordaban desordenadamente en los pasillos del hospital ayer tarde en Salamanca. Poco a poco iban acudiendo miembros del mundo del toro salmantino. El Viti y Ni?o de la Capea, con sus respectivas esposas, se saludaban y hablaban en voz queda mientras brillaban los destellos de las c¨¢maras fotogr¨¢ficas, echando de menos al tercero de una terna que fue cartel de lujo en muchas ferias de La Glorieta. Los picadores Juan Mari y Aurelio Garc¨ªa, los ganaderos Alipio y Javier P¨¦rez Tabernero, as¨ª como Mar¨ªa Lourdes Mart¨ªn...
'Espejo de toreros'
Ortega Cano, compa?ero de cartel muchas tardes durante la etapa en activo de Julio Robles, calific¨® al torero fallecido como 'espejo de toreros y espejo tambi¨¦n en la vida por la lecci¨®n de fortaleza que ha demostrado en los ¨²ltimos a?os en silla de ruedas'. Ortega Cano recibi¨® la noticia con gran consternaci¨®n mientras participaba en un tentadero en la finca de Torrealta. El diestro declar¨® a Efe: 'Como torero guardo muchos y grandes recuerdos, y, entre todos, uno inolvidable, la famosa tarde del mano a mano, la de los quites en Madrid. Julio tenia mucha facilidad para torear de capote y de muleta, pero el capote lo manejaba con mucha variedad y personalidad. Eso me motivaba much¨ªsimo y siempre lo recordar¨¦'.
Segu¨ªan llegando visitantes al hospital: el ex alcalde de la ciudad, Jes¨²s M¨¢laga Guerrero, con su esposa; la ganadera Carolina Fraile; los toreros Leandro Marcos, Julio Norte, Javier Valverde, Paco Pallar¨¦s y su esposa... Juan Diego, apoyado en la pared, pensaba en silencio y saludaba a los que llegaban.
Hablaban de vestirlo de torero, cumpliendo un deseo al parecer expresado por Robles en alguna ocasi¨®n. Se hablaba de que su cuerpo ser¨ªa trasladado al Ayuntamiento, en su calidad de hijo adoptivo de la ciudad, como finalmente se hizo. All¨ª fue instalada la capilla ardiente. El consistorio decret¨® dos d¨ªas de luto por la muerte del diestro.
Todo eran idas y venidas y, del mismo modo, rumores que al poco tiempo se desment¨ªan con otros. Realmente, el hospital tuvo ayer el clima nervioso y confuso de los patios de cuadrillas en las plazas de toros, cuando en la enfermer¨ªa est¨¢ pasando algo muy serio.
Llegaba el vestido a las siete y diez minutos y a las siete y cuarto, volv¨ªan a sacarlo. Sin duda, lleg¨® demasiado tarde. Era blanco y oro, con remates negros. Lleg¨® Miguel Gonz¨¢lez, capell¨¢n de la plaza de toros, a orar ante los restos del torero.
Cerezo, el propietario del bar Nachi, y Pacheco, due?o del mes¨®n de Vecinos, que fue como la segunda casa de Robles. Todos ve¨ªan c¨®mo Limo, el fiel acompa?ante de Robles, se llevaba lloroso el vestido de torear. Entonces s¨ª que aquello tuvo el perfume dolorido de un patio de cuadrillas.
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